Antonio Pérez Henares

LA MAREA

Antonio Pérez Henares

Escritor y periodista. Analista político


Los hijos que no pueden gritar ¡Viva el 8-M!

08/06/2020

Reiterar la verdad y los hechos es cansado pero no queda otro remedio cuando la mentira y el agitprop inundan a cada instante, sin tregua, y a través de todos sus canales a la sociedad. Es la más vieja técnica pero de enorme eficacia. Lo sabían muy bien Lenin y Goobels.

Ahora el mantra tras decirnos que se dejaran a un lado las críticas, que pasado lo peor sería el momento de responder y asumir responsabilidades, es que todo lo han hecho fenomenal. Desde el principio al final. Ni un fallo. En todo caso, culpa de la oposición, que es facha y por los recortes. Sánchez es el Vencedor Mundial de Coronavirus. Que importa que sea España el país con más muertos por millón de habitantes, los de verdad, e incluso hasta casi con sus cifras falsas, que todos sabemos y ellos mejor que nadie, que son poco más de la mitad de las que son y canta el propio INE o el Carlos III. ¿Qué importa si se ha logrado que no se viera un ataúd, ni un muerto, ni una lágrima ni un entierro y ahora, aunque se sepan, como no se han visto por la tele ya son solo una cifra y qué más da un número que otro?

La otra la del comienzo es parecida. Ellos no sabían nada y por eso nada hicieron ni previnieron. Pues claro que lo sabían. En marzo todavía más. Pero si lo sabía, pobre, hasta yo. Si me lo decían angustiados médicos, virólogos y profesores de universidad. Si me lincharon los orcos en las redes por decir el día 5-M y escribir el dia 6-M que había focos descontrolados en el corredor y que la Comunidad quería tomar medidas y una de ellas era el cierre de todo el distrito universitario y me acusaron de alarmar, sembrar el miedo y, ahí estaba la clave, atacar al 8-M. Porque los médicos del corredor, los responsables universitarios, los virólogos del Carlos III, todos sabían y me decían, que "hasta el día nueve, pasada la manifestación no se va a hacer nada. Se niegan". Y por el 8-M nada se suspendió, ni lo de Vox, que mejor para ellos la estupidez de los de Abascal, ni ninguno de los más de mil y pico actividades masivas, deportivas, lúdicas y culturales. Porque había que salvar el 8-M. Que ese si que fue un día histórico, El Día de la Infección. En la foto de la cabecera del PSOE, donde están la mujer y la madre de Sánchez, infectadas también, está la mejor prueba de la insensatez. Y va el tío y grita encima "¡Viva el 8-M!". Desde luego muchos hijos de otras tantas madres y padres hoy desde luego no lo pueden gritar.

Porque hubiera sido comprensible incluso el que con una humilde disculpa de que no se valoró la gravedad de la situación como debió haberse hecho y no se pensó que podría un contagio tan galopante e invasivo hubiera sido también algo más disculpable. Pero la soberbia y ahora intentar hacer aparecer como gran logro lo que fue un error letal y presentarse como paladín de la victoria, ¿Qué victoria son cerca de 50.000 muertos? Contra el virus es lo que hace o debía hacer más insoportable la dejación, la irresponsabilidad, la ocultación y ahora la mentira.

Porque claro que, y mucho más que indicios y precedentes había. Porque las alarmas de la OMS estaban ahí, la de los sanitarios estaba ahí, la de Italia estaba ahí, la de la multiplicación exponencial del virus que hospitales y virólogos enseñaban estaban ahí. Pero no las oían ni veían, porque no las querían ni escuchar ni ver. Porque lo dijo Calvo, "les iba la vida en ello" y por eso Irene Montero, eso no lo iba a decir, porque si se hubiera dicho, "jo tia, mogollón de peña" aún se hubiera retraído más y ya de remate el experto el que aseguraba que todo bajo control, que conteniendo, que como mucho algún caso diagnosticado, dio su bendición a que fueran todos, porque no había ningún problema en ir. Ah! Y mascarillas para nada, no era "aconsejable" llevarlas y además no servían de nada (Simón dixit") Y ese fue el mayor aspersor y dispersor del virus. Que nos cogió desprevenidos, a los sanitarios indefensos, (Illa es el otro "triunfador") y a la sociedad sin conciencia alguna del peligro que caía sobre ella. Y hoy con brotes de irresponsabilidad creciente porque sus efectos, la terrible mortandaz, no la ha visto por televisión. Ahí solo "echaban" aplausos.