Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


A galopar

19/03/2019

Si hay una cosa que me molesta, es que me tomen por tonta. El pucherazo de Ciudadanos era un intento de tomarnos por tontos. Pero hay más casos. Y muy cercanos. Hace unos días, Antonio Pardo anunció oficialmente que es el candidato de la PPSO en El Burgo de Osma. Era ya sabido, pero no oficial. En este caso no ha habido pucherazo porque no ha sido necesario un proceso de primarias, pero ahí lo tienen, sin portazos, cerrando la puerta con cuidadito por si acaso hay que volver a llamar que le abran. En el ejercicio de mi profesión he visto de todo en estas tierras sorianas por mantener el culo en la silla. Pero este caso es el ejemplo más claro y rotundo de que el politiqueo se ha convertido en el arte de buscar el acomodo a costa de tomar al ciudadano por tonto.
El político llega donde llega gracias al elector que le da su voto. Un voto que se ha convertido en un cheque en blanco con el que se ríen en nuestra cara. A estas alturas no sé si es necesario hacer mención de las tragaderas que tienen los ‘Pardos’ y los ‘Cabanillas’ o las ‘Clementes’ de turno con tal de conseguir unos objetivos a costa de mentir a los votantes que son los que les perpetúan por los siglos de los siglos en esos maravillosos cargos institucionales. José Antonio de Miguel, ‘Cabanillas’ para todos, se tuvo que largar del PP tras toda una vida dedicado en cuerpo y alma a sus cargos públicos por sus diferencias con Angulo y Pardo, que entonces eran uña y carne y ahora ni se saludan. Cabanillas fundó su partido, la PPSO, y ganó en Almazán. En la siguiente legislatura, se presentó por Ciudadanos y a los cuatro días se fue. Ahora vuelve a lomos de su corcel y lleva en la grupa a quien le puso el puente de plata a sus pies, su Pardo del alma. Se dijeron de todo y de nada, porque hasta dejaron de hablarse. Y ahí los tienen, galopando en el caballito de la PPSO, desafiando al viento.  Pardo abandonó el barco hace cuatro años porque intuía que las urnas lo mandaban a la oposición de la Diputación y lo disfrazó con los socorridos motivos personales que por arte de birlibirloque se esfumaron poco tiempo después cuando quiso asumir la presidencia del PP. Pero Angulo fue más lista y consiguió más adeptos que él.
El resto de la historia es reciente: se va con ‘Cabanillas’ y deja el PP después de 25 años.  Y dice sin despeinarse que se va porque se ha dado cuenta de que los grandes partidos no resuelven los problemas de Soria. El argumento de ‘Cabanillas’ para justificar la reconciliación: es verdad que hemos tenido problemas, pero las personas evolucionamos. ¿En serio creen que los ciudadanos somos tontos y tragamos con tanta falsedad? Me viene a la memoria aquel poema de Alberti que después cantó Paco Ibáñez, «¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar!». Que galopen con mesura, no vayan a caerse los dos a un tiempo.