Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Tiro desviado

15/07/2022

Un comisario de policía y una política corruptos amañan una investigación falsa que filtran a un periodista nada sospechoso de inocente en este asunto. La publicación del documento tiene como objetivo dañar la imagen de un adversario político. Otros medios de comunicación se hacen eco de la misma falsedad cubriéndose las espaldas con la tradicional argucia de citar el digital que ofrece la «primicia», en un intento recurrente de eludir cualquier responsabilidad, sabedores, no obstante, de la escasa credibilidad del medio y de su director dentro de la profesión periodística. El asunto ha sido objeto de amplio debate en la última semana y no sería preciso citar a los personajes salvo que alguien quiera profundizar en la historia a través de sus nombres en las redes sociales: Comisario Villarejo, Cospedal, Inda, Ferreras y la víctima, Pablo Iglesias.
Lo más importante de esta historia es la connivencia de políticos y policías de la más elevada jerarquía, una trama criminal pagada con dinero de todos los españoles. Pues bien, por lo oído estos días, da la impresión de que carece de importancia el delito, a tenor de la extrema relevancia que se le está dando a la impericia o falta de profesionalidad de algunos periodistas. Y naturalmente que tiene importancia, tanta que sin duda este asunto marcará un antes y un después en la relajación, salvadas excepciones, que se está dando en el mundo de la comunicación respecto al periodismo de investigación y a la necesidad, obligación, de contrastar todas las informaciones, incluso aquellas que figuran con membrete oficial.
Una alumna me preguntó, al final de una charla en el Instituto Gil y Carrasco de Ponferrada, por qué el periódico que yo dirigía en aquella época imputaba el atentado de la estación de Atocha al islamismo radical y no a ETA, como habían titulado los grandes periódicos de Madrid. Porque a nosotros, contesté, no nos llamó Aznar. Es muy difícil sustraerse a la mentira de quien tiene el poder. Acaso imposible en determinados grados. No es corporativismo profesional, tampoco excusa. Simplemente, no desviemos el tiro. No todos los actores de esta trama corrupta son responsables del delito en la misma medida.