Marina Ribel

HACIENDO MIGAS

Marina Ribel

Periodista


Otra vez el aborto

02/03/2019

Otra vez el aborto. Quién nos lo iba a decir. Quién se lo iba a decir a mi madre, a mi abuela. No es sólo problemático que el asunto vuelva al debate político y por ende, a la opinión pública. Lo preocupante es que exista debate. No es de extrañar que los responsables de resucitar el aborto en la agenda mediática sean hombres. Hombres que, por evidente que parezca decirlo, nunca van a sufrir o disfrutar, según como se tercie, de un embarazo, ni de sus consecuencias. Hombres ajenos a la situación de vulnerabilidad presente en la vida cotidiana de muchas mujeres. Hombres sin riesgo de ser violados. Hombres hablando y decidiendo por nosotras. Otra vez.

«Es bueno que las embarazadas sepan lo que llevan dentro», dijo uno de esos hombres hace unos días. Yo me imaginé, en ese momento, a todas las madres de España abriendo mucho los ojos y levantando las dos cejas a la vez muy arriba, durante unos cuantos segundos. Pablo Casado hablando de los sentimientos de las embarazadas es lo mismo que un cura dando consejos para la vida conyugal y yo disertando sobre física cuántica. Qué atrevida es la ignorancia, pero sobre todo, qué peligrosa.

Con la nueva polémica, también dentro del PP, tras semejante precepto vital, se dijo en el principal partido de la oposición que se evitaría el tema. A los días, su líder y candidato a presidente de este país habló de «barra libre» a partir de la semana 20. Más de uno se imaginaría una cola de mujeres desalmadas con una tripa a punto de explotar, haciendo cola frente a las clínicas. Como un bufé de Benidorm en agosto. Entiendo que esa era la imagen a proyectar. La interrupción voluntaria del embarazo es por ley en España hasta la semana 14 pero… ¡Qué más da! La verdad cotiza muy bajo y la mentira no tiene consecuencias en nuestros representantes públicos. Pero la cuestión es por qué si Casado dijo que no lo haría, volvió a hacerlo. La respuesta, por fuentes del Partido Popular está en la siguiente conclusión a la que llegaron y compartieron con algún periodista: «Cada vez que da su versión sobre el aborto logra nuevas adhesiones».

Lo peligroso de la ultraderecha, que ya tiene representación política con buenas perspectivas electorales en nuestro país, no es qué pasará si llegan al poder. Lo peligroso es lo que está pasando, el daño que hacen sin tenerlo. Tenemos muchos ejemplos recientes en Europa de cómo partidos racistas, xenófobos y machistas consiguen radicalizar las políticas en otros con miedo a seguir perdiendo apoyo social.