Vidal Maté

Vidal Maté

Periodista especializado en información agraria


El mundo rural, contra el despoblamiento

29/03/2019

Cuando se habla de despoblamiento rural se utilizan los datos oficiales de densidad de habitantes por kilómetro cuadrado. Pero, por debajo de esas cifras, la falta de población se escenifica con otras muchas señas de identidad más concretas. 
Despoblamiento es el escaso o nulo número de nacimientos que se datan en una zona, aunque la realidad es que en las últimas décadas oficialmente ya apenas si nacen niños en los pueblos y lo hacen en las maternidades, lo que ofrece más complejidad a las estadísticas.
Despoblamiento es carecer de aquellos viejos coches de línea que antaño recorrían los pueblos por carreteras de piedras blancas para desplazarse a los núcleos urbanos. Ahora están asfaltadas, pero sin esos coches porque las rutas han dejado de ser rentables para las empresas y se ha condenado al aislamiento a miles de habitantes.
Despoblamiento es el cierre de vías férreas por falta de rentabilidad.
Despoblamiento es que, mientras se presume oficialmente de sanidad universal, en cientos de pueblos hay un médico y a veces, una enfermera un día a la semana y hay que acudir al centro comarcal de salud sin medios de transporte.
Despoblamiento es depender de la furgoneta de intermediarios de cuarta generación que se aprovisionan en el supermercado de turno, para que miles de habitantes de una zona puedan disponer de bienes de consumo debiendo abonar un IPC más elevado que el pagado por los habitantes de medios urbanos.
Falta de servicios. Despoblamiento es ir cerrando, por falta de interés económico y de personas para trabajar, miles y miles de explotaciones ganaderas.
Despoblamiento es el cierre de los cuarteles de la Guardia Civil y que los uniformes verdes se vean solo en las motos del Seprona pidiendo papeles a los agricultores sobre el uso de semillas certificadas y que la seguridad de los pueblos semi abandonados haya quedado mermada y reducida a la Operación Roca.
Despoblamiento es que cierren las escuelas.
Despoblamiento es la carencia de estructuras de servicios desde el ocio a internet.
Despoblamiento es la masculinización del medio por falta de mujeres que optan por salir.
Despoblamiento es cuando el alcalde del pueblo, a la vez que agricultor o ganadero, es el responsable gratis de las chapuzas de urgencia.
Despoblamiento es el dominio de las personas de edad avanzada y las familias asumiendo las tareas asistenciales.
Despoblamiento es llegar de noche a ese pueblo fantasma arropado por cinco farolas, con las calles vacías que en invierno pone el cartel de cierre a las seis de la tarde. 
Despoblamiento es pasear en la noche por tu pueblo e ir poniendo nombres y recuerdos a docenas de casas cerradas.
Despoblamiento es buscar una farmacia de madrugada a kilómetros de distancia.
Despoblamiento son comisiones y comisariados de estudios, que se quedan durante años en los despachos de campañas electorales.
Despoblamiento es sentir como tu pueblo se agota sin solución, aunque ahora el mundo rural sea un problema de moda, cuando la situación ya es en una gran parte irreversible porque el campo, pocos votos, no recibe un real decreto urgente y solo promesas electorales. 
Soluciones. Contra el despoblamiento, servicios sociales, médicos, medidas asistenciales, de ocio, infraestructuras, educación, desde la primaria a la secundaria y la superior y que la necesidad de salir de casa para realizar estudios no suponga poner sobre la mesa la renta de la explotación. Antes, gran parte de ese papel lo hicieron a bajo coste o gratis los internados religiosos.
Contra el despoblamiento, redistribución de ayudas PAC, de los fondos para desarrollo rural, dando prioridad a quienes, además de ser  agricultores y ganaderos, viven, cuidan, disfrutan y sufren el medio.
Contra el despoblamiento, ayudas globales de verdad, lejos de la rapiña de Hacienda, para la instalación de los jóvenes en el medio.
Contra el despoblamiento, de entrada, una agricultura rentable. 
Contra el despoblamiento, reconocimiento social, más allá del turismo fin de semana.
Contra el despoblamiento, no los análisis de zonas piloto promovidos por el Gobierno, como si no se conocieran las causas, o la idea de rebaja del IRPF de Ciudadanos, defensor de eliminar las Diputaciones.
Contra el despoblamiento, incentivar la actividad, trabajo, empresas al menos en cabeceras de comarca, porque para pagar el IRPF, antes tiene que haber ingresos. 
Contra el despoblamiento, impuestos acordes con el lugar donde el habitante no puede pagar el coste de los pocos servicios que recibe.
Contra el despoblamiento, un ejemplo a destacar: las casi 4.000 cooperativas que suponen el empleo directo de 100.000 personas, pero ese papel merece un análisis aparte. 
Ejemplo de despoblamiento es mi pueblo, Mazuela, en Burgos, ocho casas abiertas del medio centenar de hace medio siglo, iglesia monumental, cura compartido con cinco pueblos; carne de emigración a la capital, País Vasco, Madrid o Cataluña; donde ya no nacen niños, no quedan rebaños y las cuadras están abandonadas; donde en el pasado los cazadores debieron arrinconar sus viejas escopetas por arrendar la caza a los vascos, todo para cuadrar el presupuesto municipal y pagar la música el día de la función; donde durante los últimos años solo han crecido las lápidas en el camposanto; donde se critica al alcalde ya en el cargo por varias legislaturas, porque nadie se presenta; donde la ilusión se limita a unas semanas de verano por la vuelta de los que tuvieron que abandonar, donde, el alcalde hace de enterrador, el monaguillo de aguacil y, por no quedar, ya no queda gente ni para morirse.