Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Adagio

18/02/2021

Empieza, tímidamente, a escucharse entre algunos iniciados la palabra maldita para el ciudadano: inflación. Afortunadamente estamos pudiendo emerger a la superficie de esta hecatombe gracias a que los bancos centrales inventan dinero sin parar, el famoso helicóptero arrojando billetes de los economistas clásicos. Un movimiento orquestado en el dólar y el euro que pasará a la historia.

España y los grandes países occidentales emiten deuda a tipos negativos, un chollo, una bacanal. Pero como se dijo de la Reserva Federal, cuya función consiste en retirar la bebida justo cuando la fiesta está en todo lo alto, algún día habrá que hacer la digestión de todo esto y probablemente nuestros hijos tendrán que pagar las consecuencias.

Ya está subiendo el precio del petróleo, ya están algunos sectores industriales de ciertos países funcionando a toda mecha y la mayoría piensa que con la vacuna, tarde o temprano, habrá una explosión de la economía de los países más potentes  con los que compartimos moneda aunque nuestros ritmos sean distintos

Así que hay que empezar a hablar en España de algo que aún no forma parte de nuestras conversaciones pero de lo que sí se está ya debatiendo en otros países: de la sostenibilidad del gasto público y la necesidad de priorizar. De interpretarlo como un “adagio” en tempo lento y no como un “andante” desaforado. Ahorrar suele ser, por lo general, una manera de optimizar, no una forma de escatimar, y el ahorro productivo es necesario en una economía solvente. Regiones como la nuestra, países como el nuestro, necesitan un cambio de chip. Del todo el “monte es orégano” al “verdes las han segao”,  una forma práctica de sacarle punta a un duro.

“Memento mori”, también en esto.