Editorial

Vox busca foco mediático con una moción de censura abocada al fracaso

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La incertidumbre en torno a la figura de Ramón Tamames como encargado de liderar el penúltimo órdago de Vox añade suspense a una moción de censura que, de confirmarse, nace muerta. Llega precedida de la presentada en 2020 por la formación de Santiago Abascal que solo recabó el apoyo de sus diputados, con los peores resultados de las mociones celebradas hasta ese momento. Alguna enseñanza sacó el líder de Vox que, para esta ocasión, deja paso a un independiente. La dificultad para encontrar al personaje que encabece la ofensiva contra Sánchez habla de sus nulas expectativas.

Con independencia del cuestionado ponente, el economista de 89 años Ramón Tamames, que ha basculado del PCE de sus inicios, pasando por Izquierda Unida y CDS, a la formación de extrema derecha, su inferioridad numérica en el Parlamento otorga escasas posibilidades a Vox, necesitado de protagonismo por unas encuestas que ahondan en su estancamiento, debilitado por la estruendosa salida de Macarena Olona y por el dudoso papel de la formación en Castilla y León donde solo convencen a los ya convencidos.

En su ejercicio de promoción política, porque una moción condenada al fracaso no contempla otro objetivo, Vox no seduce ni a los más cercanos. En diciembre, Ciudadanos veía con buenos ojos la iniciativa de los de Abascal. Ahora, su entusiasmo se ha diluido hasta el punto de que la formación naranja no ve "útil" la propuesta. Más contundente se ha mostrado el PP. Si la primera moción de Vox buscaba el posicionamiento de un Pablo Casado que exhibió su discurso más contundente, en un viaje fugaz de ida y vuelta al centro político, para alejarse del extremismo de Vox, los populares lamentan ahora la nueva tentativa de los de Abascal. Es sabedor Feijóo de que Sánchez se maneja con solvencia y se crece en escenarios hostiles. Como apuntaba ayer el presidente del PP, que no ha picado el anzuelo, la moción solo servirá para fortalecer a un PSOE que presumirá del respaldo de sus compañeros de viaje esta legislatura. Justo en el momento más delicado del Ejecutivo, a punto de implosionar, en plena crisis con Unidas Podemos a cuentas del "sí es sí". No le falta razón a Feijóo al afirmar que Vox, aquí, se ha convertido en "socio estratégico" de Sánchez. El PP optará por la abstención dado lo excesivo de un voto contra la formación que puede convertirse en aliada necesaria tras los próximos comicios.

Pese a lo previsible del desenlace, Vox insiste en una fórmula a la que hay que recurrir con unas mínimas garantías de éxito. Con su intentona, devalúa un mecanismo no diseñado en exclusiva como ejercicio de autobombo ni para el lucimiento del que la promueve. Esos intereses espurios, que convierten la política española en un sainete, condenan la moción al fracaso y acrecientan la sensación de que se banalizan las herramientas legítimas de las que dispone el Parlamento para controlar al Gobierno.