José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


Dios da pan...

29/03/2021

Diez de la mañana. Sábado pasado. Mi peregrinaje por las calles de la villa ocilitana, hermosa como pocas, no tuvo éxito en la búsqueda de una cafetería abierta para meterme un cafecito al cuerpo. Hacía frío. Yo pensaba que el Cierzo no llegaba tan al sur. Por lo visto sí lo hace. Por no encontrar, ni siquiera me tropecé con un vecino que me pudiera decir si había algún bar, taberna, tasca o chiringuito de cualquier tipo para calentar las tripas y evitar la hipotermia.
Esta descripción parece siniestra, sobre todo tratándose de un pueblo que se cuenta entre los más atractivos de este país y a poco más de una hora de la capital del reino. Pero toda cruz tiene su cara y la de Medinaceli no sólo pasa por la asombrosa historia que revelan sus piedras y su paisaje, sino también por la inercia cultural que desde hace casi tres lustros a esta parte ha impulsado la Fundación DeArte, con un singular, ilustrado e ilusionado promotor al frente, Miguel Tugores. Con franqueza, nunca he sido capaz de entender de donde ha sacado ganas y recursos para hacer todo lo que ha impulsado en la ‘Ciudad del Cielo’. El caso es que, en la clausura de las jornadas de turismo rural que tuvieron por escenario el patio porticado del Palacio Ducal, Tugores redactó la esquela o acta de defunción de su proyecto si no cambiaba la opción del ayuntamiento y de la Junta al respecto de la instalación de un mosaico del siglo IV, ahora almacenado y que se localizó en la misma plaza donde se ubica la histórica y casi abandonada aristocrática mansión. El sitio elegido es el aludido patio, en el que la fundación se gastó lo que no tenía en una cúpula acristalada para cubrirlo y en el adecentamiento general para hacer de ese lugar un espacio escénico mucho más que digno. Brillante.
Sin ese continente no habrá actividad. Ni teatro, ni ópera, ni exposiciones…Nada de lo que ahora existe y que tiene un nivel, muy por encima de las expectativas de un pueblo que apenas supera los 600 paisanos. Del primero al último de los participantes en las jornadas se preguntó a qué responde este despropósito.  Desnudar a un santo para vestir a otro, cuando la villa está llena de espacios singulares y el propio palacio también, para recomponer y exhibir el sin duda fascinante mosaico. La perplejidad de los presentes se veía acentuada tras escuchar ponencias en la que se destacaba la importancia de la cultura para dinamizar el medio rural. No sólo la que nos regala la historia, sino también estas iniciativas particulares y exitosas. Aquí nos cargamos una, cuando hay fácil solución, a saber por qué. Será verdad aquello de que, Dios da pan a los que no tienen dientes.