Por la experiencia acumulada durante toda esta etapa democrática en nuestro país sabemos ya que la moción de censura es un instrumento previsto y regulado legalmente, que se puede utilizar a todos los niveles institucionales (nacional, autonómico, municipal), que sirve para exigir responsabilidad política a quien está gobernando, y que, si alcanza mayoría suficiente, produce automáticamente un cambio de gobierno, ya que siempre deben proponer un candidato alternativo. Asique, como instrumento legal que es, su utilización es siempre legítima, indudablemente legítima. Y hasta se podría decir que todas las mociones de censura tienen su motivo: quien las presenta considera que el censurado merece la censura y que el candidato propuesto tiene un programa de gobierno mejor; de no ser así, no se presentarían.
Pero más allá de la doctrina, que vale para todas, esta la consideración política de cada moción en particular. Y ahí es donde juega la oportunidad, el entorno, el viento favorable, el momento, el lugar, etc. En fin, eso que llamamos “agua en la piscina”. Por eso hay mociones que se presentan sabiendo que se ganarán, o que se pueden ganar, y otras que, sabiendo que se perderán, o que pueden perderse, tienen utilidad política para hacer más evidente una posición crítica, o para contraponer un proyecto de gobierno a otro, o para ambas cosas. También hay mociones que ni se ganan, ni tienen utilidad política, y hasta tienen efecto contrario al buscado, porque terminan reforzando al censurado; y casos ha habido.
Lo que pasa ahora creo que no tiene precedente: hasta ahora las mociones eran singularizadas, específicas, concretas. Y así fueron valoradas, cada una de ellas en particular. No conocíamos la técnica de las “mociones estratégicamente encadenadas”, vinculadas las unas a las otras. Y ahí puede estar la duda. Por ejemplo: la presentada en Castilla y León, por sí misma, además de legitimidad, tiene indudable fundamento. Responde a una diferencia evidente en el proyecto político y en el modelo de gestión propuesto, no sólo en la pandemia; reúne además algunas circunstancias favorables: el PSOE ganó las últimas elecciones regionales, la alianza para el gobierno de coalición ofreció y ofrece flancos débiles, la propia evolución de sus componentes estimula la presentación de la moción y hasta es un incentivo para hacerlo si aumenta sus posibilidades de éxito.
En el análisis individualizado hay poca duda; el problema quizá esté en la imagen que pueda proyectar el conjunto de esas que llamé “mociones encadenadas” en un momento tan especial como el que vivimos, tan necesitado de estabilidad y de certidumbre. Así que la solución, pronto; cuanto antes.