Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Rey

25/03/2021

Una de las mayores desilusiones de toda una generación de españoles ha sido la caída en desgracia (por méritos propios) de Juan Carlos I. El monarca supo aunar voluntades y acrisolar proyectos comunes para un país poco dado a los retos colectivos. Esa síntesis alimentó las esperanzas de españoles durante cerca de cuatro décadas.
Pero el dinero y la vida disoluta dieron al traste con ese activo, catástrofe saldada con su salida al extranjero en un episodio aún no resuelto que pasará por derecho propio a la historia de las grandes felonías patrias. Y una buena parte de los españoles nos quedamos entonces huérfanos de ese excipiente aglutinador.
Viene Felipe VI a Palencia por cuarta vez en su historia personal para atestiguar la buena salud de la factoría automotriz de Villamuriel. Lanza la empresa el deseo de que la planta fabrique vehículos híbridos en el futuro, argumento de uno de sus factores de reconversión, el más decisivo, para procurar cicatrizar la profunda herida que la Covid y la economía han dejado en la empresa del rombo.
Y es ese factor coadyuvante, integrador, ilusionante, que transmite el monarca el que echamos de menos y el que nos reconforta. Una nación con una narrativa arrasada por el cortoplacismo y el partidismo rampante, con unos mensajes políticos de nula calidad, la recuperación de ese factor común que es el mensaje de la monarquía alivia esa desazón creciente con la que asistimos al espectáculo de componendas en que se ha convertido el patio.
La necesidad de puntos de coincidencia hace cada vez más precisa la existencia de un elemento de conciliación y reconciliación: nada es posible sin la suma de voluntades y la sincronización de talentos. Todos los desastres, sin embargo, son imaginables en un escenario de enfrentamiento.
Ese Rey del martes y esa esperanza de sincronía nos hace mejores y, lo que en más importante, nos hace más fuertes. Viendo a Felipe VI en Palencia antier no pude evitar un sentimiento de melancolía y una cierta tristeza.