Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Verano esquivo

25/07/2022

Como buen paisano del norte de Palencia tolero bastante mejor el frío que el calor. Prefiero, cómo no, los 20 grados de media, pero si tengo que elegir entre 0 y 40 grados, no lo duden, me quedo con 0. Odio el calor; cuando el calor es excesivo ni se respira, ni se trabaja, ni se vive. Así que entenderán que esta temporada de olas de calor me deja en un deplorable estado de abatimiento. Y, en lo que llevamos de verano, más que una ola de calor parece ya un maremoto continuado cuyo fina no se alcanza a ver.
Pero hay más. Si a los efectos de la canícula vamos sumando los demás oleajes que se suceden, llegaremos a la conclusión, a la que yo ya he llegado, que este es el verano más esquivo de los que se recuerdan. Es posible que esto lo hayamos dicho ya varias veces en veranos anteriores, y no descarto que volvamos a decirlo en veranos venideros. Pero, de momento, este lo es. A las olas de calor han vuelto a sumarse olas de contagios, no sé bien si otra u otras cuantas. Las de calor han tenido algo que ver, aunque no es la única causa, con la pavorosa ola de incendios, especialmente cruel en nuestro territorio y con dramáticas consecuencias. A todas ellas acompaña un oleaje económico, mucho más que una ola, asociado a la guerra de Ucrania, aunque tampoco es la única causa, que nos obsequia con inflación al alza, precios desorbitados, amenazas energéticas, tipos de interés y primas de riesgo mirando hacia arriba, etc.
Así que ahí, en medio, estamos nosotros. Sin saber bien qué va a pasar, ni que debemos hacer. Porque una buena dosis de incertidumbres, sociales y políticas, añaden confusión a los oleajes. Sabemos que hay mucha negrura relacionada con el cambio climático, pero ya no estamos seguros de sí es reversible; sabemos también que mucha inseguridad deriva del ambiente de hostilidad en que se mueve el planeta, pero empezamos a dar casi por hecho que nos aproximamos irremisiblemente a un conflicto general. Y el problema es ese, que poco a poco vamos admitiendo el mismo grado de fatalidad en lo que ya no tiene remedio y en lo aún pudiera tenerlo.
Quizá lo mejor sea que descansen lo que puedan una temporada y en septiembre volvemos a pensarlo. Espero que, sin tanto calor, lo veamos algo mejor.