Alfredo Vallejo

Alfredo Vallejo


A ser feliz se aprende

23/04/2022

A ser desgraciado, también. La felicidad es un tema sobre el que he reflexionado con frecuencia y sobre el cual he tenido siempre una curiosidad grande; hoy, ya viejo, de una forma especial.
Hace ya bastantes años en una aldea soriana pude escuchar de boca de un viejo labriego unas palabras rotundas sobre la felicidad, de cómo poder ser felices. Allí debió de empezar mi  curiosidad sobre el tema:
«Mira  que damos vueltas a las cosas y todo es muy sencillo. Si quieres ser feliz, es muy simple. No pidas peras al olmo».
Observen la realidad real de nuestras vidas reales; no hacemos otra cosa que pedir peras al olmo.
Miles de horas de publicidad nos han arruinado para la felicidad; nos han convertido en lo que somos, unos desgraciados, deseadores compulsivos a toda hora, de jóvenes, de viejos. Deseadores sin descanso.
Nos ocurre como al pobre burro de la fábula; andamos tras la zanahoria que nos han colocado junto al morro por delante y que no alcanzamos nunca.
Además en este trance, como en todos, la publicidad nos engaña constantemente con una trampa muy eficaz. Confundir el placer con la felicidad; olvidando así que «el placer es un canto de libertad, pero no es la libertad»,   como advirtiera bellamente un gran poeta árabe.
Sobre la felicidad hoy hay muchos pregoneros; la mayoría mercachifles; no pocos, caraduras; bastantes grotescos y extravagantes. Alguno incluso feo y arruinado.
Píntese el toto (algo así) y aprenda. Entre sus piernas tiene escondida la felicidad, al alcance de sus manos… No sea tímida… Es blandita… Seguro que la encuentra…
En la antigua Roma el sabio clásico pregonaba un camino para llegar a la felicidad: «Age, quod agis». En castellano de a pie quiere decir más o menos: «Si quieres ser feliz, cuando comas, come; cuando bebas, bebe; cuando llores, llora y cuando cantes, canta».
Haz lo que haces. Nunca lo olvides.

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