José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


La mala conciencia

09/04/2022

Aparecieron una mañana con un camión, dos planchas de hormigón de dos por tres metros y treinta centímetros de grosor,-más o menos,-  y un cartelón descomunal. ¿Qué será?, se preguntaba el vecindario de la Calle Las Casas y alrededores. No hubo que esperar mucho para saberlo. Las pesadas losas sustentan una información de la Junta de Castilla y León para que todos sepan que, la reparación de algunas aceras de ese barrio ha corrido a cuenta de los presupuestos autonómicos. Logos, escudos y cifras ponen de manifiesto la generosidad del Gobierno de Mañueco con la ciudad de Soria. Para que luego digan que no invierten aquí. Dícese que de bien nacidos es ser agradecidos y posiblemente, al término de la lectura de este artículo habrá quien me califique de 'malnacido', porque al respecto de las aceras considero que nada hay que agradecer y sobre el cartelón infame que afea la calle y de paso ocupa gran parte de uno de los escasos aparcamientos para motos que hay en la ciudad, sólo se me ocurren improperios.
Es obvio que lo importante es que, la gente, sepa de qué administración salen los cuartos para cualquier obra. No vaya a ser que se engañen pensando que por fin el ayuntamiento socialista se ha fijado en este barrio y le voten de aquí a dos años otra vez. Pero al margen de esas consideraciones infantiles hay un par de asuntos o tres que me gustaría plasmar en estas líneas. La primera es que los recursos públicos los aportan los ciudadanos, no salen de los bolsillos de cargos electos o designados a dedo. La segunda es que, el horrendo pancartón, que le queda a la plaza donde los han ubicado, como a un 'Cristo dos pistolas', es más probable que mueva al rechazo de la administración que lo ha colocado que a su reconocimiento y gratitud para dar el voto a quien la gobierna. Con todo, hay una tercera apreciación que no quiero dejar en el tintero. Todo hace indicar que hay una mala conciencia, si es que tienen alguna, en quienes colocan estas pancartas. Deben justificarse ante las críticas sobre su incapacidad y dejar bien claro que algo han hecho. Por cierto, no ignoro que la ubicación de estos paneles está sujeta a una norma legal y es obligado colocarlas, pero es una norma derogable y en algún caso, como cuando la plantan en la fachada de un monumento recién restaurado, debería pasar de imposición legal a delito contra el patrimonio. Admirable por cierto, la habilidad de quienes erigieron el cartel de rigor en la magnífica plaza de Morón de Almazán, pero lo hicieron en una calle lateral que impidió que los aficionados a la fotografía irrumpiéramos en juramentos e improperios que nos acercarían a la calderas del Averno.