La primavera ya no es lo que era. Antes, sólo traía floración indescriptible, estallido de los adormecidos almendros, verdor por doquier, animales en celo, vida que brotaba en cuanto salía el sol triunfante, milagros estremecedores como el de la luz equinoccial de Santa Marta de Tera, en Zamora, cereales que sacaban su cabeza orgullosa tras el invierno castrante… Ahora, también alberga en su mochila algo tan extraño como una moción de censura que, como se sabe con certeza, no va a ninguna parte. ¿Cuándo se inventaron las estaciones y la Naturaleza dictó su ley perpetua e inexorable, ¿alguien pensó que, un buen día del 2023, tendríamos que asistir, en España, a una sesión tan esperpéntica como la que nos espera hoy. Dudo que ni el mejor guionista de las rarezas históricas se hubiera atrevido a tal pronóstico. Pero, amigos, ahí está y todos (o casi) nos disponemos a sentarnos ante televisión y radio para no perdernos detalle de lo que don Ramón Tamames nos vaya a proponer. Sabemos el desenlace, pero nos intriga su desarrollo. ¿Con quién va el otrora integrante del núcleo duro del Partido Comunista de España (PCE)? Si ha aceptado la moción, está claro (o eso parece) que va con Vox. Si uno se atiene a sus declaraciones en las decenas de entrevistas que ha concedido, da la impresión de que dista bastante de los postulados de Santiago Abascal. Si leemos el borrador de su discurso (¿filtrado por quién?), ya no sabe uno qué pensar. Solo se me ocurre preguntar, indagar, por la inmensidad de su ego, el único que, al menos para él, saldrá triunfante del desafío. Es tan rara esta moción y las reacciones que ha suscitado (la mayoría previstas y casi guiñolescas) que, pese a saber el resultado, provoca muchas incógnitas presentes y futuras. Y cuanto más se oye a los probables protagonistas, más incertidumbre nos acecha. Si bien, la principal la zozobra anímica que nos acompañará durante mucho tiempo reside en algo tan básico y sencillo como preguntarnos si esta moción, y sus consecuencias, servirán para beneficio de la gente corriente y no solamente para los intereses del político que la propuso.