Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Abandono

13/06/2019

Que no digo yo que la digestión de la sopa de letras de los partidos no sea interesante, inclusive importante. Que no digo que el momento no sea siempre más urgente que el contexto. Lo que digo es que lo urgente nos priva de lo importante. Y que según pasa el tiempo nos vamos olvidando de la vicaria condición instrumental de la política, antes un medio para la consecución de objetivos que una meta en sí misma.

Glosar las urgencias de las que nos priva el itinerario diario daría para varias páginas de éste su periódico, de modo tal que hoy traigo aquí una de ellas. Derivada de la denuncia comentada  también en esta esquina sobre la precariedad, insuficiencia y discrecionalidad ferroviaria de la inversión pública en España. Hablo de cómo están nuestras carreteras, su aspecto decrépito, su perentorio mantenimiento.

Lo hacemos desde una comunidad en la que se ubica el tramo más tercermundista de España, récord de desidia, los 75 kilómetros que el diablo confunda entre León y Benavente, tan kafkiano que se recomienda viajar despacio para que no se quiebre el coche. La punta del iceberg de un problema nacional expresado en la cifra de 7000 millones de euros, la cantidad necesaria para adecentar, bachear, repintar y equilibrar miles de kilómetros de vías en estado de abandono.

Lo propio de un país poco pactista, volcado por lo tanto no en el medio o largo plazo sino en un cortoplacismo rabioso en el cual no caben actuaciones de profundidad que hacen mucha falta pero lucen poco.

Las carreteras y sus adyacentes están hechas una porquería; básicamente.  Circunstancia que nos vincula más con nuestro sur que con nuestro norte, una perdición de la que no sabemos salir, atrapados como estamos en el nominalismo fulanista del día a día como si no hubiera un mañana. ¡Ay!