Carlos Lafuente

Carlos Lafuente

Trabajador de la Función Pública


Eutanasia de pago

12/12/2020

Resulta que la pandemia ha conseguido sacar a  la luz algunas de nuestras miserias, como el abandono presupuestario de la sanidad pública que ya ha sido tratado en este medio. O el pago con aplausos del personal al servicio de la sanidad, pero solo con vítores que nadie traduce al vil metal o a la estabilidad en el empleo. Y también nos ha dejado ver como las Residencias de mayores son unos auténticos aparcaderos de abuelitas y abuelitos que llevamos allí como los elefantes van a sus cementerios a morir.
Las residencias de mayores privadas son caras, muy caras. Y ello tampoco se traduce ni en sueldos correlativos de su personal ni en cuidados y servicios para sus usuarios. Es un auténtico negocio. El negocio de dejar morir a nuestros padres y abuelos. Ha quedado demostrado durante la primera ola de la pandemia. La parca ha sacudido estos centros llevándose por delante a diestro y siniestro, abandonados muchas veces y sin acceso a los mínimos servicios hospitalarios.Pero como estábamos en la cresta de la pandemia, había excusa para mirar a otro lado.
Pero pasada esa ola, es imposible volver al desconocimiento permitido por nuestra conciencia. Tenemos que ser conscientes de que tal y como están concebidos estos centro, nuestros mayores entran para acabar. Los dejamos morir, es una auténtica eutanasia lenta, eso sí: de pago y muy cara. Y lo peor de todo es la dejadez de la Junta de Castilla y León, competente en la materia para acabar con este negocio cruel. ¿Saben cuántos inspectores hay para unas 2.000 residencia privadas en nuestra Comunidad? ¿a qué responden las ratios establecidas por nuestra Junta?. Así que ante el incumplimiento de la legislación por parte de las empresas, ¿quién dijo miedo?. En todo caso es posible que revitalicen el negocio de los jamones de regalo. A veces uno siente vergüenza de pertenecer al género humano. Que la Junta nos pille confesados.