Iván Juarez

CARTA DEL DIRECTOR

Iván Juarez


A-11, una herida abierta

07/11/2020

Como si de un flashback se tratara, los Presupuestos Generales del Estado nos devuelven a esa otra realidad, por momentos previsible, monótona y conocida, previa  a la pandemia. Aquella cotidianidad de los proyectos en el aire, con pocos visos de convertirse en realidad, defenestrados o tal vez avanzados. Es de agradecer, en cualquier caso, ese atisbo de asomo a la vieja normalidad que nos ha permitido la presentación del borrador de las cuentas del Estado, los primeros números del tándem Sánchez-Iglesias, los primeros que podrían aprobarse desde Montoro (no confundir con Montero). Unos cálculos, los del Gobierno, que nos permiten detenernos en aquello que formaba nuestro quehacer informativo, sin tantas emociones, sobre todo en territorios como Soria que poco o nada esperan.  Nada soporta tan mal el paso del tiempo como esa declaración de intenciones plasmada en un documento, acompañada de cifras, euros, y fechas de ejecución, proyectos que en muchos casos no pasan del papel, o no llegan a hacerse realidad en tiempo y forma. Seguro que usted, querido lector, si mira alrededor, en su entorno, encuentra un buen puñado de ejemplos. Quién me iba a decir que echaría de menos, entre tanta tensión vírica, ese ritual tribal, con manual de partido en mano, que consiste en la defensa férrea de los presupuestos por parte de los representantes locales de quienes gobiernan. Enfrente, en un escenario sin escala de grises, lo normal pasa por la enmienda a la totalidad de un borrador al que no hay que hacer concesiones. La polarización nacional se traslada como solía al ámbito de lo local. Mismos o similares proyectos, mismas reacciones y tiempos de espera indefinidos. El virus, ya ven, no ha acabado con el mundo tal y como lo conocíamos. 
Ese listado de futuribles, para la mayoría escueto atendiendo a las necesidades y anhelos de la provincia, navega entre la realidad y el deseo;  en el caso de Soria más en la segunda esfera.  En unas cuentas todavía por aprobar y a las que los emisarios locales harán sus aportaciones para ganarse medio punto, destacan proyectos como el del Banco de España y su transformación cultural, la nueva comisaría, el cuartel de San Esteban. En el horizonte, la peleada depuradora y también se vislumbra un proyecto ilusionante como el Centro de Procesamiento de Datos de la Seguridad Social, algo deslucido al no aparecer en las partidas no provincializadas.  101 millones que priorizan determinadas infraestructuras sobre otras, atienden a la necesidad de mejoras de la Soria-Torralba, sobrevuelan la Soria-Castejón con un nuevo estudio, al tiempo que olvidan  una A-15 que duerme el sueño de los justos. Otros en su recta final o a medio estrenar, en el limbo de los proyectos que no dan el paso a una realidad firme: la cárcel o ese flamante Centro de Referencia Estatal donde, cuentan, se investiga a puerta cerrada.
El foco y los votos están puestos en la A-11, el considerado eje vertebrador de la Comunidad,  que nunca ha sido tratado como tal. Ese trayecto que es un auténtico juego de la oca entre tramos de autovía y de carretera nacional apunta al que debe ser el año del impulso definitivo, 2021. Al menos en territorio soriano.  Una infraestructura tan demandada como echada al olvido, un símbolo que refleja el abandono de ese trazado central que iguala en reivindicaciones a Soria y Zamora y que justifica el lamento de los primeros, que han vivido tan cerca, 207 kilómetros, pero tan lejos de Valladolid, centro administrativo y político de la Comunidad. Un acercamiento, del roce nace el cariño, que sin otras alternativas, sin ferrocarril ni Alta Velocidad, ha impedido el auténtico viaje en el tiempo que es emprender el recorrido por la A-11. Atestada de camiones todos los días del año y con mayores complicaciones cuando se multiplican las labores agrícolas, como en el caso de la vendimia cuando adelantar es recurrir a la época. 
Mientras en otras latitudes han avanzado sin cortapisas las infraestructuras, la A-11, sin grandes dificultades orográficas que sortear salvo la calzada romana de turno o los bodegueros en armas, discurre a paso lento. Ya en lo personal, he sido y soy usuario habitual de esta incompleta autovía y uno no puede dejar de preguntarse el porqué del letargo en un proyecto clave y también peligroso, que se cobra vidas humanas.  Mi vida profesional ha estado presidida por el desarrollo a cuentagotas de este vial: desde la retirada de los andamios en la Variante de Aranda tras  el tijeretazo de Pepiño Blanco en lo más duro de la anterior crisis a las últimas inauguraciones que invitan a pensar que Soria se encuentra en un lugar privilegiado, por tramos ejecutados, cuando realmente es un proyecto de Comunidad capaz de unir a plataformas de varias provincias en torno a un objetivo común. Mal harían los gobiernos que corten las cintas en apropiarse del progreso de la infraestructura en lugar de reconocer su parte de culpa en su retraso. Ni tan siquiera la alegría por la apertura de cada tramo consigue superar la exasperación por la tardanza. La A-11, una herida sin cauterizar en el corazón de la España vaciada.