Carmen Hernández

Carmen Hernández

Periodista


Rastreadores

24/10/2020

Una se los imagina con gorra de cuadros Príncipe de Gales y una lupa en la mano, buscando restos de pintalabios en las colillas sospechosas o huellas dactilares en los vasos de whisky;  o se los imaginaba porque,ahora, los héroes de esta novela de suspense en la que se ha convertido el coronavirus llevan gorros de quirófano, gafas de seguridad, mascarillas y batas de polipropileno hasta los pies y que me perdonen si es que,  aún, en algún sitio, no se les proporciona la debida protección. Porque su labor es impagable y, si , en Soria, estamos consiguiendo que la transmisión del virus no sea comunitaria, es gracias a ellos. 
Trabajan así; 8.00 horas: llegan del laboratorio los resultados de las PCR de la víspera y se los comunican a los interesados; a las 10.00 ya  están realizando pruebas a los contactos directos de los ‘positivos’. A la vez, cotejan con ellos la posibilidad de más afectados indirectos y manera de localizarlos; informan sobre el comportamiento a seguir en casa, días que durará el  confinamiento y pautas por si aparece algún síntoma; extienden certificados a quien los necesite para el trabajo y colaboran en otras funciones de enfermería. Llaman, cada mañana, para controlar el estado de salud y contestar dudas si las hay y, el noveno día, dan cita para la segunda PCR que, si sale negativa, termina el proceso. 
Eso es rapidez, eficacia y profesionalidad y, en parte, se debe a que los  rastreadores de Soria están físicamente en los centros de salud en contacto con los pacientes. No ocurre igual en otros sitios y no puedo dejar de acordarme del caos de Madrid donde, este verano, había 180 rastreadores para toda la población; luego, pidieron vountarios para la tarea; después, le encargaron a una empresa privada que los buscara y, ahora, dicen que tienen uno por cada 11.904 habitantes. Aquí, hay uno por cada 1.926 personas. Y funcionan. Al igual que el resto de nuestros sanitarios a quienes nunca podremos pagar su esfuerzo y su dedicación.
¡Buen trabajo!