Dos Españas

Pilar Cernuda
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Tanto empeño en superar el guerracivilismo y, al final, lo que han provocado los políticos de hoy que nos han tocado en suerte, es que 80 años después de finalizada la guerra civil la sociedad española se ha dividido en dos. Con un enconamiento brutal entre una y otra parte, con un lenguaje que rescata términos que se creían olvidados para siempre y acusaciones impropias de un país que debe avanzar sin mirar permanentemente hacia atrás. Sobre todo porque como ocurre en todas las guerras civiles, mirar atrás solo trae dolor.

Dolor de verdad, auténtico. Nada que ver con el comentario en tono de broma que le hizo D. Felipe a Pedro Sánchez cuando también de broma el presidente le decía que su toma de posesión había sido muy breve y el Rey le respondió que “ha sido rápido, simple y sin dolor. El dolor vendrá después”. Siempre hay quien busca tres pies al gato y se toma las bromas al pie de la letra, interpretando la frase del Rey como una advertencia.

Bastantes problemas tienen por delante el nuevo Gobierno y la oposición, como para dibujar una España de ricos y pobres, víctimas y verdugos, derechas e izquierdas, como la que ha salido del penoso debate de investidura. La derecha, con Ciudadanos dentro, es facha, y la izquierda irresponsable. Cuando hay facherío –que no es lo mismo que fascismo- , e irresponsables, en derecha e izquierdas. El empeño en las descalificaciones personales y políticas daña a ambas artes, aunque la izquierda al menos tiene el consuelo de haberse hecho con el gobierno mientras que las derechas no les queda más que verter lágrimas por la situación en la que se encuentran, y que se prolongará en el tiempo si sus dirigentes no tienen más actividad que lanzar venablos al adversario sin esforzarse por afianzar el voto, incrementarlo en la medida de lo posible, y aprender las reglas básicas de la estrategia política. En la que es un maestro Pedro Sánchez, aunque carece de los principios que se deben exigir a un presidente de Gobierno.

Desde hace media docena de años sufre España las consecuencias de la ruptura social que se vive en Cataluña con la irrupción del independentismo. La fórmula de gobierno que ha buscado Sánchez, y su propia actitud para imponer esa fórmula contra viento y marea, ha roto en dos al resto de la sociedad española. Situación de la que no puede salir nada bueno, sobre todo porque se suma a otros muchos inconvenientes que vienen de la mano del nuevo gobierno, como las cesiones al independentismo o anuncios programáticos que van a afectar negativamente a las cifras económicas y de empleo.

A Sánchez y a sus socios no les preocupa: la prioridad es mantenerse en el poder, y para ello es fundamental presentar a la oposición como un grupo homogéneo, unido bajo un inmenso e inquietante paraguas “facha”.

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