"El Diálogo con Diputación y Ayuntamiento está muerto"

Nuria Zaragoza
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Continúa el proyecto que emprendió en 2017, pero en el escenario COVID. Confía en retomar la senda de crecimiento cuando mejore la situación sanitaria pero, alerta, la nueva clase de trabajadores pobres surgida en la anterior crisis ahora está «peor»

"Es fundamental poner en marcha la cárcel" - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

En 2017 asumió la secretaría general de Comisiones Obreras en Soria y ahora acaba de ser reelegido. Javier Moreno asume el reto en un escenario complejo, con un mercado laboral dañado por la crisis sanitaria.

¿Cómo afronta el nuevo mandato?

Con mucha ilusión. Estar cuatro años al frente del sindicato y con un equipo de trabajo sólido facilita mucho las cosas. El punto de partida es que, de los siete que estábamos [en la ejecutiva], mantenemos cinco, de modo que entran dos personas nuevas. Quiero dar la enhorabuena a los reelegidos y a los nuevos elegidos y, sobre todo, agradecer a las personas que han salido en este proceso congresual porque han contribuido para que CC. OO. sea un sindicato de referencia para la clase trabajadora en la provincia. 

No deja de ser por tanto un proyecto de continuidad pero también es verdad que hay situaciones que se han dado en estos cuatro años que condicionan el día a día. Ahora arrastramos la crisis sanitaria, que ha desencadenado en una crisis económica y nos ha metido de lleno en una crisis social, y eso supone que la situación que teníamos hace cuatro años no es igual que la que tenemos ahora. 

Los escenarios han cambiado, ¿los retos y objetivos también?

Son diferentes porque, cuando en 2017 asumimos la dirección del sindicato, era un momento económico donde estábamos en expansión, se estaba empezando a generar empleo (eso sí, con la misma precariedad laboral que ahora), a salir de la crisis económica de 2008-2009. También es verdad que entonces nos encontrábamos una situación en la que partidos políticos, sindicatos, asociaciones, ong... estaban cuestionados por la sociedad porque una parte de nuestra clase política estaba metida en la corrupción y esa corruptela de unos pocos perjudicaba a todos. Esa situación hoy no la tenemos y, de hecho, si ha puesto algo en valor esta crisis sanitaria es precisamente lo que tiene que ver con el sector público. No se ha criminalizado a los empleados y empleadas públicas como se hizo en la crisis de 2009. 

También es cierto que la decisión del Gobierno central de coalición de impulsar el Diálogo Social ha puesto en valor el trabajo que hacemos los sindicatos, porque de ahí han salido medidas tan importantes para la clase trabajadora como el ingreso mínimo vital, la subida del salario mínimo interprofesional, el ERTE como figura para contener los despidos...

¿Hay ahora más Diálogo Social? 

Sí, sin duda. De hecho, nada más empezar el gobierno de coalición ya se sentó con la patronal y empezamos a marcar lo que sería el desmontaje de la reforma laboral. Hay que reconocer un cambio, porque anteriormente no existía el Diálogo Social. Si miramos atrás, solo recordamos los viernes negros cuando, a golpe de decreto, el Gobierno iba recortando derechos. 

Más de 300 empresas y cerca de 8.000 trabajadores siguen en ERTE, hay más de 4.500 parados, el 50% de las empresas de Soria asegura que siguen muy afectadas… ¿Qué perspectivas de recuperación aventura?

Hay que tener claro que sigue habiendo gente que se contagia, que enferma, gente en las UCI, que fallece... por lo que todavía urge mantener las medidas sanitarias para evitar el contagio. La crisis sanitaria nos sigue condicionando, pero todo indica que en el segundo semestre, a través de la vacunación, vamos a ser capaces de ir combatiendo poco a poco la crisis sanitaria. Y lo que está claro es que, en el momento en que seamos capaces de contener la pandemia, la economía tiene que empezar con un ciclo de expansión y se tiene que empezar a generar riqueza, empleo, nuevos puestos de trabajo, y que las personas que están en ERTE salgan del expediente. 

Es cierto que tenemos muchos sectores al 50% e, incluso, cerrados. Hostelería, comercio, turismo, transporte, centros deportivos... 

Yo siempre digo que en la economía de un país es fundamental cuidar el mercado externo, las exportaciones, pero que la economía interna es la que saca adelante cualquier país. Y, dentro de esa economía interna, la clase trabajadora jugamos un papel importante porque, si tenemos un empleo estable, buenas condiciones laborales y salariales, vamos a generar riqueza. La confianza y el poder adquisitivo suponen poder de compra y, si yo gasto, contribuyo a que la economía se active. 

El ATI, el Centro de Procesamiento de Datos, el PEMA... ¿qué papel cree que pueden jugar estos proyectos en la recuperación económica de Soria?

Un papel fundamental. El mayor problema que tenemos en esta provincia es la despoblación. También, el envejecimiento. Las administraciones públicas sobre todo tienen que ser las encargadas de atraer inversión a nuestra provincia. 

Es fundamental poner en marcha la cárcel, dotar de una plantilla (una RPT) al Centro de los Alimentos, impulsar el Centro de Referencia Estatal... Todos estos grandes proyectos que dependen de las administraciones hay que ponerlos en marcha porque las instituciones públicas también tienen que ser generadoras de empleo. Además, si una administración saca oferta de empleo público y crea puestos de manera fija, supone trabajos estables, y eso es clave para desarrollar un proyecto de vida, porque lo que da garantía para, por ejemplo, invertir en una vivienda es tener la seguridad de un sueldo mensual. 

Y el segundo papel que tienen que jugar las administraciones es el de atraer proyectos de la empresa privada para que vengan a nuestra provincia para generar riqueza y empleo pero, también, para atraer población en Soria y en las zonas rurales. Porque eso, junto con los servicios y las infraestructuras, es lo que tiene que servir para sacarnos de este pozo. 

Menciona la cárcel, el CRE... proyectos de iniciativa pública que ha costado lanzar. De los que están ahora de actualidad, del ATI, el PEMA, el Centro de Procesamiento... ¿confía que, esos sí, van a salir adelante?

Yo creo que el tema del Procesamiento de Datos va a salir adelante y, en este sentido, creo que es fundamental ligar la Formación Profesional con determinados puestos de trabajo que se puedan demandar en ese proyecto. Tenemos que ser capaces de tener titulaciones que nos sirvan para explotar los recursos que tenemos en la tierra y, además, si tenemos titulaciones punteras podremos conseguir que personas de otras provincias se vengan a formar aquí. 

¿Y el PEMA y el ATI?

El PEMA es cierto que siempre ha despertado cierta polémica, sobre todo la antigua CMA, porque ha estado judicializado y paralizado durante muchos años. Creo sinceramente que eso será el tiempo el que dé la razón o la quite sobre si hay un proyecto que va a funcionar. Digo esto porque, igual que otros proyectos dependen solo de las administraciones públicas, esto ya no solo depende de eso. 

La Diputación está poniendo dinero encima de la mesa pero luego tienen que venir empresas privadas y poner dinero y esas empresas serán las que lo vayan a gestionar. Pero cuando se pone dinero público encima de la mesa hay que hacerlo con una responsabilidad. De entrada, estamos expectantes. 

Sin salir de Garray, Ondara ha decido cambiar las rosas por cannabis terapéutico. ¿Confía en que este cambio garantice la viabilidad al mayor invernadero de Europa?

Nos toca ser cautos. En los peores momentos de Aleia nosotros estuvimos de la mano de la administración concursal y facilitamos reuniones con la Fundación Anclaje [...] A partir de ahí, se produjo una venta donde llegó este fondo americano y asumió la gestión. En las primeras reuniones que mantuvimos con la dirección de la empresa la idea inicial era arrancar una parte del invernadero (entre 3-5 hectáreas de las 14 que hay) y empezar a cultivar el cannabis. Eso es lo que nos transmitieron. También es verdad que cuando ellos vienen coincide con unos meses en los que la empresa empieza a tener beneficios, con lo cual, se encuentran con una situación de dudar si el negocio de la rosa es rentable. 

A partir de ahí, lo que han hecho es arrancar todas las rosas del invernadero y hacerlo además sin tener los permisos de la Agencia Estatal del Medicamento, cuestión que nos ha descolocado por completo porque no es lo que habíamos hablado con la empresa. Esto ha supuesto que han aplicado un ERTE y ahora la mayoría  de la plantilla están todos en casa. Yo personalmente no lo entiendo. 

¿Y confía en que el cannabis terapéutico haga viable ese proyecto?

No tenemos otra opción. Al final, Soria no se puede permitir el lujo de perder tantos puestos de trabajo. Confío en que se les dé el permiso y se empiece con la actividad y se empiece a sacar a las personas del ERTE porque hay que tener en cuenta que ese ERTE es diferente de los que se han acogido las empresas como consecuencia del COVID. En este, las personas que tienen 360 días cotizados pueden acceder a la prestación por desempleo, pero el resto se va al desempleo y se queda sin un duro. 

El Gobierno acaba de aprobar una nueva prórroga para los ERTE. El verano está cubierto pero ¿y después?

La propuesta de CC. OO. siempre ha sido prorrogar los ERTE mientras sean necesarios y, además, mantenerlos más allá de la propia situación de la pandemia. Porque ha quedado demostrado que es una herramienta útil para las empresas. Hay que dejar los ERTE de manera permanente en nuestro mercado de trabajo para que las empresas puedan utilizarlos cuando tengan problemas económicos. Eso sí, siempre y cuando los proyectos sean viables. 

¿Temen que parte de estos ERTE puedan acabar en ERE?

Siempre ha quedado la duda. Una de las cosas buenas que tienen los ERTEpara las empresas es que se siguen manteniendo las plantillas. Si haces un despido, tienes que indemnizar y no te garantiza que, cuando vayas a buscar a tu trabajador, esté libre, porque ha podido encontrar otro empleo o porque no le interesa. De esta manera, garantizas que lo puedes rescatar cuando lo necesites. 

Cuando cogió el cargo en 2017 alertó de que había surgido una nueva clase social, los trabajadores pobres. En la crisis actual, ¿se ha acrecentado?

Vamos a peor. Entonces explicábamos que eran esos trabajadores que, a pesar de tener un empleo, lo pasaban mal para llegar a fin de mes. Eso es precariedad laboral porque, más allá de que tengamos un abuso excesivo por parte de las empresas de los contratos temporales, también veíamos que había mucha parcialidad. Me refiero a parcialidad no deseada, no a que yo por ser padre o madre reduzco mi jornada de trabajo para conciliar, sino a aquella en que la empresa me hace un contrato por media jornada, por días, por horas... porque eso no da estabilidad. 

La situación de la pandemia desde luego lo que está provocando es más situaciones de pobreza, está aumentando el número de familias que están en el umbral de la pobreza. 

¿Pobres a pesar de trabajar?

A pesar de trabajar... el que está trabajando, porque hay que tener en cuenta que, cuando estás en ERTE, salvo que lo negocies para complementar al cien por cien tu salario, los ingresos bajan al 70% y va en función de lo cotizado. Si antes la situación era mala, ahora es muchísimo peor. Y después de la pandemia seguimos por desgracia con el abuso excesivo de la contratación temporal, hay muchísima rotación en el empleo, vemos que hay trabajos muy precarios...

El virus ha afectado prácticamente todo pero hay algunos muy dañados como la hostelería o el comercio, que ya venía de una situación complicada previa. ¿Cuál es la realidad de los trabajadores en esos sectores?

No lo sé al detalle pero, por ejemplo, nosotros ahora estamos inmersos en un conflicto laboral con la plantilla de H&M porque, con la era de la digitalización y las compras por internet, la empresa lo que está haciendo es cerrar tiendas. Hace unos meses fue en Douglas. Es sector comercio y las empresas lo que pretenden es ahorrar costes cerrando tiendas y reduciendo plantillas porque, por desgracia, lo que se está fomentando es la compra por internet. Eso lo que está provocando es que estamos destruyendo empleo, y eso ha pasado en Soria también. Si escuchamos a los pequeños comerciantes se puede ver el daño que ha hecho internet. 

La automoción es uno de los sectores más importantes en Soria y, también, uno de los que más ha tocado la pandemia. ¿Qué situación atraviesa el sector y qué perspectivas hay?

El sector del auto o componentes de automoción es cierto que tiene mucho peso en nuestra provincia porque son empresas que tienen cierto volumen de trabajadores. Han pasado momentos de baches, porque en el momento del confinamiento más duro la actividad estaba prácticamente parada. Si no se venden vehículos, no hay actividad. 

También es verdad que ahora estamos viendo situaciones muy distintas, con empresas que se ven obligadas a aplicar ERTE a sus plantillas y otras donde están trabajando relativamente bien. Esta semana se firmó un convenio colectivo estatal del sector de la química [los componentes del automóvil o son del metal o de la química] y se han mejorado las condiciones laborales. Eso es buena señal porque, si estamos en un sector con pérdidas, la patronal del sector no se sentaría a negociar un convenio con subidas salariales. Significa que el sector no está tan mal, independientemente de que haya empresas que tienen ERTE en vigor. 

Había firmas del sector en situación complicada antes de la pandemia. ¿Se teme que alguna pueda cerrar?

No tenemos conocimiento de que alguna vaya a cerrar, pero es cierto que algunas están aplicando ERTE. 

¿Hay nichos donde emprender?

Creo que la apuesta de Soria tiene que estar relacionada con investigación, desarrollo y, sobre todo, con los empleos verdes. Soria ofrece posibilidades que no ofrecen los grandes núcleos industriales ni los grandes polígonos. Hay que buscar las oportunidades que ofrece nuestra tierra. Por ejemplo, sector agroalimentario y el sector de transformación de los alimentos. 

El teletrabajo en España ha pasado de ser la realidad de un tímido 4,8% de la población en 2019 a convertirse en la nueva modalidad para más de un tercio de los empleados. Hay una regulación ya pero ¿cómo está siendo su aplicación en Soria?

Está siendo de manera desigual. Al principio muchos tuvimos que teletrabajar de manera obligatoria y eso aceleró una normativa que lo regula, porque trabajar en casa supone unas mínimas condiciones laborales que te las tiene que garantizar la empresa, que te tiene que dotar también de los recursos y regular también las jornadas de trabajo para que estar en casa no suponga estar 24 horas pendientes del trabajo. Ya se han sentado las bases y ahora lo que hay que hacer es intentar que las empresas donde se pueda (porque no en todos los puestos se puede teletrabajar) faciliten que sus plantillas puedan teletrabajar. 

Con la pandemia ¿se ha bajado la guardia en el tema de inspecciones y protección de los trabajadores?

Sí, claro que sí. Hemos detectado que las empresas han bajado la guardia porque la prevención se ha centrado en la mascarilla, las mamparas, la distancia... Es cierto que eso tenía que ser el foco cuando estalló la pandemia, pero ha pasado ya un año y no se puede descuidar, porque además hay una Ley de Prevención de Riesgos Laborales que obliga a las empresas a tomar las medidas necesarias para que no se produzca ningún accidente ni enfermedad laboral.

¿Es momento para tantear una nueva subida del salario mínimo?

Por supuesto, es el momento. Si nosotros somos capaces de dar poder adquisitivo a los trabajadores y trabajadoras, eso supone tener capacidad de compra. Eso regenera la economía y supone consumir más. Es una rueda. Hay que sumir el SMI pero, también, mejorar los salarios en los convenios colectivos. Es fundamental. 

¿Y cómo va la negociación de convenios colectivos en la provincia?

Se negocian en Soria quince convenios colectivos y es verdad que no es el mejor momento para negociar, sobre todo en sectores donde hay que reconocer que las empresas lo están pasando mal. Nos estamos emplazando al segundo semestre para ver cómo va el sector para sentarnos. 

¿Hay un buen diálogo con la patronal de Soria en estos momentos?

Sí. Estamos obligados a entendernos. El Diálogo Social es fundamental en todos los ámbitos y está demostrado que se consiguen grandes acuerdos. 

El Diálogo Social, en el plano provincial, se ha utilizado para negociar algunos asuntos  como el Plan Soria. ¿Están satisfechos con ese plan?

Aquí tenemos que diferenciar el Diálogo Social como tal, donde hay que crear Consejos de Diálogo Social con los ayuntamientos y la Diputación y dotarles de contenido. En este sentido, tenemos que decir que el Diálogo Social tanto con el Ayuntamiento de Soria como con la Diputación está muerto. Y luego, dentro del Diálogo Social, tenemos el apartado del Plan Soria, donde sí que es cierto que ha habido reuniones pero también es verdad que durante los tres años y pico de vigencia del Plan Soria hemos sido muy críticos y en numerosas ocasiones nos hemos sentido engañados porque la Junta decía que destinaba un dinero a Soria para gasto extraordinario y veíamos que era para gasto corriente (como las obras del hospital). 

Luego hay una parte dentro del Plan Soria que tiene que ver con medidas a trabajar con las organizaciones sorianas (Diputación, FOES, UGT y CC. OO.). El propio documento nos mandataba a trabajar en tres ámbitos:vivienda, natalidad y arraigo. Eso, sinceramente, bajo mi punto de vista, es lo que mejor ha funcionado. Con el anterior gobierno del PSOEy ahora dándole continuidad con el PP. Ahí sí que ha habido medidas donde se ha trabajado bien en materia de rehabilitación de vivienda para alquiler (desde una bolsa pública), accesibilidad y eficiencia de vivienda. En el tema de natalidad es cierto que a nosotros no nos gustaba el cheque bebé y apostábamos por políticas de conciliación, pero al final nos inventamos el tema de la tarjeta y, bueno, repercute en el comercio soriano. 

¿Quién ha roto el Diálogo Social con Ayuntamiento y Diputación?

No han tenido contenido. Están creados los consejos y, de hecho, en Soria fueron de los primeros; pero no le han dotado de contenido. 

Comentaba antes la desafección que  en la anterior crisis había hacia los sindicatos. ¿La pandemia ha dado de algún modo la vuelta a esa situación?

No sé si dar la vuelta pero sí que creo que se ha cambiado la imagen. Hablo de mi organización, donde hemos demostrados ser serios y responsables, e incluso en los momentos más críticos hemos sido capaces de ponernos de acuerdo con la patronal y el Gobierno para sacar medidas que protegieran a las personas y al empleo, mientras nuestra clase política no ha estado a la altura.  

Entonces hubo una caída de afiliación. En esta crisis, ¿qué ha ocurrido? 

El mayor valor que tiene un sindicato como CC. OO. es la afiliación. Son personas que colaboran con su cuota para que el sindicato siga vivo y pueda trabajar por mejorar las condiciones laborales, sociales y de vida de la clase trabajadora. En la anterior crisis hubo muchos despidos y muchas personas, incluso fieles al sindicato, tuvieron que reducir gastos y darse de baja del sindicato. Las bajas fueron por motivos económicos. 

¿Y en esta? ¿Qué ha ocurrido?

En esta es cierto que se ha desafiliado gente, también por motivos económicos, pero también es verdad que se están afiliando nuevas personas, de modo que la balanza está compensada e incluso hemos subido en algo la afiliación. Ahora estaremos cerca de los 3.000 afiliados. 

¿Qué representatividad tiene el sindicato en la provincia ahora?

Cerca del 40%. De cada cien delegados que hay en la provincia, 39 son de Comisiones Obreras. 

Es una continuidad pero entiendo que hay nuevos proyectos y retos para este nuevo mandato. ¿Cuáles son?

En el tema laboral, seguimos teniendo muchos trabajadores y trabajadoras que no tienen un convenio colectivo de aplicación y el reto en estos cuatro años sería conseguir que todos los trabajadores de nuestra provincia estén bajo el amparo de un convenio colectivo sectorial. No obstante, muchas veces nos estamos encontrando con que la patronal no tiene constituidas las asociaciones del sector y, en ese sentido, hay que instar a la patronal y convencerles de la importancia de regular las condiciones de las plantillas. Los convenios son fundamentales para mejorar las condiciones laborales, sociales y de vida de los trabajadores y, también, para dotarles de poder adquisitivo. Tenemos que ser capaces de subir los salarios, como mínimo, lo que sube la vida.  

Otro de los retos es negociar los planes de igualdad. La ley obliga a las empresas de más de 50 trabajadores, pero habría que extenderlo al resto. Tienen que servir para mejorar las condiciones laborales y, sobre todo, corregir las desigualdades. 

En cuanto a otros proyectos de la nueva ejecutiva, entendemos que una parte importante de nuestra labor tiene que ver con la parte laboral pero también queremos tener presencia más allá de los puestos de trabajo, queremos ser un referente cultural en nuestra provincia. 

Y un reto fundamental tiene que ver con la juventud. Presumimos de tener la generación mejor preparada pero la realidad es que no le damos oportunidades y se tienen que ir del país. Como sindicato y como sociedad tenemos un reto, y es fomentar la contratación de las personas más jóvenes, porque es uno de los colectivos que más sufre la precariedad laboral, junto con las mujeres y la población  inmigrante. Es una labor pendiente.