Cita anual con los Sanjuanes

Ana Pilar Latorre
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Los feriantes forman parte del paisaje sanjuanero. Aseguran que son como una pequeña familia que se reúne cada año en fiestas de San Juan de Soria, en una feria modesta y tranquila

Cita anual con los Sanjuanes - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Raúl Remán Pina, de Zaragoza, lleva viniendo a las ferias de Soria con su churrería móvil desde hace 45 años, los mismos que tiene. Su tío, Antonio Blanco, le vendió el negocio a su madre y la familia siempre ha acudido por tradición. «Mis padres incluso venían tres o cuatro meses antes de San Juan y a distintas ubicaciones en todos estos años», explica el feriante. Siempre les ha gustado «el ambiente tranquilo y la buena gente de Soria», donde sus padres siempre han tenido «muy buenas amistades». Asegura que en Soria no se ha perdido la tradición de acudir a las ferias, aunque parece que últimamente a la gente joven le cuesta algo más, sobre todo por la noche. Los días que más éxito tienen, tal como explica, son los dos días del niño, el viernes antes de San Juan y el Martes a Escuela, además del Sábado Agés y el Domingo de Calderas, cuando se nota que es fin de semana y que hay más gente en fiestas.

«Cuando éramos jóvenes sí que íbamos a los actos de San Juan a los que nos daba tiempo, pero ahora cuesta algo más», apunta Raúl, que viene a Soria con su hermano, su mujer y alguno de sus hijos. Sobre su vida como feriante, indica que lo ha vivido siempre y que él lo ve normal, «aunque no es tan rutinario como estar en una fábrica, porque aquí cambias de ciudad o de pueblo y conoces a mucha gente». En la feria de Soria «somos buenos compañeros, nos llevamos bien y hay mucha armonía, es muy familiar». «Venimos bastantes y, cuando termina, una parte se va a Pamplona a San Fermín y, en nuestro caso, a Camaretas y luego a Tudela. En Soria nos encontramos pero después nos desviamos a otros lugares», añade.

La familia de Raúl sale de Zaragoza con la churrería móvil de junio a octubre, para el Pilar, y viajan en caravana. Pero muchos de sus compañeros están de ruta todo el año. Espera que los sanjuaneros acudan a por churros, porras, gofres, lazos, patatas... a pesar del calor, lo que contrasta con el año pasado, cuando llovió dos días y no pudieron abrir.

De muy diversa procedencia

La familia Clavero sigue acudiendo a Soria con su tercera generación 

José Manuel Benito, más conocido por Manolo, es el portavoz de los feriantes y viene a Soria desde La Rioja junto a su mujer, Mª Ángeles Sainz, desde hace 30 años, con la tómbola de los jamones. «Venimos desde La Rioja, Zaragoza, Navarra, Madrid, Murcia, Bilbao, Jaén... es muy familiar y tranquila», coincide con su compañero churrero. Los más veteranos son la familia Lafuente, los del Tren Chispita, indica el feriante, que llevan más de 50 años acudiendo a la feria de Soria. «Han estado incluso en el emplazamiento de la avenida de Valladolid y han ido renovando la atracción con los años», añade. Para ellos, es una feria atractiva, también económicamente, y el grupo tiene buena sintonía con el Ayuntamiento. Uno de los cambios de este año ha sido la atracción de los ponnys, que se ha cambiado por una pista infantil. «Aquí en Soria sí le dejaban pero en otros emplazamientos no, por lo que ha decidido cambiar», detalla.

La crisis se notó en el sector, pero ahora hay cierta recuperación. «Nos ha afectado más que a otros sectores, porque es en lo último que se gasta el dinero, en vez de bajar todos los días se baja uno y en vez de montar a un niño cuatro veces se monta una. Parece que se ve un poco la luz y esperamos que siga así», comenta haciendo referencia a que hay gastos en emplazamiento, gasoil, luz, impuestos... y a que «estamos también a expensas del tiempo». «Pero hoy por hoy compensa estar en Soria cada año», afirma.

Mª José Clavero, de Zaragoza, viene a Soria con su puesto de algodón de azúcar y manzanas de caramelo desde hace 44 años y es la tercera generación que lleva este puesto. «Recuerdo que mis abuelos lo montaban en la avenida de Valladolid, en la zona del bar La Carreta, y también en el Espolón y en la zona de atrás, con un baby de niños cuadrado. Yo pasaba a la Dehesa a jugar», explica. Junto a Manolo, comentan que a veces se escapan a Valonsadero a comer y a la Saca, pero inciden en que ellos tienen que trabajar, que no están de fiesta. También charlan sobre la evolución de los puestos, «ahora todos con luces LED». También conocen a mucha gente, del vecindario y de la ciudad.

La familia Tadeo, de Madrid, viene desde hace 20 años con el Bingo y la tómbola, además del puesto de patatas asadas.También les gusta mucho acudir a Soria y después irán a San Fermín, comentan.