Sara Guzmán, el silencio de la prodigio musical soriana

Sonia Almoguera
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Javier Laso descubrió por casualidad que su madre fue en su juventud una célebre directora de orquesta y compositora, una faceta que nadie conocía en la familia y de la que ella nunca habló

Sara Guzmán, el silencio de la prodigio musical soriana

¿Por qué ocultó seis años de su vida? ¿Por qué nunca habló de ellos? ¿Por qué lo dejó? ¿Por qué jamás volvió a componer? De esas preguntas, que nunca obtendrán respuesta, ha surgido 'El silencio de una artista. La pianista Sara Guzmán', el libro con el que su hijo, el catedrático emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca, Javier Laso, ha descubierto una faceta de su madre que toda la familia desconocía: la de niña prodigio de la música soriana.

Violinista, pianista, directora de orquesta, compositora (la primera de la que se tiene noticia en la provincia en la Edad Moderna), Sara Guzmán alcanzó a la temprana edad de 13 años el 'status' de celebridad en la Soria de efervescencia cultural de los años 20 del pasado siglo. «En 1923», señala su hijo y autor del libro, la prensa recoge la primera noticia en la que aparece como protagonista. Sería el inicio de su masiva presencia en la vida cultural soriana que se extendería aproximadamente hasta 1929. Javier Laso ha podido reconstruir ese período de la vida de su madre, de los 13 a los 20 años, que sus propios hijos desconocían a través las constantes referencias que la prensa soriana publicó . 

El cómo descubre el autor esta faceta oculta de su progenitora es, en sí misma, una historia digna de  ser contada y, de hecho, forma parte de este libro, una biografía de su madre, pero a la vez, «también mía, sobre lo que voy sintiendo al descubrir el pasado artístico de mi madre». Todo comenzó con el libro de Norberto Francisco Moreno 'El gran piano de la Amistad. Carl Rönish No. 8015, el ocaso de una eterna melodía'. «Me llega a través de la mujer de un sobrino mío que lo compra en la Librería Las Heras», recuerda. Laso asegura no creer en las casualidades. Cuando llegó a la página en la que se reproduce una fotografía de su madre y una reseña en la que aparece como violinista, compositora y directora de orquesta, la primera reacción de Javier Laso fue pensar que había, obviamente, un error. Porque su madre, que él y el resto de sus familiares supieran, no tocaba el violín, y entre las partituras que guardaba no había ninguna compuesta por ella. «No me lo acabé de creer...Hasta que lo confirmé. En Medicina hay diagnósticos erróneos», apunta .

Usando el método científico basado en «de dudar de todo» que tanto animó a adoptar a sus alumnos en sus más de 40 años de dedicación a la docencia, Javier Laso fue, poco a poco, encontrando pistas que, al final, le llevaron a la conclusión de que, efectivamente, Sara Guzmán fue en su juventud, justo antes de casarse, una figura musical «muy relevante» en la esfera musical soriana. Sin el libro de Norberto Francisco Moreno, destaca Javier Laso, «jamás habría surgido este libro».

en la hemeroteca. Revisó la hemeroteca de la época, visitó la sede de los Franciscanos en Soria en busca de documentación, revisó archivos que le llevaron a grandes instituciones culturales de ámbito nacional y, allí, con la perplejidad y el entusiasmo de un detective que consigue resolver la parte más enmarañada de un gran misterio, encontró una de las partituras de su madre.

Su emoción, sus propias contradicciones, sus dudas, la sensación de no conocer a su madre, que murió tempranamente a los 53 años cuando él tenía 16; el estímulo al ir 'descubriendo' a la Sara Guzmán que en 1923, con sólo 13 años, consiguió la plaza de pianista-directora del Teatro Principal de Soria, que en 1928 dirigía la Orquesta del Centro Franciscano y que, en ese mismo año, estrenó su obra 'A orillas del Duero'... Todo ello forma parte de esta singular doble biografía. «Porque este libro es un relato con dos aventuras: la vida de mi madre, y la mía propia. Es un puzle donde trato de 'reconstruir a mi madre y reconstruirme también a mí mismo», agrega.

En el libro no hay giros de guión. En realidad, su autor expone los hechos en torno a la vida 'secreta' de su madre en el mismo «orden en los que los fue encontrando yo», apunta, con las mismas sorpresas. Para él, sin duda, 'El silencio de una artista' ha supuesto también todo un reto porque ésta es su primera obra literaria. «Es el primer libro no médico que escribo», añade. Y también llegó en un momento clave: con la pandemia. «Ha sido una ventaja doble. Me confiné en un rinconcito de mi casa. Eso me permitió no distraerme, centrarme en el libro y olvidarme de las penurias» que se vivían con la COVID-19, afirma. 

En el año 1931 su madre se casó y llegó el silencio... Al menos de una parte de esa pasión por la música. «Porque en casa siempre continuó tocando el piano», concreta. Pero jamás volvió a dirigir y a componer. Las referencias en prensa terminaron. «En dos años nadie se acordaba de ella», lamenta Laso. De ahí que 'El silencio de una artista' tenga por una parte ese carácter de redescubrimiento personal, pero también de reivindicar la importancia que su madre tuvo en el panorama musical. En aquella época coincidente con la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) y el advenimiento de la II República (1931-1936) comienzan las primeras iniciativas para la consecución de derechos de la mujer. «En aquella época todavía faltaba mucho, aún queda, pero mi madre rompió una lanza al hacerse cargo de la dirección de un conjunto musical», apunta.

«siempre estuvo ahí». En el espacio de dos años Sara Guzmán llegó a componer cinco obras. Una de ellas, editada en 1931 «cuando ya no tocaba» en público, será la que interprete su nieto Javier Laso Rovira el próximo 25 de noviembre en la presentación del libro en el mismo piano, el Steinway& sons del Casino, en el que la compositora seguramente tocaría muchas veces. 

¿Por qué dejó su faceta musical pública? Y lo que más dudas y especulaciones genera tantos años después a sus hijos: ¿Por qué nunca habló de esta parte de su vida? En aquella época era común que las mujeres abandonasen su carrera profesional al contraer matrimonio, pero no cree que fuera una imposición de su padre. «Mi padre era profesor y tuvo muchos cambios de destino. De hecho, yo nací en Santoña. Pero el piano de mi madre, que aún existe, siempre viajaba con nosotros. Era mi padre quien lo desmontaba y lo volvía a montar», apunta. 

El autor cree, aunque le faltan datos para aseverarlo, que el abandono de su carrera musical pudo deberse a cuestiones personales vinculadas a los tiempos difíciles que vinieron tras la Guerra Civil (1936-1939). A nivel personal cree que «su música siempre estuvo ahí dentro», que «nunca la perdió», que fue una esfera de su vida que quiso mantener sólo para sí misma, en su intimidad. Aunque nunca podrá saberlo a ciencia cierta.

Pero, desde luego, la emoción que va a suponer escuchar a su madre a través de su música en la presentación del libro en el que Javier Laso ha recuperado esa parte oculta de su vida sí que puede medirla. Como también la de su hermana, «que también está muy emocionada con el libro», explica Laso. «Todo el mundo debería indagar en sus familias. Da para una novela», concluye.