Donde el agua ruge

Óscar del Hoyo (SPC)
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Enclavadas entre Argentina y Brasil, son uno de los mayores espectáculos naturales que se pueden llegar a contemplar en el mundo. Con 275 saltos de agua, algunos de hasta 80 metros, los guaraníes creen que es el lugar de descanso de una deidad

Las pasarelas y miradores del lado brasileño permiten sentir el vapor de agua de las cascadas - Foto: Óscar del Hoyo

Perplejo. Cautivado. Es difícil plasmar lo que uno siente cuando se asoma a la sobrenatural perspectiva que se aprecia en la parte alta de la Garganta del Diablo. Estremece.

El impresionante salto de agua -unos 80 metros de caída- con su inconfundible y atronador sonido provoca una extraña e inquietante sensación. El tiempo se detiene, mientras el torrente inconmensurable ruge con fuerza, se revuelve bruscamente y una pequeña parte asciende de nuevo tras transformarse en vapor. La llevadera humedad y el soportable calor de las primeras horas del día se conjuran para que la percepción sea todavía más extraordinaria, inigualable. Un arcoíris perfecto y luminoso juega al escondite cerca de las pasarelas del lado argentino que, situadas a apenas 50 metros de la gran boca, permiten contemplar en todo su esplendor esta gran maravilla de la Naturaleza. Sólo algunos atrevidos pájaros gozan de una panorámica más privilegiada de las cataratas gracias a sus acrobáticos y arriesgados vuelos en picado que les hacen aparecer y desaparecer entre la espesa neblina.

A un lado, Argentina; y al otro, Brasil. El río Iguazú hace las veces de invisible frontera de un enclave mágico, magnético, que no entiende de límites y que conduce a la mente a un estado de abstracción que solo es posible con la meditación.

Espectacular panorámica de la Garganta del Diablo desde el helicóptero, donde se aprecian las pasarelas y el sinuoso recorrido del río Iguazú por la selvaEspectacular panorámica de la Garganta del Diablo desde el helicóptero, donde se aprecian las pasarelas y el sinuoso recorrido del río Iguazú por la selva - Foto: Óscar del HoyoLas archiconocidas cataratas de Iguazú, que se localizan en la provincia de Misiones, fueron descubiertas en 1542 por Álvar Núñez Cabeza de Vaca mientras navegaba desde el Atlántico hasta Asunción del Paraguay.  Aunque en un principio se bautizaron como Saltos de Santa María, muy pronto recobraron el nombre originario con el que las denominaban los indígenas de la etnia mbyá-guaraní (y=agua;guasú=grande).

Tras el evangelizador paso de los jesuitas hasta su expulsión por diferencias con la Corona de España, las cataratas permanecieron un tiempo en el olvido y no fue hasta julio de 1897 cuando el expedicionario Jordan Hummel realizó, tras comprobar que el tortuoso paso por la selva de la parte argentina era impracticable, una incursión por el lado brasileño en lo que se considera el primer periplo turístico.

Hoy, las cosas han cambiado mucho y el Parque Natural de Iguazú se puede visitar sin ningún tipo de problema desde ambos países. La magnificencia del conjunto selvático, donde se rodó buena parte de la película La misión, con la inigualable banda sonora del maestro Ennio Morricone, fallecido el pasado mes de julio, se contempla a través de un completo laberinto de pasarelas que se pierde por el enclave y que en algunas zonas se ha mimetizado tanto con el entorno que parece formar parte del mismo.

 

La diosa Boi y el viaje en helicóptero

Cuenta una leyenda guaraní que en el río Iguazú vivía una dantesca criatura llamada Boi. Se trataba de una enorme y temible serpiente que se desplazaba por el río y demandaba cada cierto tiempo que las tribus arrojaran a los rápidos a una joven mujer como parte de un ritual de sacrificio

Reptiles, tortugas, mariposas... La biodiversidad de Iguazú es inmensaReptiles, tortugas, mariposas... La biodiversidad de Iguazú es inmensa - Foto: Óscar del HoyoCon la llegada del bisoño y fornido Tarobá al liderazgo del grupo, las cosas cambiaron, ya que, cuando se iba a realizar la ceremonia para satisfacer a Boi, el nuevo jefe se enamoró de Naipí, la bella mujer que iban a sacrificar. A pesar de que Tarobá intentó convencer a chamanes y ancianos de que tenían que perdonar la vida a Naipí, la decisión era irrevocable y la joven estaba destinada a ser el regalo de la diosa Boi. Al ver que sus esfuerzos no surtían efecto, Tarobá cogió su canoa y decidió raptar a Naipí la noche antes del sacrificio.

Tras percatarse de lo que había ocurrido, la monstruosa serpiente decidió perseguir a la pareja y, una vez los encontró, asomó su escurridizo lomo a la superficie y partió el río en dos. Así surgieron las cataratas de Iguazú. El valiente Tarobá se convirtió en un árbol, ubicado en la Garganta del Diablo, mientras que la larga cabellera de la agraciada Naipí se transformó en las turbulentas aguas.

Cuentan los indígenas que, aunque Boi vigila constantemente, cuando el arcoíris se dibuja entre la bruma donde rompe la gran catarata, Tarobá y Naipí vuelven a unir su amor.

Reptiles, tortugas, mariposas... La biodiversidad de Iguazú es inmensaReptiles, tortugas, mariposas... La biodiversidad de Iguazú es inmensa - Foto: Óscar del HoyoDejando a un lado las leyendas, las posibilidades que tiene el enclave son muy variadas. Una de las experiencias más espectaculares la ofrece una empresa en la entrada limítrofe con la frontera brasileña que permite sobrevolar Iguazú en helicóptero. El viaje, que cuesta al cambio alrededor de 80 euros, es de unos 15 minutos y solo por contemplar desde las alturas la majestuosa e inigualable panorámica de los múltiples saltos, la gran boca y los zigzagueantes ríos Iguazú y Paraná, que buscan su salida al mar, merece la pena vivir la experiencia.

Hace unos años el vuelo tenía mayores dosis de emoción. Los aparatos se aproximaban mucho más a las cataratas, con un acercamiento extremo a la Garganta del Diablo, pero una denuncia de grupos ecologistas argentinos alteró los vuelos. Estas asociaciones reclamaban la suspensión de los viajes después de probar científicamente que el ruido de motores y hélices provocaba abortos entre la gran diversidad de aves que incubaban allí sus huevos debido a las continuas vibraciones. Finalmente, un tribunal decidió que las rutas se mantendrían pero que era necesario guardar una distancia mínima para no perjudicar a los animales.

 

Adrenalina y exclusividad

Si en el lado brasileño existe la posibilidad de sobrevolar la zona en helicóptero, en la parte argentina ofrecen la oportunidad de navegar por debajo de los grandes saltos.

Las sensaciones que se experimentan con la ruta náutica están cargadas de adrenalina, ya que las lanchas motoras pasan por debajo de algunas de las caídas de agua más espectaculares del Parque Natural. «Aquí las gotas de agua son de 20 litros. Hay veces que se te hace difícil respirar. El truco está en mirar hacia el lado contrario del que nos cae el agua», comenta risueño uno de los guías de la empresa que se dedicaba a organizar este tipo de paseos.

Reptiles, tortugas, mariposas... La biodiversidad de Iguazú es inmensaReptiles, tortugas, mariposas... La biodiversidad de Iguazú es inmensa - Foto: Óscar del HoyoEl efecto que logran el tremebundo torrente de agua y la casi cegadora luz del sol provoca que los colores que se aprecian desde debajo de las cataratas sean únicos, psicodélicos, fascinantes. Sin embargo, la sensación puede ser todavía más enriquecedora si la visita a la zona coincide con la luna llena. A lo largo de esas noches es posible que unos pocos privilegiados puedan realizar un periplo nocturno que les permitirá contemplar, gracias a la combinación del agua con la claridad que desprende el hipnótico satélite de la Tierra durante esas jornadas, la tan ansiada y buscada luna de plata.

Iguazú es vida, naturaleza, biodiversidad. Un lugar increíble en plena selva en el que se pueden percibir los sonidos del colorista tucán, los movimientos de los espídicos monos, la presencia del travieso coatí o la agilidad del imponente yaguareté. Un enclave privilegiado donde cada verano nacen decenas de miles de mariposas y en el que quien quiera conocerlo mínimamente no deberá dejar de visitar tanto el lado brasileño como el argentino, ya que si en el primero se contemplan las cataratas en el segundo se viven. Las espectaculares vistas desde la parte alta de algunos saltos sólo son superadas por las que pueden apreciar algunas aves que aparecen y desaparecen entre la espesa neblina con sus arriesgados vuelos acrobáticos.