Un artista al servicio del baloncesto

SPC
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El legado de Navarro pasará a la Historia del deporte español por su capacidad para realizar lo imposible con un estilo natural de juego

Alguien dijo una vez de Juan Carlos Navarro que era un bailarín que jugaba al baloncesto o un poeta que escribía versos mientras encestaba. Pocas descripciones definirían mejor al genio del Barcelona que, a los 38 años, anunció el pasado viernes su retiro definitivo de las canchas.  

Más allá de sus espectaculares números y de los muchísimos títulos que conquistó (35 grandes), ‘La Bomba’ fue, durante las dos últimas décadas, la manifestación más artística del baloncesto en España.  

Nadie como él consiguió en la élite jugar de manera tan natural, como si siguiera haciéndolo en las canchas de barrio de la obrera Sant Feliu (Barcelona), donde desarrolló su talento. Ésa fue siempre la gran arma del escolta español, que nunca destacó por su altura ni por su fortaleza física. 

A los responsables técnicos culés, de hecho, les costó un tiempo convencer al muchacho que maravilló en el Mundial Juvenil de 1999 de que pasar más tiempo en el gimnasio mejoraría su juego.  

Navarro nunca fue tan disciplinado como su gran amigo Pau Gasol. Ni tan ambicioso. Triunfó de manera absoluta porque jugar al baloncesto siempre fue su diversión. Lo sigue siendo, pese a su precipitado adiós.