Haciendo familia, construyendo hogar en Buitrago

Nuria Zaragoza
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Cuatro personas habitan ya en el nuevo recurso puesto en marcha por Asovica, con la ayuda de Céntimos Solidarios. Un centro para atender a personas con enfermedad mental en el medio rural

Haciendo familia, construyendo hogar en Buitrago - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Los 60 habitantes de Buitrago cuentan desde hace unos meses con tres nuevos vecinos, a los que acaban de sumar hace apenas unos días un cuarto. No se trata de un nuevo proyecto de repoblación, aunque, sin duda, también colabora en la lucha de la España despoblada. Se trata de una iniciativa pionera que ha puesto en marcha Asovica Soria con la colaboración de la ong Céntimos Solidarios. Es el primer centro para atender a personas con enfermedad mental en el medio rural soriano. 

La gerente de Asovica, Natalia Briongos, y la coordinadora de Vivienda de la asociación, Lourdes Hernando, reciben a El Día de Soria en este nuevo recurso, que abrió sus puertas el pasado mes de octubre. Un remanso de paz y sosiego en plena naturaleza y a apenas trece kilómetros deSoria donde se trabaja la rehabilitación psicosocial, el desarrollo integral y la promoción de la autonomía de las personas con problemas de salud mental. Allí los habitantes reciben un apoyo continuado por parte de la asociación, pero en un entorno de autonomía e independencia más abierto donde «ellos se autogestionan», recalcan las responsables de la entidad, que insisten en que la casa de Buitrago es el recurso más autónomo de todos los que dispone Asovica. 

En este sentido, recuerdan, la asociación cuenta con cuatro viviendas tuteladas en la ciudad y la residencia, donde habitan en estos momentos 32 y 36 personas respectivamente. Se trata de un «circuito abierto» que se adapta «en función del proceso de recuperación de cada persona». «La residencia es el recurso con más supervisión. De ahí ha pasado algún usuario a viviendas y, si les el gusta medio rural, pueden pasar a Buitrago, que es donde más autonomía hay. Y, después, llevar ya su vida. Volar solos que, al final, es lo que todos queremos», resalta Briongos. Conseguir su autonomía. Que consigan vivir de forma independiente, que se mantengan por sí mismos... 

Es el final del camino, y por ello trabajan en estos cuatro hombres de la mano de Asovica. De momento, son solo cuatro y todos varones, pero el objetivo es que se puedan incorporar hasta cuatro personas más y «sería positivo» que se sumará también alguna mujer, apostillas Hernando y Briongos. «Esta vivienda está pensada para que sea mixta y es bueno que sean hombres y mujeres los que vivan porque son diferentes enfoques, porque es bueno las relaciones son más ricas, porque es más enriquecedor», justifica la gerente. 

Por ahora, son cuatro los residentes en la casa, «hombres de entre 40 y 50 años, algunos con posibilidades de trabajo, porque es gente que está preparada, y con situaciones sociofamiliares un poco complicadas (o ausentes o con dificultades)», concretan. Este es, de hecho, uno de los ‘requisitos’ que puso Céntimos Solidarios, «dar prioridad a personas que no tengan una familia, o la tengan pero no puede hacer vínculo con ellos, o que sean muy mayores y no puedan atenderles…». «La filosofía que se quiere tener desde Céntimos Solidarios, que son quienes han donado la casa, es que sean personas con problemas de salud mental y que no tengan un hogar y que, de alguna forma, aquí creen hogar», explica Briongos. En Buitrago «se quiere crear ese núcleo de apoyo entre ellos, que hagan familia», destacan ambas. 

ACOGIDA EN BUITRAGO. Y van camino de conseguirlo. Porque se ha creado «un buen clima de convivencia» dentro de la casa pero, también, con el propio pueblo de Buitrago. «Se han adaptado al pueblo y participan en las actividades de las asociaciones, en las comidas populares, en las fiestas populares…», subraya Hernando, que agradece que, aunque «inicialmente había un poco de recelo, el efecto ha sido al contrario y los quieren bastante en el pueblo . Ha sido positivo». «Hemos roto un poco el estigma», añade la gerente, aludiendo a que «generalmente, por desconocimiento, se produce un poco de rechazo» que se ha conseguido romper al normalizar la situación. 

En este integración, reconocen, han tenido un aliado, Gabriel, un voluntario de Asovica y miembro de Céntimos Solidarios que vive en la casa contigua. «En muchos momentos él también hace de facilitador en esa integración. Van con él a misa, a dar un paseo, a tomar algo en el bar… Gabriel nos facilita mucho porque es un enlace y ellos se sienten con más confianza», consideran. Además, es un acompañamiento mutuo, repara la responsable de viviendas de la entidad. 

«ellos se autogestionan». Como en toda familia, como en un piso de estudiantes, como en cualquier casa compartida…  ellos son los encargados de organizar las labores de la casa, de hacer la compra semanal, de cuidar el huerto y las gallinas, del reparto de tareas... «Ellos se autogestionan», insisten ambas responsables, que recuerdan que «aquí  no hay ni servicio de limpieza ni de comedor como en otras viviendas tuteladas, ellos se organizan todo». Y, aunque siempre pueden optar al apoyo del personal de Asovica que se desplaza a diario a la vivienda, «no es un recurso pensado para que haya una supervisión durante las 24 horas del día. De hecho, el fin de semana lo tienen prácticamente libre para que ellos realicen las actividades que quieran», puntualiza Briongos, que insiste en que esta casa es un «recurso en el que se tiene mucho en cuenta su opinión y nosotros solo somos un apoyo para que ellos vivan en su casa». «Más que tutela, es orientación», matiza Hernando. 

Teniendo en cuenta esta apreciación, entre semana, dos monitores acuden de lunes a jueves en horario de mañana, y los viernes y fines de semana solo en horario de mañana, «para organizar con ellos las tareas del hogar, las habilidades de la vida diaria (AVD). Realmente ellos se autogestionan, pero son como un guía». Cada quinces días, los lunes, Hernando acude también para celebrar una reunión-asamblea en la que «plantean sugerencias, dudas, si ha habido algún conflicto, alguna avería…». Luego se desplazan a Soria «a los programas del centro ocupaciones, del local, a sus cursos o donde tengan que ir por la mañana». Porque, reparan ambas, los cuatro están estudiando y acuden a formación reglada de la Uned y de FP. 

Regresan a Buitrago a comer y, por la tarde, «según el monitor y el día, hacen programa de huerto, de gallinas, de ocio, de AVD, o salen a hacer alguna gestión…». Pero, insisten ambas, «la idea es que sean autónomos y libres, de manera que aquí están menos pautadas las actividades que en las otras viviendas tuteladas y ellos deciden si acuden o no», de modo que, «si se quieren ir a tomar algo con un amigo, a la biblioteca, a comprar, al cine, a hacer deporte... ellos deciden». Eso sí, repara Briongos, «siempre tiene que haber una opción real. Tiene que ser algo que realmente les va a servir. No puede ser ‘todos los días me voy a Soria a dar un paseo y ya’. El objetivo de nuestras viviendas es que el tiempo esté realmente ocupado con cosas que nos hagan sentirnos bien, con cosas necesarias, con cosas útiles… Esto no es una pensión o un hotel. No es vamos allí y nos desvinculamos. Si queremos que consiga su proyecto de vida -aunque desde luego ellos van a elegir lo que quieren hacer- realmente hay que tener su tiempo ocupado en algo que les pueda aportar», sentencia. Flexibilidad adaptada a cada persona, a cada situación, para recorrer ese camino que hay hasta la autonomía total.