Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Tengo que vivir

29/12/2021

Conozco a una persona que dio positivo por coronavirus hace tres días y que, por prescripción médica, por lógica aplastante y por obligación legal, está confinada en su casa.

Esa persona, con la que mantengo una relación cordial pero no habitual y a la que llamaré de forma figurada Veremundo, se encuentra razonablemente bien. Ha perdido el gusto y el olfato, tiene cierto malestar general y leves episodios de tos que han dejado tocada su voz pero no presenta síntomas graves, en absoluto.

Hasta aquí, todo parece normal. Un caso más entre cientos de miles, en plena pandemia.

Lo que no me pareció normal fue que me contara con orgullo que ya ha salido furtivamente varias veces de su casa.

Lo supe cuando me interesé por su estado y, con ufanidad -empleo este término arcaico por no indicar expresamente el género de esa persona- reconoció que hacía "toda la vida posible" fuera de casa. "Si quiero salir, salgo. No me va a decir nadie lo que tengo que hacer. Si necesito salir a fumar un cigarro, lo hago y punto", espetó.

Me sorprendió menos esa torpe huida hacia delante que la retahíla de explicaciones adicionales en las que intentó demostrarme con falacias que su comportamiento era el adecuado. Habló de libertad, de coherencia con las propias ideas, de manipulación por parte de los gobiernos y los medios de comunicación, de quitarse la mascarilla en un restaurante, del oligopolio de las farmacéuticas… Solo le faltó decir que 'esto, con Franco, no pasaba'.

Viendo el panorama, rehusé mentalmente adentrarme en cuestiones de ilegalidad y sanciones pero no podía por menos que expresar, del modo más delicado posible, mi desacuerdo con una actitud que contradice a la estadística y que pone en peligro a personas que procuran facilitar la vida en comunidad.

Cuando ya tomaba aire para meterme en camisas de once varas sobre el civismo, la responsabilidad y el respeto a los demás, me dijo: "Tengo que vivir".

Ahí pensé que no tenía sentido añadir nada más.

A propósito, Veremundo no está vacunado.