Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Procrastinar

01/10/2021

Hay palabras que se ponen de moda y repetimos como si no tuviéramos criterio propio para poner de moda las nuestras propias, las que nos gustan a nosotros. Por ejemplo, últimamente todo el mundo procrastina. Y cuando te comentan que están procrastinando muchos añaden una pregunta, ¿sabes lo que es? Y tú piensas, la autenticidad que con el verbo procrastinar te permite ser tú mismo. Sin embargo, en vez de soltarle esa observación, le contestas: claro, postergar algo importante ocupándote con otras tareas más sencillas. Y según lo sueltas te anticipas como si fueras vidente y ya sabes que el otro te va a lanzar el clásico, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy como antídoto a la procrastinación, aunque ambos sabéis que él jamás ha practicado el socorrido refrán. 
Siempre hemos conjugado este verbo al que ahora la moda lo ensalza como si el que no lo practica viviera fuera de onda. Somos procrastinadores igual que los buitres son depredadores. Es una característica innata al ser humano del siglo XXI. Igual que lo es vivir pegados a la pantalla del móvil, convencernos de que no tenemos tiempo para nuestras aficiones, quejarnos del frío o el calor, temer a la vejez que nos deja el cuerpo caído y flojo. Procrastinamos porque probablemente aquello que es tan importante y demoramos, en el fondo, sabemos que no lo es tanto. Y nos entretenemos con otras tareas más sencillas, más nobles, más divertidas o más apetecibles. La pandemia nos ha hecho aún más ‘procrastinadores’. Por fin hemos entendido la relatividad del tiempo, aunque sigamos sin entender del todo a Einstein. Nos hemos percatado de que los minutos, las horas, los días se estiran y se encogen como una goma. Cuando estamos confinados el tiempo se hace eterno mezclado en cocinas con olor a panes elaborados por manos inexpertas, mezclado en pantallas de ordenadores que teletrabajan casi de manera automática, mezclado en balcones en los que resuenan las sirenas de la cabalgata de las ocho de la tarde.
Desde la semi libertad que nos ha devuelto la evolución de la pandemia, procrastinamos para no pensar en la tristeza que aún se respira, porque sigue ahí la sombra invisible y microscópica de las normas y protocolos. Procrastinamos para hacer como que no pasa nada, como que hacemos lo que realmente nos da la gana, respirando bajo una mascarilla que en algunos es ya una segunda piel. Procrastinamos porque el tiempo además de relativo es limitado. Nos empoderamos a lomos de esa pequeña rebeldía contra las supuestas obligaciones que aparcamos y aparcamos, un día y otro. Otra palabra de moda, empoderarse. Otra más, afear. Y para modas, el ayuno intermitente. Que levante la mano el que no tenga un familiar, amigo o conocido que esté practicándolo. Yo, de momento, no lo he probado, aunque me dicen que es una rutina tan saludable como la de procrastinar.

ARCHIVADO EN: Moda, Pandemia, Siglo XXI