Conjurados contra Rusia

M.R.Y (SPC)
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La injerencia del Kremlin en las presidenciales de EEUU y en la consulta del Brexit ha puesto en alerta a la UE, que busca blindarse ante ataques que puedan enturbiar las elecciones de mayo

Conjurados contra Rusia

Donald Trump podría haber llegado a la Presidencia de Estados Unidos, en noviembre de 2016, por razones externas a los votos de los ciudadanos en aquellas elecciones: la intervención de Rusia en la campaña -investigada en la trama conocida como Rusiagate- con noticias falsas y ataques informáticos a altos cargos del Partido Demócrata pudo ser determinante en el éxito del entonces candidato republicano. También el Kremlin es sospechoso de estar detrás de la victoria del Brexit en el referéndum que se celebró en junio de ese mismo año a través de divulgación de propaganda contraria a la Unión Europea que habría colaborado en el sí al divorcio británico.

Comicios en Alemania, Holanda o Francia han estado en los últimos tiempos bajo la lupa de Moscú, por lo que, ahora que Europa se enfrenta a una importante cita con las urnas, el próximo mes de mayo, las autoridades comunitarias quieren blindarse ante una posible injerencia rusa que pueda cambiar el rumbo de los resultados en pleno temor del auge de la ultraderecha y el euroescepticismo. 

Desde Bruselas tienen claro que las elecciones a la Eurocámara son un objetivo del Gobierno de Vladimir Putin, lugar al que señalan como «la principal fuente de desinformación» en el Viejo Continente. Una tendencia que sirve como «arma de influencia política durante muchos siglos», explica el comisario de Mercado Único Digital, Andrus Ansip, quien considera que difundir bulos que incidan en el desarrollo democrático europeo forma «parte de la doctrina militar de Rusia», que, a través de esa «amenaza híbrida», busca «dividir y debilitar a Occidente».

Minar la confianza del enemigo es una vieja táctica en toda contienda, pero las formas y el alcance están cambiando y la era digital ha puesto ahora sobre la mesa las fake news, un fenómeno global que supone, en palabras de Ansip, «uno de los principales desafíos de nuestros tiempos». De ahí que la UE esté ultimando un sistema de detección rápida de noticias falsas, que entrará en vigor el próximo mes de marzo, en colaboración con empresas como Google, Facebook o Twitter.

Lo que se buscará será fomentar la transparencia en la publicidad política e incluir medidas concretas contra las cuentas falsas y los robots que difunden propaganda mediante mensajes automáticos en redes sociales, los llamados bots.

En 2014, cuando comenzó el conflicto en Ucrania, fue cuando este fenómeno comenzó a extenderse. O al menos, el momento en el que se notó más. Fue cuando se puso en marcha la unidad de servicio de Acción Exterior de la UE,  East Stratcom Task Force, dedicada especialmente a contrarrestar la «desinformación proKremlin» y que ya ha detectado 4.500 infundios con acento ruso en los últimos cuatro años.

Mientras, desde el Kremlin insisten en que ellos no tienen «ningún interés» en interferir en la vida política de otros países, aunque son numerosas las acusaciones de ciberataques «temerarios e indiscriminados» desde Moscú. Lo que está claro es que lo mejor es tener una buena defensa. Y la UE lo está intentando para evitar que sea Putin quien decida el devenir del Viejo Continente.