El Numantino, 100 años y un día

Marian Arlegui
-

Seguirá conservando, investigando y transmitiendo contenidos culturales

El Numantino, 100 años y un día

Por alguna poderosa razón los aniversarios provocan una nostalgia reflexiva acerca del tiempo trascurrido y este ejercicio de memoria juega con el tiempo y los espacios. También con el olvido de aquello que no superó el tamiz del tiempo.  Se trata al fin de la historia, individual o colectiva, y la memoria. Alguna vez se escribió que el tiempo era lo impensado de la Historia.

Se cierra ahora la conmemoración del centenario de la inauguración y apertura al público del Museo Numantino cuya efeméride fue el 18 de septiembre de 2019. Entonces, en 1919, la situación del país era muy distinta: España había vivido el siglo XIX de una manera convulsa en el orden político y por tanto en lo social: se inició con la conquista napoleónica y concluyó con la pérdida de las últimas colonias de ultramar; entre ambos hechos una sucesión de periodos políticos de inestabilidad, avances y acusados retrocesos. El periodo final mostró la cruda realidad de problemas estructurales en lo económico y lo social y un retraso profundo en lo cultural. Un movimiento político y sociológico recuperó entonces el pasado de una manera selectiva para devolver al país la confianza en ese presente: los Reyes Católicos, Carlos V, los comuneros, Sagunto, Numancia recuperaron su valor mítico como síntesis de los valores históricos del país. La arqueología podría ofrecer argumentos a la historia, el arte y su movimiento de pintura histórica, recrear la emoción de esos pasados congelados en instantes exaltados.

La arqueología se estaba desarrollando como ciencia y, a principios de siglo, se dio un decidido impulso a la protección legal del patrimonio cultural artístico, histórico y arqueológico. Los Museos Provinciales que legalmente deberían haberse creado desde mediados del s.XIX para proteger los bienes tras los procesos desamortizadores de bienes eclesiásticos, apenas eran una veintena a finales del s. XIX.  Soria no lo tuvo entonces y en gran media ello contribuyó la pérdida de bienes artísticos desamortizados.

En el sur europeo arqueólogos alemanes, ingleses, franceses, belgas excavaban yacimientos arqueológicos en Egipto, Grecia, Creta, Turquía, Túnez… A. Schulten excavó en Numancia en 1905 y desde 1906 en los campamentos de las guerras celtibéricas y del cerco de Escipión en Garray y Renieblas. En 1906, tras una reclamación nacionalista que tuvo profundo eco local, se creó una Comisión española de excavaciones arqueológicas en Numancia cuyo objetivo principal fue el descubrimiento de la ciudad celtibera que yace bajo los niveles medieval y romano de Numancia. Esta comisión excavaría en Numancia hasta 1923 en que Primo de Rivera suspendió la línea de subvenciones. Era ya otro tiempo. 

Muy pronto los objetos recuperados en Numancia necesitaron un espacio adecuado para su conservación, estudio y exposición. El Museo Numantino nació siendo el Museo de Numancia. El desarrollo de la museología y de la disciplina arqueológica hizo que se convirtiera finalmente en el Museo Provincial aunque siempre conservando su nombre como tributo al origen. Progresivamente, a los objetos obtenidos con metodología arqueológica se sumaron los etnográficos y, más recientemente, los paleontológicos.

Así, hoy conserva, investiga y transmite contenidos culturales, siguiendo el ideario del Consejo Internacional de Museos dependiente de la UNESCO y numerosa y compleja legislación nacional y autonómica. Esa definición sintetizada, establece un orden de prelación: la conservación de la cultura material para las generaciones del futuro es la primera y más grave responsabilidad; la investigación de esos fondos, aún con pocos recursos para su realización, es imprescindible para traducir al público general en la exposición permanente y en las exposiciones y otras actividades temporales, el saber histórico lo que constituye una transmisión de conocimiento. 

Ese conocimiento es la memoria e identidad colectiva de la provincia de Soria en su contexto temporal. Es así una forma, compleja, de relación con el pasado. La conmemoración reconstruye la concepción e imagen del Museo a través de su siglo y mantiene la continuidad de la vida social e identitaria de su territorio. El Museo podría devenir en el símbolo de la historia de su entorno cultural. Obviamente el pasado no puede ser maleable desde una institución científica como es el Museo, comprometida, legal y rigurosamente, con el objetivo de certeza lejos de usos maniqueos del pasado en el presente consumista y voraz.

No olvidamos que la memoria colectiva es selectiva y combina recuerdo y olvido, pero la historia, la arqueología, la etnografía, la paleontología, la Historia al fin, avanzan llenando los espacios aun silenciosos e imponiendo la objetividad y neutralidad que exige el conocimiento. Queremos pensar que el Museo ofrece la emoción en la contemplación de los objetos que personas concretas, mujeres, hombres, niños, jóvenes o ancianos, crearon y utilizaron en sus vidas tan cotidianas como las nuestras, que podemos sentir la emoción del arte o la reverencia ante esculturas de dioses pasados y vencidos. Es historia y también toda la emoción que cabe en ella.

También podríamos sentir que los ritos conmemorativos no pretenden transformar el pasado para hacerlo aceptable desde el presente sino revivirlo, reproducirlo, hacerlo presente. Como anoto el sociólogo E.  Shils en el concepto de tradición la imagen de una época o la de una figura histórica no se elabora de nuevo en cada generación sino que es trasmitida según un patrón guía que dota a las diferentes generaciones de una herencia compartida. Para ello utiliza la metodología histórica no como tiempos suspendidos sino como estratos del tiempo.

La imposición calendaría de la conmemoración nos hace pensar en el futuro: el Museo nos sobrevivirá. Proseguirá su evolución adaptándose y respondiendo a la sociedad en sus cambios. Cuando la sociedad se detenga, el Museo lo hará también, quieto, silencioso, conservando. Nuestra época será historia y el Museo la mostrará y explicará a las generaciones del futuro; narrará un pasado enriquecido con nuevas investigaciones y mejor metodología. El tiempo y el espacio seguirán siendo sus coordenadas. Dentro de cien años…