#SANJUAN / La gripe de 1918 no suspendió los sanjuanes

Ana Pilar Latorre
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La pandemia de hace un siglo no impidió que hubiera jurados y sanjuanes, pero sí se pararon por otras guerras y reformas

#SANJUAN / La gripe de 1918 no suspendió los sanjuanes

La suspensión de las fiestas de San Juan más reciente, como ya hemos apuntado, fue durante la Guerra Civil, pero hubo otras cancelaciones a lo largo de la historia. Así lo recoge la cronología elaborada por Joaquín Alcalde y Julián de la Llana para  ‘Fiestas a través de la Historia’ y publicada en la ‘Revista de Soria en 2014’. Pero en 1918, con motivo de la pandemia de gripe, no se suspendieron. En un repaso histórico, nos remontamos a 1535: «Llegando a parecer fiestas paganas, el obispo González Manso consigue que el Ayuntamiento de Soria apruebe el 3 de diciembre unas ordenanzas para la reforma de las fiestas, confirmadas por la emperatriz Isabel el 23 de febrero del año siguiente. Según su letra, para evitar excesos y gastos se suprimen los mayordomos y se limitan las fiestas hasta el domingo». Así que de 1536 a 1540 no se celebran las fiestas «al rechazar las cuadrillas tales mutilaciones». El 23 de febrero de 1540, Ayuntamiento, Clerecía, Linajes y Común elaboran nuevas ordenanzas porque «se había perdido mucha parte del trato y comercio de la ciudad» y hasta 1550 se elaboran contraordenanzas particulares de cada cuadrilla, disconformes con las medidas limitadoras anteriores que no estaban dispuestos a asumir.

Vamos ya al siglo XVIII, como de 1700 a 1715 tiene lugar la Guerra de Sucesión, no se celebran las fiestas. Hay que recordar que esa contienda internacional,  que concluyó con el Tratado de Ultrecht, surgió porque Carlos II de España, último representante de la Casa de Habsburgo, murió sin descendencia. En España lucharon los borbónicos, con el apoyo de la Corona de Castilla, y austracistas, con el de la Corona de Aragón. Finalmente, Felipe V se convirtió en rey, pero España perdió posesiones en Europa y desaparición la Corona de Aragón, junto al modelo federal de monarquía. A esta información de 15 años sin fiestas, los autores añaden que, «a principios del siglo, según documenta el estudioso Alberto Arribas, el canónigo, maestro de capilla y organitas de la Colegiata de San Pedro, Miguel Antonio Osanz, compuso, según las obligaciones del cargo, varias piezas musicales de carácter religioso para acompañar a las festividades y procesiones que se celebraban en la capital, y consta que hizo una para la comitiva del Domingo de Calderas».

Carlos IV, contra el toro enmaromado

La prohibición no llegó hasta 1908

En 1791 el rey Carlos IV ordena que no se corran los toros ensogados o enmaromados por las calles, por lo que «decaen las fiestas, que se reducen casi a la celebración de los actos religiosos». Tradicionalmente por la mañana del sábado se corrían los toros enmaromados por las calles de cada cuadrilla, al igual que el día anterior, hasta darles muerte frente a la casa del mayordomo o jurado. Posteriormente, el toro sólo se corría el sábado, tras ser lidiado y banderillado el viernes en la plaza, de donde era sacado a primeras horas de la mañana por mozos y mozas y de cada cuadrilla. La suspensión la intentó en 1791 Carlos IV y con posterioridad numerosos gobernantes, pero culminó en 1908 por Orden del Ministro de la Gobernación, Juan de la Cierva, que precisó de la autoridad del alcalde, Ramón de la Orden, para que surtiese efecto. En 1947 y 1948 las calles de Soria vieron nuevamente correr los toros enmaromados en número de dos cada año, como un efímero resurgir del elemento más característico de las fiestas que finalmente no volvió a celebrarse nunca más.

De 1808 a 1812, durante la Guerra de la Independencia, «Soria se encuentra bajo la ocupación francesa y nos e celebran fiestas, sobre todo al descubrirse que los jurados aprovechan los trámites organizativos para conspirar contra los invasores». Sobre este conflicto, dentro de las Guerras Napoleónicas que enfrentaron al Primer Imperio Francés con España, Reino Unido y Portugal, en Soria hubo en el primer año un levantamiento que fue neutralizado, cayendo en manos francesas. Durante el mes de enero de 1812, las tropas españolas intentaron un primer asalto a la ciudad de Soria, pero la división de Cuenca, bajo el mando de Eugenio Eulalio Palafox Portocarrero, conde de Montijo, fracasó al intentar tomarla por la consistencia de sus murallas y fallos en el ataque. Ante la llegada de un fuerte contingente francés, esta división se retiró hacia Molina de Aragón a través de Almazán. En marzo de 1812, la División Soria liderada por el general José Joaquín Durán consiguió tomar la ciudad, ya que contaba con un privilegiado conocimiento de las defensas de la ciudad, gracias a las informaciones del ingeniero Dionisio Badiola que había trabajado en su mantenimiento; aunque las fuerzas francesas se hicieron fuertes en el castillo y no lograron ser desalojadas, pero sí quedaron más débiles porque se destruyeron puntos claves del recinto amurallado.

Motivos bélicos de nuevo

Guerra de los Siete Años desde 1835

De 1835 a 1842, debido a la Guerra de los Siete Años -de nuevo motivos bélicos- obligan a suspender las fiestas. Fue un conflicto entre los carlistas, partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón y de un régimen absolutista, y los isabelinos o cristinos, defensores de Isabel II y de la regente María Cristina de Borbón, cuyo gobierno fue originalmente absolutista moderado y acabó convirtiéndose en liberal para obtener el apoyo popular.

   Allá por el año 1871 «no se encuentra gente dispuesta a a hacer las fiestas». «Ante esta situación, varios jóvenes, realizando una suscripción, logran que continúen», recoge la cronología.

    En 1927 no hubo una cancelación como tal, sino un aplazamiento muy anecdótico. Joaquín Alcalde y Julián de la Llana apuntan que «la lluvia impide la celebración del  Viernes de Toros, lo que motiva que los festejos se retrasen un día más», celebrándose la corrida el Sábado Agés, las subastas el Domingo de Calderas, el desfile el Lunes de Bailas, las bailas el Martes a Escuela... Una situación que no se ha repetido desde entonces. Esperamos que nunca, ni por motivos bélicos ni por una pandemia, sobre todo, puedan suspenderse las fiestas de nuevo.