¿Exvotos o juguetes celtibéricos?

Marian Arlegui
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En los yacimientos aparecen figuras de barro, normalmente en poblados

¿Exvotos o juguetes celtibéricos?

En los yacimientos celtibéricos aparecen con relativa frecuencia estas figurillas de barro,  generalmente en poblados aunque existen algunos casos en que fueron hallados en necrópolis. Ello ha planteado la duda acerca de si son exvotos de carácter religioso propiciatorio o si se trata de juguetes.

Esta incertidumbre viene ampliada por el hecho de que las figurillas recuperadas y conservadas en el Museo Numantino, proceden de excavaciones practicadas en  el primer tercio del siglo pasado y no siempre tenemos la referencia del lugar concreto en que fueron recuperadas, es decir, si en el caso de su ubicación en espacios domésticos, ocupaban un lugar determinado, establecido y por tanto repetido en las casas, que pudiera sugerir un rito familiar propiciatorio, buscando un favor de los dioses o de uno de ellos, o de agradecimiento. En alguna necrópolis del área celtibérica, en Guadalajara, ha aparecido, una figurilla humana formando parte del ajuar funerario en una tumba infantil lo que permitiría creer que se trata de juguetes. En toda la península ibérica las piezas localizadas similares halladas en contextos funerarios, suponen el 19,51%, mientras que las halladas en espacios domésticos suponen el 80,49%. Futuras o presentes excavaciones con metodología contemporánea podrán determinar con mayor claridad la función de estos objetos. 

B. Taracena halló dos figuritas de caballo en su excavación en el poblado celtibérico situado en el término municipal de Langa de Duero sugiriendo que tal vez uno de ellos fuera el asa de una tapadera  y el otro, muy tosco, similar a los hallados en Numancia, un exvoto. En el poblado situado en Cerro Monóbar, Almaluez, en una vivienda con varias tinajas celtibéricas encontró «multitud de tosquísimas figuritas animales y humanas de barro moreno mal cocido del tipo de los exvotos de Numancia o Despeñaperros», según publicó en la Memoria de excavaciones en 1941. De Numancia proceden el mayor numero de las conservadas, no en vano es el yacimiento celtibérico con mayor superficie excavada; en este yacimiento  se hallaron, ademas, de igual factura que las que representan figuras humanas o animales, objetos en miniatura de vajilla doméstica, como fuentes o platos.

Todos ellas fueron elaboradas a partir de pequeñas pellas de arcilla, modeladas a mano de un modo más o menos tosco que no guarda relación con la calidad de la cerámica celtibérica. Son piezas de pequeño tamaño lo que conviene tanto a exvotos como a juguetes. Fueron cocidas sin especial cuidado.

Los tipos son variados con una importante representación de la figura humana, contrariamente a lo que ocurre en la pintura de la vajilla celtibérica en donde es más frecuente el dibujo geométrico y en segundo lugar las figuras animales.

La tipología sólo aparentemente más simple en su forma, y menos frecuente, es la figura humana realizada sobre una pella cilíndrica en la que, con un pellizco sobre la arcilla fresca, su autor señaló la nariz de modo que podemos intuir los ojos a sus lados. Es una pura abstracción  sintética. Las figuras humanas restantes se parecen en su tosquedad y en el breve apunte de un gesto, brazos levantados, o movimiento en el modelado de las piernas. Los caballos y bóvidos tienen distinta calidad en su modelado. Ambos animales fueron determinantes en la economía ganadera de los celtíberos, añadiéndose al primero, además, su importancia como distintivo social de clase y militar en la guerra. Si no se tratara de juguetes, pudieron ser ofrendas simbólicas o un gesto con el que quien lo colocaba como ofrenda o testigo, solicitaba el bienestar y la protección del animal. 

Recientemente se han recuperado algunos objetos de este tipo en el área vaccea, en el valle medio del Duero, en donde la duda de su función persiste. De distintos tipos, generalmente en bronce, se conocen numerosos ejemplos en el área ibérica en donde han aparecido en santuarios como exvotos en algunos casos de agradecimiento a un dios y en otros solicitando la curación de alguna dolencia o la petición de un favor. En muchos casos la figurilla humana sustituiría al suplicante u orante.

Sin embargo, la religión celtibérica no tuvo templos o santuarios al modo ibérico. Los lugares sagrados eran aquellos en los que percibían colectivamente que se manifestaba la divinidad: un bosque, una fuente, un enclave especial en el paisaje... Ello, en una interpretación desde la antropología, hace posible suponer que la relación con la divinidad tuviera, aparte de los rituales colectivos en lugares determinados, en fechas concretas, dirigidos por una figura próxima a lo que consideraríamos un sacerdote, con una larga formación en astronomía, teología, filosofía e historia de su pueblo, una vertiente individual, familiar, de la que han quedado pocos rastros arqueológicos y de la que, tal vez, los exvotos puedan ser una de sus formas.

La cronología de estas miniaturas posee una cierta uniformidad en el área vaccea y el área celtibérica, con fechas que oscilan entre los siglos III- I a.C., es decir, sea cual sea su significado, su función perduró hasta el s.I  a.C. cuando la Celtiberia ya era romana.