En un mundo donde lo virtual y las relaciones humanas dependen de que funcione la tecnología digital y las aplicaciones de los móviles, me entristece sobremanera la relativa importancia que le damos a la vida cotidiana que afrontan muchas familias. Personas que no pueden parar ni un minuto por mucho que se ‘caigan’ Facebook, WhatApp o Instagram.

No es cuestión de contraponer alegremente escenarios sociales muy diferentes, ni de buscar la fácil comparación, siempre estéril e incongruente. Pero no me dirán que no es sumamente artificial llevar horas y horas escuchando la ‘parálisis’ de medio mundo causada por la ausencia temporal de esas redes sociales, justo cuando hoy, 6 de octubre, se celebra el Día Mundial de la Parálisis Cerebral. Ojalá ocupe esta celebración el interés público siquiera una milésima parte del tiempo que lo ha hecho lo anterior, porque aquí sí que hablamos de realidades de carne y hueso, de sacrificio y dolor, de angustia y superación, de piel y generosidad humana.

Para conmemorar este día, la Confederación ASPACE ha puesto en marcha la campaña #168horas, precisamente el número exacto de horas que dura una semana o, lo que es lo mismo, la cifra equivalente al número de horas semanales que necesitan apoyos gran parte de las personas con parálisis cerebral. No olvidemos que el 80% de las 120.000 personas que sufren parálisis cerebral en España requieren grandes necesidades de apoyo físico, intelectual y de comunicación.

Por eso, y ya que ha regresado a nuestras vidas la totalidad de las redes sociales, utilicémoslas para darle un sentido profundo a sus capacidades de comunicación, respondiendo al llamamiento que también lanza ASPACE: sumarse a esta iniciativa haciéndonos un selfie en el que mostremos un reloj y tuitee sobre la importancia para las personas con parálisis cerebral de contar con apoyos las 168 horas de la semana. El hashtag como en título. Y que cada uno reflexione lo que tenga que reflexionar.