Valle-Inclán, de su puño y letra

Europa Press
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Salen a la luz unos manuscritos inéditos, que incluyen hasta faltas de ortografía, con los que el escritor pretendía continuar 'El ruedo Ibérico'

El literato, en su catre, pasó una mala racha tras separarse de su mujer y sufrir un cáncer de próstata.

Si algo caracteriza a los genios, es que trascienden al tiempo. Y eso sucede con Valle-Inclán, de quien la editorial Renacimiento publica Manuscritos inéditos de El ruedo ibérico, una edición a cargo de Diego Martínez Torrón que incluye textos que no habían visto la luz en torno a la serie histórica sobre la revolución de 1868 que el gallego dejó inacabada a su muerte.

Martínez Torrón, experto en la obra valleinclanesca, resalta la importancia de estos nuevos textos «de una enorme calidad literaria» y con los que el autor de Luces de bohemia pretendía «cerrar el círculo» de una obra imposible.

Hasta hoy, se han publicado tres novelas de El ruedo ibérico (La corte de los milagros’ Viva mi dueño’y Baza de espadas). Estos textos que ahora ven la luz están en su mayor parte inacabados «son bocetos, pero de gran calidad», recuperan personajes que ya aparecían en los primeros libros (Indalecio, Fermín Salvochea o Sofi) y fueron escritos «en unas condiciones anímicas espantosas».

«Valle-Inclán siempre quiso continuar su serie. La dejó en un momento en que se había separado de su mujer, tuvo un cáncer de próstata y estaba en condiciones anímicas espantosas», cuenta Martínez Torrón, quien admite la dificultad de fechar los manuscritos.

«Las fechas son complicadas, podrían abarcar del 32 al 34, quizás algo más. Teniendo en cuenta que murió en 1936, es la última obra que escribió y esto supone su testamento literario», apunta.

Nuevamente en estos manuscritos se observa el interés por el «submundo underground» del escritor gallego, si bien «sin cortarse con nadie». «No es posible que ningún país aceptara una autocrítica tan brutal: aunque siente más simpatía por la clase popular, no duda en mostrar sus defectos, como la ingenuidad o la visión mística de los anarquistas», apuntó.

Martínez Torrón ha tenido acceso a centenares de páginas sacadas de los archivos de Joaquín Valle-Inclán, nieto del escritor. «Cuando me los facilitó digitalizados, me di cuenta de que eran más importantes de lo que pensaba, defiende.

Valle-Inclán utilizaba para sus manuscritos pequeñas cuartillas de medio folio solo por una cara, lo que le obligaba a redactar «de un modo más escueto y sencillo». Además, al editor le llaman la atención las faltas de ortografía. 

«Como si el autor, genial artífice del idioma español, no tuviera ya tiempo para corregir más, para cuidar más el texto. Como si no le importara la ortografía, sino expandir las ideas y personajes que surgían de su cerebro», explica.