Las Misioneras de Nazaret cumplen 100 años

Ana I. Pérez
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Las nazarenas, como las conoce todo el mundo, celebran el próximo 3 de mayo el centenario de la fundación de su congregación. La hermandad se estableció en Soria hace 72 años y, en la actualidad, su medio de vida es la residencia de estudiantes

Las Misioneras de Nazaret cumplen 100 años - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Son las nazarenas. Así es como las conoce todo el mundo, aunque la denominación correcta sea Misioneras Eucarísticas de Nazaret. La congregación está de aniversario. El próximo 3 de mayo cumple un siglo desde que un grupo de Marías del Sagrario, acompañadas por San Manuel González y su hermana María Antonia, impulsaron la fundación para ser Marías Nazarenas a tiempo completo y vivir en comunidad como la familia de Nazaret. Con el paso del tiempo, aquella pequeña hermandad se convirtió en una Congregación de Derecho Pontificio, aprobada el 30 de agosto de 1960, y denominada, desde 1969, Misioneras Eucarísticas de Nazaret. Antes, en 1949, un grupo de nazarenas se establece en Soria, gracias a la influencia de María Moreno, tía del gobernador civil del momento, Jesús Posada Cacho, el padre del político soriano Jesús Posada, expresidente del Congreso de los Diputados y exministro de Agricultura y Administraciones Públicas.

«María Moreno, vinculada a Acción Católica, es la que hace posible que la congregación se establezca en Soria, donde llevamos 72 años. Siempre hemos sido cinco o seis hermanas, en eso no ha habido mucha variación, aunque sí han ido cambiando nuestras actividades, siendo nuestra misión principal la evangelización a través de la eucaristía», explica la madre superiora, María Lourdes del Pozo.

En la actualidad son seis las religiosas que viven en la casa de Nazaret del Dulce Nombre de María de la plaza Tirso de Molina, localización en la que han estado desde el principio, aunque también el emplazamiento se ha transformado con el paso de los años. Recuerda la hermana Áurea Arévalo, soriana como la madre superiora, que cuando empezó a tomar contacto con la congregación en los encuentros juveniles de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, el complejo religioso ocupaba una gran extensión con un vasto jardín, que ya no forma parte de las instalaciones, ya que se vendió y se construyó en la parcela que «llegaba hasta el puente», rememora.

Al principio, las hermanas confeccionaban lo que se conoce como ropero eucarístico (casullas, sargas, manteles...), actividad que derivó en cursos intensivos de corte y confección, sobre todo dirigidos a las jóvenes de los pueblos, y de otros contenidos, enmarcados en las antiguas ‘escuelas populares’. 

Además, durante un periodo corto de tiempo, las nazarenas acogieron los cursos de PPO (Promoción Profesional Obrera), mientras la congregación construía un colegio en Palencia, si bien a partir de los años ochenta la actividad principal de las hermanas de Nazaret Dulce Nombre de María de Soria ha sido la residencia de estudiantes. «Al principio eran habitaciones con literas y baños compartidos, pero se reformó totalmente y son individuales con baño, se adaptó a las exigencias de las estudiantes», explica la superiora.

impacto de la pandemia. La pandemia del coronavirus no solo ha influido en el funcionamiento de la residencia de estudiantes, también lo ha hecho en la dinámica habitual de las seis religiosas. Su misión es de tipo pastoral, pero las restricciones de movilidad y el riesgo de contagio cortaron de raíz los desplazamientos a las localidades, el acompañamiento a personas que viven solas o las reuniones. «En la casa tenemos algún encuentro una vez al mes, pero con poca gente. Otra tarde también hacemos la adoración al Santísimo y, sobre todo en verano, vamos a los pueblos donde el sacerdote no llegaba para hacer nosotras las celebraciones. Ahora trabajamos como podemos, ojalá pudiéramos estar más cerca de la gente que más lo está necesitando y  dar a conocer más nuestra casa», comenta la hermana María Lourdes del Pozo.

En este sentido, la religiosa Áurea Arévalo puntualiza que algunas religiosas también trabajan en parroquias, imparten catequesis, en la formación de la liturgia o en la pastoral con inmigrantes, que es «muy interesante y muy necesario» ya que, a su juicio, están sufriendo las peores consecuencias de esta crisis sanitaria.  

«Pero la vida consagrada no es un ONG», aclara la madre superiora, «la acción social es una consecuencia. Nuestra misión también es vivir esa entrega a Dios por la que hemos optado. Tenemos que tener un medio de vida, en nuestro caso la residencia de estudiantes, porque no podemos vivir de limosna, y todas las comunidades, además del trabajo pastoral y de evangelización, tienen su forma de vida. Algunas, por ejemplo, tienen librerías».  

jornada diaria. Nazaret significa «sencillez», destaca la madre superiora. Y sobre esta premisa desarrollan las monjas su vida, su día a día. Por la mañana, acuden a la capilla para participar en la celebración de Laudes y «ofrecerle al señor el día, el nuestro y el de todos», y una vez finalizada la oración se sumergen en las tareas domésticas que exige la casa y la residencia femenina. Después de comer participan en «un momento de sobremesa, de compartir entre nosotras», y cada una de ellas continúa con las actividades que tienen asignadas (plancha, costura, catequesis, encuentros, reuniones...). 

«A las 19.00 horas tenemos otro tiempo de oración, con el Santísimo expuesto, y por la noche hacemos la última oración para poner el mundo en manos del Señor [...] No todos los días son iguales, aunque lo parezca, siempre surgen cuestiones que hay que atender. Nuestra actividad no está solo dentro de la casa, sales más o menos dependiendo de las actividades», señala la superiora. 

relevo. La congregación de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret no es ajena a la falta de relevo, a la ausencia de vocaciones, aunque al ser una hermandad pequeña, «más o menos» siempre se han mantenido en el mismo número, unas 200 repartidas en España y en los otros ocho países donde tienen presencia (Italia, Perú, México, Ecuador, Venezuela, Argentina, Portugal y Cuba).

En la actualidad, la congregación solo tiene dos novicias en España y otras dos en Argentina, y la mayoría de las monjas tiene más de 70 años. En el caso de las de Soria, cuatro son  octogenarias, la madre superiora tiene 65 años y la religiosa más joven ha cumplido los 43 años.

«Estamos como todos, hay que trabajar en las vocaciones. Ilusión y ganas no faltan, pero los jóvenes viven de otra manera. La situación social, cultural, la inestabilidad, la falta de compromiso... afecta a todo, no solo a la vida religiosa. Porque los que deciden entrar en ella viven en el mismo mundo que el resto», sostiene la hermana María Lourdes.

Así, las nazarenas de Soria repasan los orígenes, la historia y la vida actual de la congregación, mientras aguardan la celebración del centenario. El Papa Francisco concedió un tiempo jubilar que comenzó en mayo de 2020 y, por la pandemia, se prolongará hasta el 3 de mayo del próximo año.