Vendimia en la Ribera soriana para consumo propio

Ana Pilar Latorre
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Las familias de Villálvaro se reúnen estos días para recoger la uva en las miniparcelas que se distribuyen en 56 hectáreas de viñedo viejo. Unas 30 familias elaboran sus propios vinos

Vendimia en la Ribera soriana para consumo propio - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

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Vendimia

Villálvaro ya está de vendimia.En unas 30 casas se sigue elaborando vino de manera artesanal para consumo propio y las familias se juntan para la recogida de uva en 56 hectáreas de viñedo viejo distribuidas en miniparcelas de 0,8 hectáreas (unas 400 cepas). Posteriormente, la pisan y la prensan para hacer vino tinto, clarete y ojo gallo, como denominan los pequeños productores caseros al que «ni es blanco, ni es tinto» y «ni tiene color, como el de Asunción», bromean los vecinos. Soledad Albitre (la alcaldesa pedánea), Anastasio Romero, Pedro Izquierdo, Evelio Sanz, Valentina Romero y José Álvarez descubren a El Día de Soria los secretos de esta tradición tan arraigada en la Ribera del Duero soriana que heredaron de sus padres y ahora transmiten a sus hijos. Las cosas han cambiado mucho, porque para ellos antes la vendimia «era trabajo y más trabajo» y «ahora es más pasar el tiempo en familia».

Este fin de semana estarán en plena faena, se escucharán en el campo voces dicharacheras y a gran volumen y después se trasladarán a las lagaretas para continuar el proceso. En las propias viñas nos muestran el rico patrimonio vitivinícola que atesoran y comentan que «este año hay menos uva pero es muy buena, en los últimos días está cogiendo grano». Además, la vendimia «llega sobre una semana más tarde» por la climatología. 

A nuestras preguntas, explican que los corzos, tordos, grajos...suelen hacer «bastante estropicio», por lo que muchas familias han colocado espantapájaros para evitarlo. A las vides les administra tres veces al año antioidio y antimildiu, productos «curativos y preventivos», comentan. Allí están los mejores racimos de uva blanca y negra (la mayor parte), los «tostaditos» y «más sueltos» que «escogerán» para los ricos caldos de la DO Ribera del Duero. Los probamos gustosamente junto a las viñas centenarias, un placer para el gusto pero también para la vista por el paisaje. Contemplan los cielos despejados y aseguran que «estos días no tiene que llover...». No están nerviosos, lo que sí les ocurre cuando hay mucha uva y no dan abasto. 

el proceso. En este entretenido recorrido en torno a la vendimia, nos enseñan junto a una casa los cestos de mimbre (con capacidad para 70-100 kilos de uva) ya preparados. «Son los últimos que quedan porque los hacía la gente mayor y nosotros ya no sabemos», lamentan. Continuamos por la lagareta de Valentina, donde se encuentra la pila en la que sus hijos pisan la uva recién recogida. Sobre el pisado, recuerdan que era un momento entrañable, «siempre que no hubiera mucho trabajo».

Dependiendo del tipo de vino que se quiera, se deja un tiempo determinado. «Si lo quieres muy claro será un día, si lo quieres clarete serán dos, si es ojo gallo serían tres y si es tinto de 11 a 21 días», explican. Hay distintos métodos, unos usan vigas para prensar, otros despalilladoras (una máquina que mecaniza más el proceso y aparta el rampojo de la uva)... De las pilas, se pasa el vino a los cubetes de madera para que vaya fermentando -antes éstos se han limpiado con manguera y secado en el exterior de las casas- y después se trasega a otros cubetes, «para quitar las impurezas del vino y que clarifique».

En Villálvaro las típicas construcciones tenían en la parte de abajo las bodegas excavadas en piedra, pero ahora tan solo quedan ocho. Nos dirigimos a una de ellas, en la que han conservado este espacio dedicado al vino que antes «eran las neveras». «Había un pozo donde manaba el agua y se sacaban cubos para distintos usos, como dar de beber a los animales», explican. Podemos leer una inscripción: «Seizo (se hizo) en1883». 

Pasamos por otra vivienda en la que hay una despalilladora. «Esto es ya para no trabajar», bromea uno de los vecinos. De ahí la uva más limpia irá a la pila «con menos impurezas».  Nos dirigimos después a ver más cubetas en otra de las casas, donde también han conservado un horno antiguo digno de verse. Están contentos de poder mostrarnos los lugares del vino de Villálvaro y aseguran que anécdotas de la vendimia tienen muchas, como que en la vendimia se realiza «el  típico lavado de cara a las mozas con uva» y «se tiran las cubetas al terminar».

los lagares. Hace 40 años desaparecieron los lagares comunales y «cada familia se hizo el suyo de manera individual». Pedro conserva una de las pocas construcciones tradicionales con la bodega subterránea. Allí tiene las gabillas de sarmiento listas para colar el vino. 

Las familias pesan los excedentes en la báscula del pueblo (recién pintada este año) y los venden a las bodegas de la zona interesadas (unas ocho), por lo que se sacan unos ingresos extras. La cantidad depende del año, pero «en uno majo» puede suponer unos 6.000 euros (cuentan también «el vino que se bebe» en las casas) por unos 7.000 kilos en cada miniparcela. «Depende del año y de la bodega que lo compre, porque cada una tiene un precio distinto.Es muy relativo», insisten los vecinos. «Hace 80 ó 90 años se inició la tradición de la vitivinicultura en el pueblo para tener vino para tomar en las casas y ahora ha pasado a una segunda fase porque se obtiene un ingreso más en las casas», explica Soledad. Son viñas viejas que pueden tener entre 100 y 200 años y que suponen «un recurso más». 

Por otro lado, la pandemia ha interrumpido el popular concurso de vino artesanal de las fiestas de San Pedro de junio en Villálvaro, pero los vecinos esperan poder recuperarlo ya en 2022. Como curiosidad, en este certamen los vinos se catan entre todos y se van eliminando hasta seleccionarlos seis mejores. Entre los vecinos que nos acompañan para el reportaje, hay algunos que lo han ganado varias veces y lo recuerdan orgullosos. Hay que recordar, igualmente, que en 2019 llegó a celebrarse una final a nivel provincial del concurso de vinos en el Club de Catas del Casino.

los jóvenes. Muchas familias de Villálvaro tienen la suerte de que los hijos se han quedado en la zona: San Esteban, El Burgo de Osma, Aranda de Duero, Soria... y acuden a la vendimia para ayudar pero también muchos fines de semana. Yes destacable que tres hijos de Valentina se hayan animado a explotar su propias viñas, 11 hectáreas, aprovechando el tirón de la Ribera del Duero soriana, lo que a los mayores les hace especial ilusión porque creían que no se daría nunca esta situación. Otros jóvenes también proyectan abrir una casa rural. Eso es, para la alcaldesa, «hacer pueblo» y muchas personas «pasan de no querer saber nada de él a enamorarse, literalmente». Además, en Villálvaro tienen una charanga de unos 40 músicos jóvenes y la cultura y el teatro juegan un papel importante. 

En esta localidad viven de continuo 105 personas y hay empadronadas 118, pero los fines de semana pueden llegar incluso 60 más y en los veranos la población se triplica.Las casas se arreglan y el pueblo, sin duda, tiene mucha vida. Estos días se demuestra.