Tinnitus, aprender a vivir con ruido

Teresa Díaz (EFE)
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Los pitidos auditivos son el día a día de un 17 por ciento de las personas que sufren acúfenos, una alteración ligada en la mayor parte de los casos a la edad que hace escuchar zumbidos sin que haya sonido alguno en el exterior

«El silencio no existe. Cada uno tiene un silencio propio que es su ruido». De esta forma percibe Sergio Garrido, un joven de 27 años, su tinnitus o acúfeno, un zumbido o pitido ocasionado en los oídos que afecta al 17 por ciento de la población y que puede resultar muy molesto, incluso hacer la vida imposible a quiénes lo sufren.

«Se trata de un sonido que el afectado oye, pero no hay ningún estímulo sonoro que lo produzca; es una sensación subjetiva, por lo que se ha llegado a llamar sonido fantasma», señala María José Lavilla, presidenta de la Comisión de Audiología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología. No obstante, hay quien no llega a ser conscientes de que son sus propios ruidos y acaban, incluso, denunciando a sus vecinos «y con líos de comunidad». 

El acúfeno puede hacer acto de presencia con todo tipo de tonalidades e intensidades: se puede parecer al ruido que produce una olla, un abejorro o un motor en marcha y puede ser continuo durante las 24 horas del día o aparecer de manera intermitente.

Hace cuatro años Garrido estaba en una academia asistiendo a una clase de preparación al MIR cuando de repente perdió casi por completo la audición en el oído izquierdo y empezó a escuchar unos ruidos hasta ese momento extraños. «Es como un zumbido que se oye de fondo que en ocasiones se convierte en pequeños pitidos agudos, como una mosca. Se podría parecer a cuando sintonizas mal una radio y es constante todo el día, lo único que varía es la intensidad y, sobre todo, la percepción que yo tengo del mismo», explica este joven médico.

Más del 85 por ciento de los acúfenos van ligados a la pérdida de audición, cuando el conducto auditivo genera un pitido «aberrante» para compensar el sonido que se ha perdido. «Esta es la teoría», precisa la doctora Lavilla.

Normalmente se va escuchando peor con la edad, especialmente a partir de los 60 y los 65 años. Sin embargo, debido a que los jóvenes están cada vez más tiempo enganchados a los auriculares, se está adelantando hasta 20 años. La exposición al ruido es causa de pérdida auditiva en el 90 por ciento de los casos y está relacionada con el volumen y el tiempo que pasamos con ellos.

Por ello, muchos músicos famosos como Eric Clapton, Chris Martin, Neil Young, Phil Cllins e, incluso, Beethoven, entre otros, sufren o han sufrido tinnitus. «Cantantes jóvenes que los chavales admiran mucho te dicen que cambiarían su riqueza por dejar de oír esos ruidos y se arrepienten de no haberse cuidado, porque una vez que el daño se produce es irreversible», subraya la experta.

También Sergio fue músico durante su adolescencia, en concreto, guitarrista de varios grupos de rock, por lo que estuvo expuesto a altos decibelios. A ello se sumó el estrés y la presión a la que estaba sometido mientras se encontraba preparando el MIR. Como explica la otorrinolaringóloga, el estrés hace que contracturemos mucho los músculos del cuello y de la mandíbula, que comparten musculatura con la zona del oído.

También enfermedades como la hipertensión, la obesidad o la diabetes son factores de riesgo, al igual que los medicamentos ototóxicos, de uso hospitalario, y otros fármacos como antiinflamatorios, aspirinas o paracetamoles, que «tomados reiteradamente a lo largo de la vida pueden dañar el oído y producir ruidos», advierte Lavilla.

Cuando se le pregunta a Sergio si a día de hoy puede hacer una vida normal, contesta: «Ahora sí, pero al principio me costó muchísimo. Los otorrinos te dicen que no hay ningún tratamiento eficaz y te desesperas un poco porque te cambia la vida, tienes que llegar a acostumbrarte a percibir el mundo de manera distinta».

La clave para este joven médico es «conseguir que no sea un estímulo negativo, percibirlo como una cosa más que hay en tu cuerpo y que no te resulte una amenaza», aunque admite que no es fácil conseguirlo. A él le ayudó recibir tratamiento psicológico, pero también la terapia de reentrenamiento auditivo, que tiene como objetivo habituar al paciente para que llegue a una situación en la que no sea consciente de la presencia del ruido.

Reentrenar el oído

Para ello, explica Carlota Jimeno, audioprotésica y logopeda, se utiliza un audífono que tiene diferentes tipos de sonidos habituadores, entre los que se selecciona el que sea más agradable para el afectado. No se trata de tapar el acúfeno sino que, al conectar el ruido habituador, el paciente no tenga su zumbido tan presente en su plano consciente y sea capaz de controlarlo.

«Yo siempre les digo a los pacientes que es como la respiración, nunca la oímos a no ser que queramos. El acúfeno es un ruido que ha aparecido, nuestro cerebro lo identifica como un problema y está todo el rato pendiente de él. Lo que queremos es pasar a un nivel en el que no se le preste atención», explica la experta. Además, asegura que cuando llegan a la terapia la mayoría de los pacientes se encuentran en «una situación desesperada», pues antes «han pasado por muchísimos especialistas».