Cultivos contra la huella de carbono

SPC
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Un estudio de Itacyl, ACOR y Azucarera revela los beneficios ambientales de la remolacha

Imagen de una plantación de remolacha en Soria. - Foto: Eugenio Gutiérrez

El cultivo de la remolacha contribuye a la reducción de la huella de carbono con la captura de 46,4 toneladas de CO2 por hectárea cultivada, según revela un estudio realizado por el Instituto Tecnológico Agrario de la Consejería de Agricultura, en colaboración con la cooperativa ACOR y la empresa Azucarera. El balance de captura y fijación de CO2 para evitar su emisión a la atmósfera sigue además arrojando un saldo positivo de 36,3 toneladas por hectárea incluso cuando se incluyen las emisiones provocadas por la producción del cultivo y por la propia industria azucarera. Según se especifica en el informe de balance de carbono en la remolacha azucarera y otros cultivos de regadío en Castilla y León, realizado bajo el nombre de proyecto Remocar, el cultivo de remolacha capta de la atmósfera un total de 52,3 toneladas de CO2 por hectárea, fijándose 41,1 toneladas a la raíz y 11,2 a los restos vegetales, entre las que se encuentran las 2,2 toneladas fijadas en el hummus estable y las 4,5 toneladas adheridas al material biológico del suelo.

De las 52,3 toneladas capturadas por hectárea hay que descontar, en primer lugar, las emisiones de CO2 generadas por la mineralización del suelo y otras mineralizaciones secundarias, que suman un total, según el estudio, de 5,9 toneladas por hectárea que vuelven a emitirse a la atmósfera, lo que deja la cantidad total de toneladas de CO2 capturadas por la remolacha en 46,4 por hectárea. No obstante, el estudio profundiza en otras emisiones que se producen desde el proceso de cultivo de la remolacha hasta su procesamiento para convertirse en azúcar. Se atestigua así que la producción del cultivo, entre cuyos elementos se cuenta la preparación del suelo, el riego, la fertilización, la aplicación de fitosanitarios y la recolección y el transporte, genera una emisión de 4,9 toneladas de CO2 por hectárea, mientras que las emisiones ocasionadas por la industria para la transformación de la remolacha en azúcar se fijan, según el informe, en 5,1 toneladas de CO2 por hectárea.  

Todo ello deja un saldo positivo de captura de CO2 por parte del cultivo de remolacha de 36,3 toneladas por hectárea sembrada, cultivada y recogida, evidenciando así la contribución positiva de la remolacha en la reducción de la huella de carbono en la atmósfera y desmintiendo el mito que atribuye a la agricultura la consideración de actividad contaminante.

Cultivos contra la huella de carbonoCultivos contra la huella de carbono - Foto: FS ICALEl estudio sobre la captura de CO2 por parte de la remolacha se enmarca dentro del proyecto Remocar, cuyo trabajo de investigación, realizado desde noviembre de 2017, cuenta con un presupuesto de 195.093 euros, cofinanciados por fondos Feder, y su objetivo final es el aprovechamiento sostenible de los recursos para el desarrollo de cultivos en regadío, económicamente viables, en Castilla y León, al ser este tipo de plantas las que cuentan con la denominada alta eficiencia fotosintética. 

En busca de más plantaciones 'anti-emisiones'

El documento evidencia que la remolacha es la que mayor fijación de CO2 ha mostrado en el estudio, con las 46,4 toneladas capturadas por hectárea excluyendo las emisiones de la producción del cultivo y de la industria azucarera, pero el resto de cultivos analizados también mostraron datos positivos que evidencian el papel de la agricultura para evitar la excesiva emisión de dióxido de carbono a la atmósfera. Entre ellos destaca el maíz, con más de 25 toneladas de CO2 fijadas, si bien las emisiones de dióxido de carbono de este cultivo a la atmósfera se acercan a las 20 toneladas por hectárea, lo que reduce el saldo positivo de captura de CO2 al entorno de las siete toneladas, cantidad netamente inferior a la explicitada por el cultivo de remolacha.