El vino «natural» levanta suspicacias

EFE
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Aunque hay una asociación de productores, el concepto no está contemplado en la normativa española, pero sí en Francia, donde la demanda es mayor

El vino «natural» levanta suspicacias - Foto: Rueda Villaverde

No es un fenómeno nuevo, pero ahora suscita una mayor atención. La aparición de botellas de vino con la etiqueta de «natural» se ha convertido en una cuestión espinosa para el sector en España ante la falta de certificado o definición oficial que fije cuáles son los requisitos exigidos para recibir tal denominación. Aunque todavía entre bambalinas, el runrún existe y algunos advierten de que se trata de un mensaje equívoco que induce a pensar al consumidor que todo aquel vino que no sea «natural» es «artificial», mientras que otros defienden que se trata de una especie de regreso a los orígenes.

El auge de este tipo de producciones se enmarca dentro de un contexto marcado por la aparición de numerosos «apellidos» cada vez más habituales en las botellas: vegano, ecológico o biodinámico (que tiene en cuenta los ciclos lunares a la hora de cultivar la viña) son sólo algunos ejemplos. No existe un consenso internacional respecto al concepto de vino natural, pero en Francia -donde el movimiento y la demanda son más fuertes- se autorizó de forma oficial en 2020 la puesta en marcha de un sello bajo la denominación «vino de método natural» una vez sentados unos requisitos.

Aunque aquí en España no está reconocida la figura, hay una serie de condiciones que suelen cumplir todos los productores de este tipo de vino: ha de elaborarse con uvas procedentes de agricultura ecológica vendimiadas a mano; no se le pueden añadir sulfitos para su conservación ni levaduras que intervengan en la fermentación, que ha de ser completamente natural; no se filtra ni clarifica, ni se corrigen parámetros como la acidez, el color o el nivel de taninos; suelen ser producciones limitadas; y los vitivinicultores suelen hacer un uso responsable de territorio respetando el medio en el que se cultivan las cepas.

La discusión incluso se trasladó a Bruselas, y hace un año el propio comisario europeo de Agricultura, Janusz Wojciechowski, reveló que había solicitado información a Francia al respecto, ya que la Unión Europea tiene la competencia de prevenir posibles «barreras comerciales dentro del mercado interno» y casos como éste pueden considerase prácticas engañosas.

La Federación Española del Vino (que agrupa a más de 700 bodegas) incide por su parte en que esta bebida «requiere necesariamente la intervención humana para su transformación y no se encuentra en la naturaleza tal cual», por lo que según la ley actual cualquier caldo «tiene derecho a reivindicar un vínculo» con ese concepto de natural. Además, la entidad advierte del riesgo que existe a la hora de «inducir a confusión al consumidor con términos que no están definidos en el marco normativo», utilizando atributos «que no existen» y que pueden perjudicar la imagen de otras referencias.

¿Un certificado?

En España existe la Asociación de Productores de Vino Natural, que actualmente reúne a 16 socios -la mayoría comercializa anualmente menos de 10.000 litros y están presentes en comunidades como Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía, Murcia, Madrid o Castilla y León- y en la que se mantienen debates a nivel interno sobre cuáles son los siguientes pasos a dar.

«Una parte de los asociados piensan que crear un certificado sería una buena forma de informar al consumidor, pero también se trata de un mercado agresivo donde la gran industria lo quiere todo. Si la cuota del vino natural subiera del 0,1% que representa actualmente al 1%, se lanzarían a producir así y nos comerían», explica su presidente, Vicent Tomás Torres.

Este viticultor valenciano de La Vall d’Albaida apunta a que por el momento prefieren «mantenerse al margen» y todo se resume en una «cuestión de confianza», aunque matiza que también realizan «análisis de laboratorio» que demuestran que cumplen una serie de requisitos fijados por ellos mismos.

Bajo su visión, la etiqueta de «natural» se reserva a los vinos procedentes de viñedos ecológicos -es decir, que en materia de cultivo sólo utilizan los fitosanitarios autorizados para gozar de este sello- y en los que a la hora de transformar la uva se opta por no recurrir a la adición de sulfitos o el uso de levaduras. «Los (productores de) vinos ecológicos trabajan como nosotros en el campo, pero al pasar a bodega los someten a otros procesos», resume Tomás. En el caso del vino natural hay tanto tintos como blancos o rosados, pero casi nunca se usa barrica ni se embotellan como crianzas, reservas o gran reserva, ya que «no hay mercado».

No obstante, se da la paradoja de que actualmente la mayor parte del vino natural producido en España se dirige a la exportación. «Es un poco contradictorio, cuando empecé pensé en ofrecerlo por mi tierra y al final acaba yendo a Australia... Me gustaría que fuera un producto de proximidad», asegura Tomás.

El director comercial de Vinos Sierra Norte, Ricardo Calatayud, subraya que en su caso -con el 100 % de su producción cultivada en ecológico desde hace años- fue la existencia de demanda internacional lo que hizo que probaran suerte en el mundo del «natural».

«Tenemos clientes sobre todo en Alemania y Canadá. A nivel nacional, donde hay algo de mercado es en Barcelona», detalla Calatayud, quien afirma que la principal diferencia de esta línea respecto al resto de sus caldos es la ausencia de sulfitos añadidos, un elemento conservante que protege al vino de la oxidación.