El éxito a la madrileña de Tatiana Ramos

N. Z.
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Tras su presentación en Madrid, la actriz soriana arranca promociónpara llevar 'Nunca me gustaron tus besos' a los teatros del mundo, una obra inspirada en una historia real con textos de Alberto Velasco

El éxito a la madrileña de Tatiana Ramos - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez Eugenio Gutiérrez Mart

No, no es una historia que solo les pasa a otras y a mí, «mujer joven y moderna», no me puede pasar. No, no es una historia exclusiva de 'ella', esa mujer que, según tu espejo,  cumple escrupulosamente el perfil de mujer maltratada. ¡Maldito espejo! ¡Cuántas imágenes distintas vomita! No, no es solo su historia. Es también la tuya. Quizá la de tu amiga. La de tu vecina. La de tu hermana. También la de esa mujer que pasea por la calle con la mirada perdida. Y la de esa otra de postura altiva. Y no. No tapes tus ojos más. Porque está ahí. No te escodas. No la escondas. Grita. Escucha. Y, cuando creas que ya no puedes más, respira profundo y verás cómo se te llenan los pulmones de valentía. Porque eres [soy] valiente...

«¡Valiente!». Justo eso es lo que le grita el público a Tatiana Ramos cada vez que se baja el telón tras interpretar 'Nunca me gustaron tus besos', la obra inspirada en su historia real con textos de Alberto Velasco y dirigida por Xiqui Rodríguez, un espectáculo que nació en pandemia con el pretexto de «aprender a saltar sobre los charcos con una historia que nos haga abrir más aún los ojos y no ceder ni un segundo más de nuestras vidas a una persona que nos anula». Porque sí, trata sobre el maltrato psicológico. Sobre su maltrato. Sobre el dolor que provocan las palabras. Sobre  las expresiones que anulan. Que callan. Que matan. Sobre los silencios que duelen. Sobre los besos forzados... esos que no se sienten. 

 «Quiero que mi historia sea hoy la tuya. Quiero compartiros cada recuerdo por si también fuese el vuestro y salir juntos del abismo. Quiero que con mi historia podamos abrir más aún los ojos y no ceder ni un segundo más de nuestras vidas a una persona que nos anula», reflexiona Ramos sobre su obra. Y en solo tres representaciones ya ha conseguido su objetivo:«Me ha llegado un mensaje de la amiga de una chica que estuvo viendo la obra y se salió en los aplausos porque ella está pasando por algo similar y, tras verlo, dijo 'se acabó'». «Siempre hay algo que permite dar el impulso y poner fin a esa tortura» y que ese impulso haya sido su obra más personal -quizá también la más impersonal ya que su historia «puede ser la de cualquiera»-, es motivo para estar satisfecha. «Yo cuento lo que me ha pasado no como una liberación porque yo ya lo tengo superado, aunque las heridas están; pero hacerlo y pensar que una sola persona ha sido capaz de ver lo que le está pasando, ponerle nombre... para mí, es el mayor de todos los logros posibles. Es mi mejor medicina, mi mejor aplauso», apunta aún emocionada. No olvida tampoco los aplausos cerrados, los gritos de ánimo... y los diez minutos de ovación que recibió en la presentación de la obra el pasado 30 de noviembre en Madrid, en el Teatro Fígaro. Esta semana la ha llevado a Valdeavellano de Tera y a Tardelcuende y, ahora, toca comenzar la labor comercial para tratar de acercar 'Nunca me gustaron tus besos' a teatros, asociaciones, colectivos sociales, departamentos de Igualdad... Es consciente de que no es el mejor momento porque las programaciones y los circuitos escénicos, a estas alturas, están ya cerradas. Y no es una obra fácil por la temática tan dura en un momento tan duro (por la pandemia), pero confía en que las críticas y la repercusión que está teniendo la obra sirvan de impulso. Y halagos no le faltan [solo hace falta mirar los mensajes que acumula en sus redes sociales]. 

Tiene todos los ingredientes para ser un éxito. Una buena historia a la que ella puso voz (en conversaciones telefónicas durante la pandemia) y su compañero de carrera y amigo Alberto Velasco palabras. Una dirección cuidada, profesional y mimada -Tatiana ya trabajó con Xiqui Rodríguez en 'Atta' y sabía de su modo de hacer-.  Y una interpretación única. «Contarlo así (de forma teatral, sobre un escenario) es mi don, mi forma de comunicarme con la vida y con la gente, es mi profesión pero, sobre todo, mi manera de contar historias», justifica. Eso sí, recalca, el teatro no ha sido su terapia -que vino ya antes-, pero pretende que pueda ser el inicio de la de otras mujeres en su situación. 

Cierra los ojos y reconoce que le gustaría tener «una gira enorme» y llevar esta historia real con lenguaje y escenografía teatral a Soria, donde le gustaría haber estrenado pero «no fue posible», y, sobre todo, «por todo el mundo y especialmente en aquellos países y rincones donde esta lacra se sufre más». Para que «mi historia sirva de espejo», justifica. Su valentía le impulsa.