Agua y salud: El binomio que mejora la vida de las personas

Javier D. Bazaga (SPC)
-

Garantizar el acceso al agua potable y saneamiento para 2030 es uno de los ODS de la ONU, que pide valorar el agua como un recurso cada vez más escaso. El foro virtual organizado por Promecal y Aquona puso en valor el agua y su vínculo con la salud

La garantía del suministro de agua en cantidad y en calidad suficientes es fundamental para el desarrollo de la sociedad y para la lucha contra la pobreza y las enfermedades en cualquier parte del mundo». Esta afirmación dedicada al agua, tan sencilla como contundente, deja entrever en el agua una cualidad más allá de su estado: la transversalidad como recurso fundamental para el desarrollo sostenible a nivel económico, social y ambiental.

La Organización de Naciones Unidas la ha situado entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Agua limpia y saneamiento para todos antes de 2030 es el sexto de esos objetivos con el que esta organización nos llama la atención ya que, si bien se ha conseguido progresar de manera sustancial a la hora de ampliar el acceso a agua potable y saneamiento, «existen miles de millones de personas (principalmente en áreas rurales) que aún carecen de estos servicios básicos».

Esta semana se ha celebrado el Día Mundial del Agua, una cita en la que la propia ONU nos instaba a valorar el agua más allá del precio, precisamente como un recurso cada vez más escaso, amenazado por los efectos del cambio climático, con un valor «enorme y complejo» dada esa transversalidad que la caracteriza, para la integridad del entorno natural, para los hogares, para la educación, la cultura o, cómo no, para la salud. El agua es, por tanto, una realidad económica y un recurso imprescindible en el mantenimiento de los ecosistemas, pero sobre todo es un derecho esencial para la vida y la dignidad de los seres humanos.

 

Valor Incalculable

El valor del agua en la salud se ha intensificado, precisamente, en un año en el que la pandemia de la Covid-19 se ha instalado en nuestras vidas. Este virus ha puesto de manifiesto la importancia vital del saneamiento, la higiene y un acceso adecuado a agua limpia para prevenir y contener las enfermedades. «Lavarse las manos salva vidas» nos han dicho por activa y por pasiva, y es cierto. Pero también consumirla gracias a instalaciones saneadas, con garantías de suministro y de calidad, para poder tener agua potable con un gesto tan sencillo como poder abrir un grifo.

El Día Mundial del Agua se celebra cada 22 de marzo para recordar la relevancia de este líquido esencial y, en este contexto, Aquona y el Grupo Promecal organizaron un evento virtual en el que se pusieron sobre la mesa todos estos conceptos en torno al agua y la salud. Un foro en el que participaron expertas en distintas materias –salud, nutrición y abastecimiento–, y en el que se destacó el valor de este líquido elemento que, para la responsable de los programas de prevención de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) de Valladolid, Margarita de Miguel Gómez, «supone salud y supone vida». Esta médico de familia centró su exposición en el valor del agua para el tratamiento y prevención de enfermedades. «Somos casi un 60% de agua» dijo, por lo que subrayó la necesidad de mantener un óptimo estado de hidratación. De Miguel, que trabaja la educación en salud, aplaudió el avance que ha podido constatar en los centros educativos al comprobar cómo ha crecido la conciencia sobre el consumo de agua frente a otro tipo de bebidas. 

Para Paz Pérez Malillos, nutricionista y farmacéutica, directora en ‘Espazio de Salud y Bienestar’, sin el agua no podríamos vivir, ya que «está presente en todos los tejidos corporales y órganos vitales de nuestro cuerpo». «Los seres humanos podemos aguantar varios días sin comer, pero no ocurre lo mismo con el agua», por lo que evidenció que el agua «es fundamental para nuestra vida y un alimento imprescindible», apuntó la nutricionista.

María García Rogado, responsable de producción de agua de consumo en Aquona, hizo hincapié en que el agua es un «recurso limitado que debemos cuidar y gestionar de la forma más responsable posible». En su caso, la gestión eficiente y sostenible se convierte en la máxima expresión de su actividad ya que la desempeñan en todas las etapas del ciclo integral del agua en los 130 municipios de Castilla-La Mancha y Castilla y León en los que están presentes. «La gestión responsable del agua forma parte de nuestro ADN», incidió García Rogado, para quien el agua, por esa presencia y cercanía en el territorio, supone «salud, empleo, vocación de servicio y una palanca de progreso para el conjunto de la sociedad».

Las tres expertas articularon su participación en este foro virtual en base a estos principios que fueron detallando a medida que avanzó el debate. Así, en cuanto al tratamiento y prevención de las enfermedades, Margarita de Miguel reparó en el caso de la lucha contra el cáncer que, con la crisis sanitaria provocada por la pandemia, registró un «parón brusco». Se suspendieron consultas y pruebas de diagnóstico también, lo que ha provocado que ahora se estén incrementando los diagnósticos con casos en estadios más avanzados de la enfermedad, lo que empeora el pronóstico y aumenta la mortalidad, explicó. Es más, estimó en un 12% el incremento de la mortalidad por cáncer debido a esta circunstancia.

El agua es fundamental para prevenir, como lo es realizar «cribados poblacionales» para fomentar la detección precoz del cáncer en población sana, tanto en el caso del cáncer de mama en las mujeres, como en el colorrectal en el caso de los hombres, en los que la técnico especialista de la AECC elevó hasta el 90% de posibilidades de curación si se detecta de manera precoz. Pero también es fundamental para los pacientes que ya están en tratamiento para ayudar al cuerpo a eliminar las toxinas de la quimioterapia. «El agua es una muy buena medicina, es raro que el paciente no la lleve prescrita en su tratamiento» observó De Miguel.

Al hilo de esto, la nutricionista y farmacéutica Paz Pérez lamentó que aún estamos demasiado acostumbrados a «tratar enfermedades en vez de a prevenirlas». Y es que, según expuso, el agua es un alimento que transporta nutrientes y oxígeno a todas las células del cuerpo, a las que por otro lado da forma y volumen. Ayuda a disolver esos nutrientes y a la digestión. Mantiene la temperatura corporal o evita el roce de las articulaciones.

Su consumo diario puede evitar la hipertensión, la fatiga crónica, los calambres musculares debidos al desequilibrio de electrolitos y minerales, los problemas renales ya que sin el agua los riñones no pueden realizar de forma adecuada su función de eliminar toxinas, o los problemas articulares toda vez que los cartílagos están compuestos en un 70 por ciento por agua.

Es por eso que consumir agua periódicamente, en la cantidad recomendada, es un hábito que hay que fomentar desde muy temprana edad, y hasta la más avanzada ya que con la edad la necesidad disminuye y es necesario generar esos hábitos o ‘trucos’ para que ese consumo sea óptimo.

 

Controles exhaustivos

Por lo tanto, un alimento indispensable en nuestra dieta y que, como tal, se somete constantemente a gran cantidad de controles. «El agua del grifo se controla de forma exhaustiva» en todo el proceso, incidió María García Rogado, responsable de agua de consumo en Aquona, donde realizan más de 170.000 determinaciones analíticas al año «para garantizar que el agua que suministramos es sanitariamente perfecta, además de económica y sostenible».

En este sentido, puso el acento en que «a veces se confunde la calidad con el sabor», por lo que explicó que es el uso del cloro para la desinfección del agua el que puede variar nuestra percepción pero que, sin embargo, es garantía de calidad. «El cloro es seguridad», remarcó García Rogado.

Así, para los que tenemos la suerte de disponer de agua potable en un grifo, supone un ‘lujo’ que debemos aprender a valorar. A darle el valor al agua como un recurso cada vez más escaso debido al cambio climático, y que nos demanda Naciones Unidas que nos deja esta reflexión: «la forma en que valoramos el agua determina cómo se gestiona y se comparte».