La hoz del orillares, un paraje 'de moda'

Ana Pilar Latorre
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Es un paseo circular de tres kilómetros y muy frecuentado por los vecinos del pueblo, pero ahora es también foco de atracción para muchos turistas que se acercan a esta zona entre Pinares y Ribera

La hoz del orillares, un paraje 'de moda' - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Entre Pinares y la Ribera del Duero hay enclaves naturales que sorprenden al visitante, como la Hoz del Orillares, en la localidad del mismo nombre y perteneciente a Espeja de San Marcelino. En los últimos meses ha cobrado gran popularidad y no es extraño que muchos visitantes del Cañón del Río Lobos se acerquen después a este curioso enclave de cuevas en la roca y ríos rodeado de pinares y campos de labor. Los vecinos notan que en los últimos meses hay un creciente interés por visitar la hoz y el pasado domingo incluso había allí dos autocaravanas.

Fermín Dueñas y Esther Pascual, tío y sobrina de Orillares, nos muestran un paraje al que se accede desde la parte de abajo del pueblo, en breve se colocarán señales para informar de su ubicación y para prohibir el paso a vehículos (excepto agrícolas y ganaderos), que deberán aparcarse en una zona adecuada para aparcamiento. «Hay que proteger en enclave natural de los coches», indican. Es un paseo agradable y tranquilo de corta distancia, entre las sierras de La Matosa y Zarrazuela, para disfrutar de la tranquilidad y la naturaleza, como hacen los vecinos. Pronto vemos el río Pilde, un minúsculo riachuelo «que, por suerte, no se seca nunca». 

«A mí esto me rejuvenece», comenta Fermín, que pasa seis meses del año en Orillares para cuidar de sus padres y otros seis meses en Barcelona, donde emigró hace años y donde se encuentra su familia (esposa, hijos y nietos). Allí descubrimos la cueva de curiosas formas por la que pasa el río Orillares. «En uno de los recovecos de la cueva, cada vez más fotografiada, pusimos un belén estas navidades, aunque alguien se lo llevó a los pocos días…», apunta Esther.

Contemplamos el vuelo y planeo de los buitres, que están en época de anidación y mientras unos salen a buscar comida otros se quedan cuidando los huevos en las oquedades de las rocas. Allí está también lo que llaman el ‘arrastradero’, donde los niños suben y bajan deslizándose por el empinado terreno a modo de tobogán. En la cueva se escucha el río es un lugar mágico y «los que se casan en el pueblo se hacen aquí las fotos, pero también la gente de aquí y los turistas». El camino se puede continuar de forma circular, por el antiguo molino (vivía gente antes y por allí estaba el pueblo de San Miguel) y el puente Ledigo, cruzando el riachuelo, para entrar de nuevo al pueblo.

cuenta la tradición. Junto a la hoz hay una enorme roca que «dicen los más mayores del pueblo que cayó de lo alto de la montaña sepultando a un matrimonio con un carro y dos vacas que venían de hacer las labores del campo». «Desde el punto de vista geológico está claro que la roca estaba allí, porque es lo que falta», apunta Fermín señalando hacia arriba para que comprobemos sus palabras. Allí cerca está la cueva de la Bonifacia, que «cuenta la tradición que llega hasta Espejón, aunque el camino se estrecha y nadie lo ha comprobado». Alguna vez han pasado por el paraje espeleólogos de Burgos. Pero últimamente hay mucha afición a la bici y es un camino muy frecuentado por ciclistas, como el de Costalago, que cruza el Cañón del río Lobos.

Allí está la fuente de las mozas, «el agua sale muy fresca y solemos dejar un vaso». Es una zona que se quiere acondicionar para mejorar el aspecto, aunque depende de los permisos de la CHD. «Nos da algo de miedo el turismo pero si no hacemos nada creo que es peor», ya que quedaría en el olvido y afectaría a la población. De ese manantial sube el agua al pueblo y el suministro podría llegar a los cinco pueblos. Y no hay que olvidar la peña de la Verruga, que causa el efecto óptico del perfil del rostro de una persona y que «se pueden hacer fotografías al estilo de las de sujetar la torre de Pisa, pero tocando la nariz».

El Ayuntamiento de Espeja de San Marcelino, según informa el alcalde, Roberto, ha distribuido un folleto con las lugares más emblemáticos de Guijosa (Monasterio de los Jerónimos, ermita de la Concepción y la Torca), Hinojosa (Fuentetuvilla y Lavadero), Despoblado de San Asenjo, Espeja de San Marcelino (El Rollo, senda Espeja-Hontoria y la Pasarela y vía ferrata), Quintanilla de Nuño Pedro (Encinar y lagar) y Orillares (Peña Lartiruela, la Hoz del Orillares y la Islilla). Los vecinos sí que reclaman que se instale alguna medida de seguridad en la denominada Torca de Fuecaliente, en Guijosa, ya que «es un peligro».