El curioso caso de Alberto Miranda

EDS
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A sus 46 años, el portero del Balonmano Soria cumple su quinta temporada en el club, la primera en División de Plata, siendo el veterano de la categoría

El curioso caso de Alberto Miranda - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Cuando el Balonmano Soria se fundó hace 25 años, un joven Alberto Miranda buscaba hacerse paso en Liga Asobal en el BM Valladolid. Mientras los amarillos jugaban sus primeros partidos, el de Aranda de Duero estuvo cuatro temporadas con los mejores del panorama nacional. Cuando das este dato al portero ni es consciente de ello, «es cierto, no existían todavía», reconoce con sorpresa.

Ahora con 46 años no es solo el más veterano de la División de Plata, sino que hay pocos nombres en la élite con fecha de fabricación 1975, «en Asobal Javi Díaz es de mi quinta e incluso Diego Moyano de Antequera tiene 50 años». No quiere darse mucho mérito pero lo cierto es que el siguiente con más edad de sus rivales es Julián Rasero, que juega con 41 años en Burgos.

Lo típico en estos casos es buscar la fórmula de la eterna juventud, un secreto que parece que solo unos pocos elegidos tienen guardado. Pero lo normal es que la respuesta sea siempre la misma, «la edad es solo un número y la ilusión es mi mejor aliciente». Después «el cuerpo te tiene que respetar y hay que cuidarse». Parece sencillo, pero como vamos a ver, no lo es.

Duros domingos. Aunque para la mayoría de la población el último día de la semana suele ser una jornada para disfrutar del ocio, para aprovechar el tiempo libre, el domingo es el peor día de la semana para Alberto Miranda. Los sábados son jornadas de partido y las siguientes 24 horas «suelen ser duras», aclara. «Mi rutina es la de ponerme hielo donde me encuentre dolorido, descansar y no salir demasiado de casa».

La pregunta es simple, ¿merece la pena seguir así a los 46 años? La respuesta es contundente, «mucha gente me hace la misma pregunta pero lo hago porque me gusta, lo llevo bien, sino fuese así no tendría sentido jugar». Tras de sí deja una rotura del cruzado de la rodilla o de los ligamentos en el hombro, «pero no he tenido más lesiones importantes, aunque ahora no recupero igual que a los 20 años». Si lo hiciese sí que sería digno de estudio.

Una de las claves tiene que ver con su posición en la cancha. «Soy portero y mi exigencia física no es tan alta como la de un jugador de campo». Puede que en resistencia no, pero la flexibilidad para un guardameta es clave en el balonmano, «pero es algo tan específico que nunca dejas de trabajar esa faceta». Aunque los reflejos y la velocidad no sean los mismos, «lo suples con la experiencia, con ver vídeos de rivales constantemente para estudiar a sus lanzadores». Una labor que realiza cada día sin faltar nunca a su trabajo.

Con muchas anécdotas e historias que contar desde que en edad benjamín su profesor de educación física del colegio Virgen de las Viñas de Aranda de Duero le introdujese en el mundo del balonmano, cumple ahora su quinta temporada en el BM Soria, al que le debía una.

Corazón amarillo. Alberto Miranda estaba en Zamora en el momento más doloroso del Balonmano Soria, «en la fase de ascenso nosotros subimos a Plata y ellos no lo pudieron hacer en casa». Cuando fichó por el conjunto amarillo sentía «que tenía una deuda pendiente». Ahora con el debut del equipo en Plata ya está saldada.

Solo hay que fijarse en el calentamiento antes de cada partido para ver su compromiso. Mientras sus compañeros realizan el último ejercicio de sprint guardándose un poco para el partido, Miranda lo hace a tope. Sonríe cuando se lo recuerdas, «intento inculcar lo que significa esto para mí, la ambición de luchar que demuestra que todos los días hay que darlo todo».

Pero esos días tienen fecha de caducidad, «es evidente, esto no es eterno», reconoce, «pero si me preguntas si este año lo dejo no te lo puedo decir porque es algo que siempre decido a final de temporada». Tras el ascenso a Plata «Litos se puso muy pesado y no podía decirle que no, pero en el fondo no quería perderme esto». Solo tiene un deseo, «cuando me retire quiero que el BM Soria siga en Plata». Parece más que posible.