El reto de preservar la alubia pinta del Ucero

Henar Macho
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Tras años en los que la pinta redonda se disputaba con el cereal las tierras fértiles próximas al río, ahora se cultiva en huertos familiares

El reto de preservar la alubia pinta del Ucero

Hace cuatro años la fructífera Vega del Ucero buscaba reavivar sus tierras con jóvenes emprendedores. Además de cereal y remolacha, en estos terrenos se han cultivado multitud de productos de la huerta tradicional, como patatas, cebollas, cardo, alubias y otras hortalizas y legumbres. Precisamente, la puesta en valor de la alubia típica que lleva décadas cultivándose a las orillas fértiles del Ucero es lo que reivindican hoy los agricultores más veteranos de la zona. 

«La alubia que tenía la fama y la variedad que se sembraba desde que yo tengo conocimiento es la pinta redonda del país, de enrame, de ciclo largo y de más calidad y menor producción», explica el agricultor de Valdemaluque, Juanjo Miguel, quien además de sembrar tierras en el «valle de los manzanos (del término malus domestica, procedente del latín)», tiene una granja de conejos. «Si hay un producto bueno, hay que procurar protegerlo. Las alubias de antes merece la pena conservarlas, hay que procurar que los consumidores las conozcan», defiende Miguel, quien añade que ahora el cultivo solo se realiza a nivel de huertos. «Hay algún agricultor, como yo, que sembramos un poco más, pero en general son plantaciones pequeñas. Aun así, a los precios que se venden hoy en día sí que resulta rentable», indica. Vecinos y conocidos acuden hasta la misma puerta de la casa de agricultores como él para llevarse l as populares alubias. El kilo cuesta de seis a ocho euros.

El agricultor es consciente de que este cultivo se enfrenta a varios inconvenientes, como los caños que produce la fauna del entorno. «Los corzos vienen en grupo y sobre todo acuden a las parcelas que están a las orillas. Ha habido que vallarlas. También vienen los jabalíes cuando se riega la tierra en busca de lombrices», añade.

CONSUMO PROPIO. El cultivo de la alubia «no es que no sea rentable, es que no se ha mecanizado apenas y se lleva bastante mano de obra, y estas variedades no son muy productivas», sostiene el agricultor, que dispone ahora de sembradora neumática y trilladora, aunque no siempre fue así y fue la familia la que le echó una mano con el cultivo. «Hace años, en las cerca de 700 hectáreas de regadío que hay desde Ucero hasta El Burgo de Osma, se sembraban casi la mitad de ellas de alubias. Yo llegué a sembrar hasta una hectárea de judías», detalla. El pasado año, sin embargo, solo sembró 1.000 metros cuadrados. Pero la extensión de la remolacha y l a patata desbancó a la alubia. Además, recuerda cómo su madre le enseñó a sembrar con hazadilla cuando había poca humedad. Una técnica rudimentaria y muy laboriosa pero con un alto porcentaje de éxito. «¡De esas no fallaba ninguna!», comenta el agricultor. «Pero al final», insiste, «la gente va a lo que más produce y menos trabajo da, y la variedad tradicional de alubia se ha ido conservando a duras penas», alerta. En este cultivo no se utilizan herbicidas y, aunque no llega a ser ecológico, no se suele abonar, «simplemente se aprovechan los nutrientes de la cosecha anterior». 

La araña roja y los hongos fusarium, son otras de las amenazas de la alubia. Un hongo que ataca la raíz y hace que la mata se seque. «Para evitarlo hay que hacer rotación de cultivos», explica Juanjo Miguel.

Edesio Martínez, de Sotos del Burgo, ya está jubilado pero durante toda su vida ha cultivado cereal y remolacha. Tras el «fracaso» de ésta última, decidió probar con la alubia. Aunque cuenta con una trilladora que le facilita el trabajo, «es una actividad entretenida, pero luego conlleva limpiarlas y secarlas». Él es uno de los pocos que siembra alubia. Obtiene entre 300 y 400 kilos de pinta y entre 150 y 200 kilos de blanca.

Recoge la producción desde mediados de septiembre y vende el excedente en un puesto del mercadillo de El Burgo de Osma los sábados por la mañana, hasta las fiestas navideñas. «Bajo de todo lo que tengo, patatas, cebollas...», explica. Así lleva tres años y es una de las actividades comerciales que aún se conservan en la localidad y que «anima el comercio». El llevar a vender las hortalizas que se cogen por la Vega «es una tradición de la gente mayor, sobre todo, de toda la vida... La gente joven no se pone a vender allí. Tampoco se atreven a sembrar, solo cereal o girasol y es una pena, con la fama que tenían las alubias de El Burgo...», comenta el agricultor.

PROVEEDORES. Otra prueba de que las plantaciones de alubia de la Vega del Ucero sigue orientada a la pequeña producción y con fines de autoconsumo la encontramos en la tienda Vega Ucero de El Burgo de Osma, que comercializa productos típicos artesanales. Entre los más populares, se encuentran la alubia blanca riñón, aunque también distribuye la pinta, la roja, la arrocina y el alubión.

«Aquí la producción es testimonial», afirma el responsable del establecimiento, Rubén Ortega, aludiendo a las pequeñas cantidades que se producen y que le obligan a «echar mano de proveedores nacionales para comercializar porque la gente que trabaja en el campo es mayor y lo hace casi de forma lúdica». Sus principales clientes son algunas grandes superficies y los restaurantes de la zona.  El 90% de su género proviene de la comunidad  a través de centrales proveedoras. Este vendedor lamenta que los jóvenes no quiran dedicarse a ello porque, «viendo una vega como esta... Se podría potenciar la venta», insiste.