20 años de trabajo junto a la Ciudad Perdida

Ana I. Pérez
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El arqueólogo soriano Miguel Ángel López Marcos trabaja desde hace dos décadas en el templo funerario del faraón Amenofis III, a menos de un kilómetro de la Ciudad Perdida

Un soriano junto a la urbe dorada de Luxor

La Ciudad Dorada Perdida de Luxor, descubierta por el egiptólogo Zahi Hawass y el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto, dio la vuelta al mundo la semana pasada. Conocida como Aten, la urbe data del reinado de Amenofis III y acumula 3.000 años de historia. A menos de un kilómetro se ubica el templo funerario del citado faraón, donde trabaja desde hace dos décadas el arqueólogo soriano Miguel Ángel López Marcos, al que el descubrimiento le ha pillado en el Castro a Cidade de Ribeira (A Coruña), desarrollando el proyecto de excavación y musealización de este enclave prerromano. Regresó de Luxor antes de Navidad y la pandemia ha impedido que a mediados de enero pudiera desplazarse de nuevo a Egipto para la campaña de primavera. «Los vuelos son complicados, hay que ir de Madrid a El Cairo y desde allí a Luxor hay pocas conexiones, cada 15 días, y para en una campaña tan corta no tiene sentido perder tanto tiempo. Confío en regresar en octubre», cuenta.

Cada año, el arqueólogo de Nódalo vuela al West Bank de Luxor, a la orilla occidental del Nilo donde se halla el que fue el mayor complejo religioso de Tebas, para continuar con la reconstrucción de los dos Colosos de Memnon [Amenofis], dos estatuas de 18 metros de altura situadas a la entrada del templo funerario (el más extenso de Egipto con 700 metros de ancho y 700 de longitud), de 300 toneladas de peso cada una.

«Llevo ya casi veinte años en Luxor, en dobles campañas, una en primavera (de mediados de enero a abril) y otra en otoño (de octubre a mitad de diciembre). Estamos en el templo funerario de Amenofis III y vivimos en un hotel a un kilómetro de la Ciudad Perdida que se ha descubierto. Ahora trabajamos en el tercer pilono, en los dos colosos de alabastro de 200 toneladas, en los que llevamos ya tres años, y continuaremos con todo ello en otoño. Y también en la parte del peristilo, en otros colosos más pequeños, de 25 toneladas, y seguiremos completando el patio. Estas son las dos fases de actuación que acometemos», resume.

López Marcos forma parte de un equipo de investigación internacional compuesto por una veintena de técnicos y 300 trabajadores, mientras que el grupo de la Ciudad Dorada Perdida de Luxor es una misión egipcia comandada por el doctor Zahi Hawass. El egiptólogo soriano espera que cuando regrese en octubre a Luxor, también hayan retomado los trabajos en la urbe hallada, que se ha considerado el segundo descubrimiento arqueológico más importante desde la tumba de Tutankhamon.

aportación. Para el arqueólogo soriano, el hallazgo de la Ciudad Perdida de Luxor es una aportación de gran relevancia para la investigación arqueológica, ya que la urbe está localizada a los pies del desierto, «justo en contacto con la zona fértil», por lo que las grandes cantidades de arena que la ocultaron «en seguida» han favorecido el mantenimiento de la ciudad, en la que se han destapado «muros de hasta tres metros de altura». «Tiene un nivel de conservación impresionante. Antes se hacía más caso a los tesoros, ahora se atiende más a la vida cotidiana, a cuestiones sociales que nos aportan muchísima información. Hay escritura y evidencias de cómo se vivía, del día a día de la gente de a pie. Porque, a parte de faraones y sumos sacerdotes, había gente normal», comenta.

En este sentido, López Marcos añade que muchos de los habitantes de Aten trabajaban en el templo de Amenofis III, así que la Ciudad Perdida era un «barrio» vinculado a la construcción mortuoria del faraón de la dinastía XVIII de Egipto, que gobernó de 1390 a 1353 a.C., considerado uno de los reinados más prósperos.

fortaleza y villa romana. Cuando finalice la tarea en Ribeira, López Marcos se trasladará a Alcalá de Henares (Madrid) para continuar con el trabajo en la fortaleza musulmana localizada «entre el paso de Toledo, Soria y Zaragoza» para las defensas de la Marca Media construida en tiempos de Abderramán III. Cabe recordar que el califa omeya de Córdoba encargó el reforzamiento de Medinaceli como núcleo de la Marca Media a su general más prestigioso, Galib, en el 946.  

Una vez concluida la tarea en Alcalá La Vieja, el arqueólogo regresará a la villa romana de Valdetorres del Jarama, donde dirige la excavación que sacó a la luz su planta (2.200 m2?) el pasado verano. La Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de la localidad quieren incluir la edificación en el Plan de Yacimientos Visitables y exhibir reproducciones de las piezas que adornaban la única villa romana octogonal del país.