Cavidades por explorar en La Fuentona

Ana Pilar Latorre
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Los buceadores han comprobado el estado de la cueva subterránea para poder ultimar los detalles de la campaña de 2020, donde intentarán superar el límite de 115 metros y explorar las galerías adyacentes a la principal

Cavidades por explorar en La Fuentona

La Fuentona, en Muriel de la Fuente, ha recibido de nuevo al equipo de buceo que explora sus entrañas desde 1977 y que se ha fijado ahora, como principal objetivo, avanzar más allá de lo conocido, más allá de los 115 metros de profundidad a los que se llegó en 2008. Lo que para muchos visitantes puede que sea un simple charco y para otros un brazo de mar, para los buceadores hechizados por la Fuentona es un mundo subterráneo espectacular que tienen la oportundiad de admirar y descubrir en cada inmersión. Tras comprobar el buen estado de la oquedad en octubre, regresarán en diciembre para ultimar la campaña de 2020. Pero lo que les espera es «más complicado y peligroso» que lo que han hecho hasta ahora. Así lo confirma Juan Alberto Achica-Allende, del equipo de espeleobuceadores desde hace casi 25 años.. 

Es un grupo de buceo muy bien preparado y muy mentalizado, que se adentra en grandes profundidades para ir cada vez más allá. «Las jornadas desde las nueve de la mañana hasta la noche pesan mucho psicológicamente...» e influye el tiempo que se está sumergido, las descompresiones, la temperatura del agua... De esta manera, la exploración en la Fuentona es una experiencia alucinante a la vez que  dura, sobre todo para los buceadores de punta, ya que a 115 metros de profundidad  «cada minuto que se pasa supone un tiempo de descompresión mayor». 

preparación. La Fuentona ha unido a  un grupo de muy diversa procedencia, de los que ninguno vive en Soria, pero  más de uno la sienten como su «segunda tierra natal». Los más veteranos, los que llegaron en 1977 a descubrir lo que había bajo el agua, son Carmen Portilla (ex directora de Al filo de lo imposible, espacio de RTVE que ha seguido los avances de las exploraciones y que actualmente no se emite), Fidel Molinero, José Medina y Mateo Martín. Actualmente, los buceadores punta o encargados de ir los primeros son los especialistas Daniel Santamaría y Amaya Olea.

El equipo ya tiene una edad, entre 45 y 55 años de media, y ya piensa en actualizarse e integrar a «gente joven, fuerte y formada». Achica-Allende reconoce que «no hay muchas personas preparadas para este tipo de buceo e inmersión». Y es que tener más edad «aumenta el riesgo en las descompresiones, ya que el gas que se disuelve en tejidos y huesos, por ejemplo, tarda más en salir y pueda haber microburbujas que taponen arterias o venas», lo que se denomina un accidente de descompresión. 

 Lo que este espeleobuceador siente al sumergirse allí «es, sobre todo, inquietud, porque no sabes lo que te va a deparar cada inmersión. No estás tranquilo. Es mucha profundidad y debes ir bien preparado mentalmente y con todo el equipo, al que tiene que realizarse una revisión exquisita». Éste último incluye elementos como el traje seco (monos con sistema de estanco para proteger del frío), tijeras (en el mar son cuchillos), máquinas rebreathers (recicladores de aire para este tipo de exploraciones con equipo cerrado que limpia el aire de CO2 y se puede respirar muchas veces y varias horas), iluminación y el importante hilo guía (está instalado en todas las zonas descubiertas para marcar el camino). 

A ello se suman distintas botellas con varios tipos de gases para hacer la descompresión. Por ejemplo, se usa el trimix, gas respirable compuesto por helio, oxígeno y nitrógeno. Evita la narcosis en inmersiones a más profundidad y permite llevar menos cantidad a mayor profundidad. La mezcla de gases debe hacerse con las proporciones exactas, porque un error puede causar hipoxia, intoxicación por oxígeno (con ahogamiento). 

jornada. «La jornada [por el 26 de octubre] se desarrolló con normalidad», resume Achica-Allende. «Tras realizar el porteo de botellas de buceo y material, comenzaron las inmersiones, con el principal objetivo de constatar el estado de limpieza de las galerías de la cueva, ya que tras las pasadas tormentas quedó prácticamente impracticable por la gran cantidad de barro y sedimentos que transportaba la corriente de agua», detalla. En la actualidad, la «suciedad» se concentra solo en el inicio de la cavidad y al adentrarse unos metros se puede observar que «las galerías en perfectas condiciones de limpieza y visibilidad». 

En la Fuentona hay tanto zonas inundadas, lo que se denomina sifones; como zonas aéreas, en las que hay que andar, descender por pozos y escalar rocas fuera del agua. «Si estuviera todo inundado, sería un río subterráneo», aclara el experto. Cuando hace años comenzó la exploración, lo primero que se descubrió fue el sifón a 54 metros de profundidad, después la parte aérea y después el segundo sifón a 115 metros de profundidad. Para el experto, esta última parte supone ya «una piedra en el camino para seguir explorando» por la gran profundidad. 

Los buceadores cuentan con un campamento dentro, teniendo en cuenta el calibre de sus campañas, por si se necesitara material (rompa seca, mantas metálicas...) en caso de accidente; por ejemplo, si hubiera una crecida repentina del agua. «A veces entra mucha corriente y da miedo estar cerca por si te caes y te arrastra», detalla intentando describir el riesgo de la situación. La planificación y coordinación entre todos los integrantes del equipo es clave, ya que se pasa de 115 metros de profundidad a la cota cero y el exterior.

Para 2020, explorarán las galerías adyacentes a la principal, más allá de los 115 metros. «Esta tarea es altamente peligrosa y laboriosa por los perfiles de profundidad; la temperatura del agua, que es de 10/11 grados durante todo el año; y la gran cantidad de material con que hay que equiparse, además del nutrido equipo de colaboradores espeleólogos que hay que reunir», concreta el buceador, que al mismo tiempo muestra su ilusión ante este nuevo reto del equipo.

La mejor época del año para las inmersiones en la Fuentona es de primavera -desde abril o mayo- hasta septiembre. «Ya en noviembre depende de las precipitaciones.Cuando comienza la temporada de nieve, aunque ahora hay menos nevadas y lluvias, los acuíferos registran una mayor actividad y hace más frío.Es mejor que haga buena temperatura», concreta.

descripción. El enclave de la Fuentona está declarado Monumento Natural por la Junta de Castilla y León y requiere de un permiso especial y justificado para realizar las inmersiones en su interior. El equipo lo describía en 2013 como «un manantial que alberga una de las cavidades inundadas más profundas de España», ubicado en las estribaciones de la sierra de Cabrejas de Pinar y a un kilómetro de Muriel de la Fuente. 

En las largas jornadas de las distintas etapas de exploración, el equipo ha aprendido «lo que significa el trabajo en equipo, a darle un valor colectivo a los pequeños triunfos de cada jornada, a colaborar para conseguir un objetivo común, a valorar la paciencia y a mantener el tipo ante dificultados como el frío o la sensación de hambre». Cada avance en las exploraciones requiere «aprender nuevas técnicas y conseguir nuevos materiales hasta volver a superar límites, parar, aprender más y volver a continuar». Un equipo que cada vez que regresa cuenta con el apoyo y la admiración de los vecinos de la zona.