Da el paso y adopta una mascota

A.P.L.
-

Cinco experiencias de personas que no se lo pensaron dos veces y acudierona protectoras para acoger animales en su casa, una opción que recomiendan a todo el que ahora mismo esté pensando en hacer lo mismo ¿Por qué no?

Da el paso y adopta una mascota - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez. Eugenio Gutiérrez

En este reportaje, lo importante son las historias y sus protagonistas, así que abrimos paso para que animen a los que ahora mismo están valorando adoptar una mascota. Comenzamos con Emma Huidobro y sus perretes: Iggy (Pop) y Nina (Hagen). Le han gustado los animales desde que recuerda y no concibe la vida sin ellos, porque en su casa siempre ha habido perros y gatos. Al vivir en un pueblo de Salamanca, recogían a muchos que se acercaban a las casas tras ser abandonados por familias en la carretera cuando se iban de vacaciones, una situación que se repite cada año... Antes tuvo a Lara, «la reina de las mascotas», una caniche que llegó a sus manos tras pasar por varias que no la querían y ella la cuidó durante casi 17 años.

Tras su pérdida, buscó un perro parecido, porque «en adopción se puede encontrar lo que quieras»; y se decidió por Iggy (8 meses), que venía de un lugar en el que el propietario tenía síndrome de Noé, es decir, personas que acumulan muchos animales pero a los que no se les ofrecen los cuidados necesarios. «Estaba habituado a estar con muchos perros pero no a quedarse solo en casa y después de ocho meses en casa, llorando durante muchas horas, opté por darle compañía, y así llego Nina», explica haciendo referencia a que Iggy, a pesar de ser simpático y sociable, «muy happy», no tenía ese punto de cariño como suelen hacer los perros, señal de que tenía algún problema. Pero al año y medio de llegar a casa lo consiguió. A Nina la adoptó a través de una protectora de Granada y su «cara de pena» le encandilo con tan solo verla en Facebook que la presentaban como «perrita abandonada». «Llegó muy mal, muy flaquita, con una gran quemadura en la espalda y sin pelo; muy asustadiza porque le habían pegado. Todavía hoy cuando ve a alguien con un palo huye...», recuerda.

«Más que cuando acoges, la sensación de más regocijo y alegría es cuando vas consiguiendo cosas con ellos», explica subrayando que «buscan una persona firme, que les de estabilidad [después de haber sido rechazados] y el resto lo hacen ellos». «Salir con Nina a la calle era horroroso porque ladraba, atacaba, estaba siempre nerviosa... Ycon el tiempo, hablo de un año y pico, ves que puedes ir soltándola y que casi no se mete en tantas broncas. Ves que vas trabajando y que con cariño le has ido quitando el miedo a los palos, a las escobas, porque cuando llegó a casa y yo cogía una escoba hacía el ‘cuerpo a tierra’. Cuando deja de hacerlo contigo piensas, ya lo he conseguido, ya confía en mí», detalla la propietaria.

Ambos se acostumbraron enseguida el uno al otro, con respeto, y ahora «son un equipo y van los dos a una». En lo que insiste Emma es que adoptar una mascota es un compromiso para toda la vida, «te cambia la vida, pero no se puede renunciar nunca». «Se dice que cuando se adopta se salvan dos vidas, al que adoptas y al que ocupa su hueco en la protectora», comenta detallando que «cuando miras a un perro, de repente, sabes que es tuyo».Insiste en concienciar para frenar los abandonos, sobre todo, a los que se venden tras criarlos de cualquier manera. Habla de historias bonitas, como la de Antonio y su perro Santi (al que encontraron en el Camino de Santiago) y anima a colaborar con las protectoras, recordando la venta de los amigurimis, muñecos solidarios que se adquieren en varios establecimientos.

Rocío Expósito y sus hijas, Adriana y Natalia, adoptaron a Toby, que se unió al cocker que ya tenía la familia, ya mayor y con problemas de salud. Optaron por un cachorro, porque las niñas nunca habían tenido uno, y por uno que se adaptara al carácter del que ya tenían, como les aconsejaron en la protectora Soriadopción. «Al principio se fijaron en un cachorro más pequeñito y manejable, pero nos dijeron que Toby [algo más grande] se iba a adaptar mejor. Yasí fue. Se ha adaptado perfectamente a lo que nosotros necesitábamos», recuerda Rocío. «Ha sido una experiencia totalmente gratificante, mucho más de lo que podíamos imaginarnos. Ellas han aprendido que hay segundas oportunidades, que son perros que han sido abandonados sin más, por no hacer nada, y que aún así con capaces de dar cantidad de cariño y de amor», comenta destacando que la mascota ha aportado en casa cariño, juegos, vitalidad...

Toby apareció en San Leonardo después de que lo abandonaran sus dueños y, curiosamente, la pareja que lo encontró y lo llevó a la protectora lo reconoció un día mientras su nueva familia lo paseaba por la Dehesa. «Se acercaron y preguntaron si era Toby, el nombre que ellos le pusieron y que nosotros mantuvimos. Se pusieron muy contentos y el perro les reconoció. Nos agradecieron que le adoptáramos y nosotros les agradecíamos a ellos que lo hubieran encontrado», comenta sobre esta «experiencia tan especial». A Natalia, sobre todo, le gusta que juegue mucho y que sea tan cariñoso, porque «en mis peores momentos me alegra el día».

Por su parte, Isabel Fernández y su familia adoptaron a Canela en enero. «Tenía un perrito y se murió y mi hija me animó a adoptar uno, lo que consideramos la mejor opción», comenta.En la protectora les avisaron de que iban a entregar una camada y optaron por una hembra, «con una carita muy rica y bonita». Isabel, como el resto de adoptantes reunidos para este reportaje, anima a la adopción y recuerda que cuando ella lo hizo se habían abandonado cinco cachorros a la vez. «Fue como un flechazo [como dicen todos los entrevistados] y cuando los ves enseguida te animas por uno», comenta.

Otro ejemplo de adopción es el de Gloria Marín y sus hijos Daniel y Gabriel que, a falta de uno, tienen dos perros: Kiss y Chispi(tas). Recuerda que tuvieron un galgo que atropellaron y murió. Se empeñó en tener otro igual, pero acudió a Redención y «en una hora cogí a Chispi». «Era inseguro y tenía problemas por lo que había pasado, así que me decidí a ir a por otro. Yapareció Kiss [en Soriadopción]», explica mientras contempla como juegan sus hijos y sus perros. También los adoptantes destacan la idea de que los niños puedan crecer con animales, compartiendo juegos y paseos. Por eso, a Gloria le dan pena los niños que tienen miedo a los perros, «porque no pueden disfrutar estas cosas». «Tenemos un equipo completo», bromea. Para la familia, los dos perretes han supuesto «felicidad» y entre ellos dos se complementan, porque tienen maneras de ser muy distintas. «Todos los perros que tengamos serán de una protectora, de eso no hay duda», afirma.