Inés Crespo, el toque soriano en MasterChef Junior

Henar Macho
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La pequeña promesa de la cocina desciende de Tierras Altas y, tras pasar por MasterChef, su próximo reto es atreverse con la costrada

Inés Crespo, el toque soriano en MasterChef Junior

Con tan solo 9 años, Inés Crespo está demostrando sus dotes culinarias nada más y nada menos que en el concurso televisivo de referencia nacional MasterChef Junior, que esta semana iniciaba las emisiones de su octava edición.

Nació en Madrid pero desciende de Matasejún, de donde es su familia paterna. Allí pasa largas temporadas en verano y siempre que se puede escapar del ritmo frenético de la gran ciudad. «He estado muchas veces en Soria, claro, y visitado Numancia, Medinaceli, San Pedro Manrique. En verano me encanta bañarme en Playa Pita. Este diciembre, sin embargo, no pude ir a la feria del acebo de Oncala, que me encanta», detalla.

En su rincón soriano disfruta de pequeñas licencias que para ella valen mucho. «Me dejan salir sola a la calle y allí me junto con mis amigas. Jugamos por la calle, vamos de paseo y por la noche nos quedamos hasta tarde viendo las estrellas». Además, participa actívamente en sus tradiciones. «Me encantan las fiestas del pueblo, la verbena, las móndidas y correr el rosco». Esta experiencia la recuerda con especial afecto, y puntualiza «En realidad, más que correr el rosco me gusta dar a la gente que corre el rosco con el cinturón. Me encanta también subir a la Fuente del Haya, en la dehesa del pueblo, toda llena de robles». No obstante, es una de tantas descendientes de la Soria rural que sigue pidiendo para su pueblo «¡Wifi y televisión!». 

REFERENTES. Ante su debut en el programa, reconoce que esa presión pública le produce nerviosismo ante los errores que haya podido cometer. No obstante, cuenta con el apoyo de Matasejún, donde están muy orgullosos de que les represente en un programa tan consolidado y ella está encantada de que sus amigas del pueblo le vean cocinar. Sus referentes en los fogones son su madre, Ana Belén, y sus abuelas, Esther y Flora, esta última, de Matasejún. «Este verano fui al campamento del programa, donde me enseñaron un montón de trucos y recetas», añade. Su ascendencia soriana se deja notar en los platos que elabora. «¡Me encantan los torreznos! Es mi plato soriano favorito. También me gustan mucho los roscos de mi abuela Flora, que están deliciosos. Y los embutidos que compramos cerca del pueblo cuando vamos de vacaciones». 

Se confiesa una apasionada de la repostería, por lo que resulta inevitable preguntarle si se atreve con la constrada soriana. «Todos los veranos vamos a Soria y compramos una costrada para celebrar en el pueblo mi cumpleaños.  Pero todavía no me he atrevido a prepararla. Es mi próximo reto». Y por supuesto, la manquilla dulce, le encanta.

Prefiere mantener en secreto si podremos verle cocinar algún plato soriano o utilizar algún ingrediente de esta tierra y, aunque tampoco puede desvelar más detalles de lo que se ‘cocerá’ en el concurso, no descarta que entre todo ello, aparezca Soria.

Tras su paso por el programa lamenta, únicamente, no poder repetir el año que viene.  Cabe destacar que era la primera vez que se presentaba al casting y logró  ser uno de los 17 aspirantes seleccionados entre más de 14.000 de todo el país. La experiencia ha sido enriquecedora en muchos sentidos. «He hecho muchos amigos, he conocido gente famosa, he aprendido muchos secretos sobre cocina y he visitado sitios muy interesantes». Aún le queda por decidir si su chef favorito es Samantha  Vallejo-Nágera o Pepe Rodríguez. «Ángel León fue muy majo también», señala.

Por su parte, Álvaro Crespo, el padre de Inés, comenta que siempre han seguido vinculados al pueblo y le transmite ese cariño a su hija. «Mantenemos la casa de mis abuelos y procuramos visitarla siempre que podemos. [...]Me gusta enseñar a la niña cómo vivián sus abuelos, como se vive en el pueblo, que es bastante distinto a lo que vive en Madrid». Por ello, valora el trabajo de la asociación por mantener vivo el pueblo. «Es esencial. Es mantener el pueblo, [...] preocupándose de tratar los problemas comunes [...]allí donde no puede llegar el Ayuntamiento. Es también tener una voz», insiste.