La reválida de Iglesias

Agencias
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Los morados cierran filas en torno a su líder, a pesar de la debacle electoral y deserciones como la de Errejón, y avalan una remodelación de la cúpula de Podemos que les permita iniciar una nueva etapa

La reválida de Iglesias

Podemos se parece muy poco a la formación que al calor del 15-M se presentaba en 2014 con la pretensión de asaltar los cielos, no solo por la cantidad de dirigentes caídos sino también porque errores propios y aciertos ajenos han minado al partido, que ahora está obligado a reinventarse para una tercera temporada. Una nueva etapa en la que Pablo Iglesias seguirá siendo su líder, como dejó claro el respaldo unánime que cosechó este sábado su plan de remodelación de la cúpula morada en el Consejo Ciudadano Estatal. 

El madrileño aprovechó la cita para salir encumbrado por los suyos, que evocaron esa figura de dirigente que revolucionó el tablero político, rompió el bipartidismo con un éxito sin precedentes, consolidó alianzas con sus confluencias que le permitieron gobernar ciudades emblemáticas como Madrid, Barcelona o Cádiz, y hasta pensó que eran capaces de dar el sorpasso al PSOE.

Ahora el escenario es muy distinto. Pero a pesar de las críticas, Iglesias no tiene intención de adelantar la Asamblea Ciudadana, el órgano encargado de elegir al secretario general y renovar la dirección, que está prevista para 2021. Y menos después de lo ocurrido este fin de semana. De todos modos, aunque eso sucediese, solo quedan con peso para poder batallar los andaluces José María González Kichi y Teresa Rodríguez.

Lejos queda ya aquella foto histórica de los cinco ideólogos-fundadores (el secretario general, junto a Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón, Carolina Bescansa y Luis Alegre), de los que solo se mantiene él.

Y, paradójicamente, muchos de sus males tuvieron su origen en una situación muy similar a la que se acerca y puede volver a repetirse: la investidura fallida de Sánchez en 2016, cuando el vallecano dejó en manos de las bases la decisión de votar no a un Gobierno de PSOE con Cs, a pesar de que algunos errejonistas eran proclives a no facilitar una repetición de elecciones. En los siguientes comicios perdieron un millón de votos.