Más 'cámper' que nunca

SPC
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El turismo itinerante con vehículos vivienda gana adeptos a causa de la pandemia

Más ‘cámper’ que nunca - Foto: Ical

“El que lo prueba se engancha. Es muy adictivo”. Así se refiere Tino Álvarez, empresario leonés del sector de la ‘camperización’ y aficionado desde hace muchos años al turismo itinerante, a una práctica que experimenta un auge vinculado a las restricciones y reticencias que provoca la pandemia.

Asegura que “no hay una estación del año para salir en caravana, autocaravana o en furgo. Yo salgo tanto en invierno como en verano. Por ejemplo, las pasadas navidades nos fuimos a ver las luces de Vigo y también solemos ir a esquiar”. Por eso, el incremento del uso de los llamados vehículos vivienda -caravanas, autocaravanas y furgonetas adaptadas-, que ya contaban con un número importante de adeptos, suscitan interés en un nuevo público que busca un entorno controlado y una mayor movilidad. Los alquileres de este tipo de vehículos, apunta, están completos hasta el año que viene.

Tino, máximo responsable de la empresa Camperíza-T, es gran conocedor el ‘universo campista’, como destaca a Ical. “El fuerte nuestro son las camperizaciones; nos dedicamos a transformar vehículos industriales en vehículos vivienda como autocaravanas, de las que también somos taller, servicio técnico y atendemos la mecánica y el mantenimiento de los vehículos. Hacemos la preparación completa”, explica.

En el último mes y medio ha notado especialmente el aumento de la venta de elementos para hacer ‘auto-camperizaciones’. “Ahora se nota más que la gente compra accesorios; se preparan ellos mismos las furgonetas. Hemos notado mucho más la venta de baterías auxiliares, depósitos de agua, madera para muebles… mucho material”, detalla mientras en sus instalaciones trabajan a pleno rendimiento preparando distintos vehículos adaptados también a economías diferentes.

La transformación de una furgoneta pequeña puede llevar dos o tres semanas y suponer un gasto de entre 3.000 y 6.000 euros y para los de mayor tamaño y presupuestos más holgados las posibilidades son casi infinitas. Tino afirma que en los dos años de existencia de Camperíza-T no han repetido ni un solo modelo, porque personalizan cada trabajo en función de las necesidades o gustos del cliente.

Hasta tres meses puede llevarles completar un encargo y recuerda como el más costoso la adaptación de un vehículo de 30.000 euros que supuso unos 40.000 más para dejarlo como el propietario quiso. Y es que tampoco tiene límites, asegura, la comodidad que puede brindar una casa sobre ruedas. “Horno, vitrocerámica, adaptamos el vehículo a todo. Aire acondicionado… se pueden hacer maravillas”, apunta.

Por ejemplo, unos clientes asturianos que trabajan con un ‘food truck’ solicitaron para la furgoneta con la que lo remolcan y en la que residen mientras lo usan un gran salón sobre el que se despliega una cama eléctrica de 1,50x2 metros desde el techo y un baño amplio “con un plato de ducha que no lo tengo yo en mi casa”.

Convencido defensor de lo que define como una forma de vida, Tino es co-administrador del grupo Van&Life que cuenta con cerca de 27.000 seguidores en las redes sociales y en el que se comparten experiencias y opiniones de aficionados a una práctica a la que únicamente le ve ventajas, aunque advierte de que hay que ser responsable. “Hay que tener un poco de cuidado y que la gente no se desmadre porque la acampada libre está prohibida. Hay gente que alquila o compra vehículos sin tener conocimiento de lo que se puede o no se puede hacer”, señala.

Defiende que existen prejuicios sobre los ‘campistas’ que la realidad desmiente. Él organiza las salidas que cada año llevan a cabo en distintos lugares de España -en León es Vegacervera su punto de encuentro habitual-. “Dejamos los sitios como los encontramos y gastamos dinero en los lugares de destino”, defiende.

Los vehículos, reconoce, son caros pero asegura que se amortizan porque es más fácil que apetezca una escapada o unas vacaciones cuando se dispone de un medio que permite disfrutar del tiempo de ocio en cualquier lugar, en un entorno muy controlado (camas, cocina e higiene dependen del usuario) y no duda en asegurar que la mayor ventaja que ofrece este tipo de turismo es la libertad.