La obra textil de Elvira del Pino, en el Numantino

M.Arlegui
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La muestra puede visitarse en el Museo Numantino hasta el 5 de enero

La obra textil de Elvira del Pino, en el Numantino

La cerámica celtibérica, numantina, ha ejercido siempre su poder de fascinación sobre aquellos que han intentado leer en ella o tan solo contemplar y percibir los valores estéticos que los alfareros numantinos tradujeron desde narraciones épicas o rituales, sociales religiosas o profanas, o  pintaron redundantemente como signos de protección, de valor mágico.

El excepcional conjunto cerámico numantino es una referencia irrenunciable para el conocimiento de la religiosidad, la sociedad e incluso la aspiración estética del pueblo celtibérico. La abstracción geométrica es uno de sus rasgos esenciales. En el lenguaje de los símbolos, estos aparecen con frecuencia acumulados en distinto orden creando frases de pensamiento diferentes como un lenguaje que los numantinos podían reconocer y nombrar.

Cuando esta suma de signos y símbolos se convierte en una gramática de los mitos, figuras animales reales o irreales reinterpretadas, sintetizadas en sus formas, se suman a signos y constituyen narraciones épicas o mitológicas, que sin duda eran narradas oralmente en determinadas festividades o reuniones. Estos relatos eran la historia, la geología, de cada pueblo o ciudad celtibérica y en ellos se reconocían como unidad cultural y política. El pintor tradujo esos relatos orales a una obra pictórica que los numantinos reconocían y que nosotros difícilmente desvelaremos en su profundo significado.

La calidad gráfica y comunicativa de los símbolos fue de altísimo valor; en algunos de ellos, como la esvástica, podemos percibir el movimiento del sol. La pintura numantina puede clasificarse entre la abstracción geométrica que sintetiza los objetos a su esencia sean figuras humanas, animales, elementos vegetales y, obviamente, símbolos.

El significado de este lenguaje pintado se perdió a la vez que la lengua celtibérica cuando esta cultura se disolvió dentro de la cultura romana de modo que hoy no comprendemos la totalidad de sus significados y tan solo podemos aproximarnos a ellos. Pero sí percibimos la complejidad del pensamiento simbólico y la profundidad de la abstracción en los signos o símbolos, aspas, cruciformes, esvásticas, círculos espirales…peces, caballos, toros, buitres y otras aves inclasificables… y en la composición escénica de todos ellos. 

Desde mediados de siglo pasado con el precedente extraordinario de Benjamín Palencia que ya reinterpretó las figuras humanas de la cerámica numantina casi con seguridad para una representación de La Numantina cervantina o de la adaptación de R. Alberti, algunos artistas sorianos reconocidos, se han aproximado a la obra numantina, percibiendo, sintiendo, más allá del contenido histórico, el valor del arte. Haciendo preguntas que no tendrían respuestas pero también admirados por las formas artísticas desplegadas sobre las cerámicas. El pasado es el principio de la meditación sobre el tiempo.

Elvira del Pino ha legado a estas obras celtibéricas recientemente. Posee una profunda formación acerca del diseño y del diseño textil en el que es especialista.  Como artista, creadora por tanto, tomó los motivos de las cerámicas numantinas y los remodeló, comprimió, estiró, alargó o redujo… y, a través de múltiples técnicas de tratamiento textil, los reprodujo en haoris. Esta pieza de vestimenta, es inequívocamente japonesa. De este modo la artista nos provoca una nueva reflexión acerca de cómo dos culturas alejadas en el tiempo y el espacio pueden encontrarse a través de la estética recreada del lenguaje de los mitos. La autora nos señala como esos motivos son reconocibles aun en su radical trasformación; como los peces, las figuras humanas, pueden integrarse en otro universo estético y multiplicar sus significados o abrir el camino a una sugerente interpretación. Es una creación artística de altísima calidad, una recreación dotada de más significados de los que podemos aprehender. Como en la cerámica numantina. 

Es, sin duda, un trabajo innovador, tanto en el concepto ideado, reflexivo, introspectivo, como en su concreción textil. De él no podemos desvelar más para que el visitante de la exposición perciba la admiración sorprendida que quienes ya la han visitado han experimentado.

La exposición ha elegido una museografía acorde con algunos presupuestos orientales en la cadencia de la sucesión de los siete haoris, en la iluminación apenas perceptible, que atendiendo a la conservación del tejido, cree una atmósfera intimista que induzca a la contemplación detenida. La gráfica que acompaña a cada pieza muestra, a modo de renglones de escritura, de modo sintetizado, el proceso de tratamiento de los símbolos que ha realizado la autora.

La exposición podrá verse en el Museo Numantino hasta el día 5 de enero de 2021.